En corazones serviles rara veces
cupieron pensamientos reales
Quevedo
No tuve la oportunidad de ver la entrevista en “vivo” de Ernesto Villegas, en el programa de su hermano “Vladimir a la 1”, para después verla en tres oportunidades, incluso retrocediendo el video, para enterarme exactamente de lo que hablaron dos hermanos, hijos de los mismos padres. Apenas comenzó la conversación se notó la actitud arrogante del entrevistador, algo que no ocurre, cuando invita a gente de la oposición: “Hoy tenemos, como invitado al ministro de comunicación e información Ernesto Villegas” El rostro del hermano menor, ya de por sí, mostraba cierta frustración, conoce muy de cerca, el cambio experimentado por su pariente, desde el mismo momento de haber pisado las puertas del canal “Globovisión”, uno de los medios, más comprometido con la oposición venezolana.
Desde un principio, el entrevistador fustigó a la guardia nacional al agredir –algo no confirmado, como lo expresó– a unos periodistas del canal, y además por haberles deteriorado la cámara al equipo reporteril; por su parte el ministro –periodista egresado de la UCV– echó las cartas sobre la mesa, para tratar de llevar un diálogo de altura, buscando contribuir en bajar la tensión del país, a través de un programa de tanta sintonía, en un horario estelar, como bien lo dijo: “Yo vengo a eso Vladimir, a tratar de ver si nuestra relación familiar que pone por delante siempre al amor, permite contribuir al país (...) a ver si esta conversación puede ayudar a impedir que esos episodios horribles de violencia no sigan sucediendo”.
Nada hizo cambiar al conductor del programa; me parece que la palabra moderador, le queda muy grande; en todo momento siguió el libreto del canal: apoyo incondicional a los dirigentes opositores; sin poder ocultar la forma, como lo maneja la dirección de la televisora, ni siquiera con el llamado de un hermano, que de manera muy sincera, le fue enseñando las carpetas, donde reposan los datos de 80 personas fallecidas, víctimas de la violencia desatada e incitada por los dirigentes de la MUD, aunque repitan hasta el cansancio la palabra pacífica, el cual suena algo así, como a un caramelo de sábila, o a una merengada de cianuro, cuando la utilizan para justificar las protestas cargadas de odio.
Al final de la entrevista, se pudo notar la frustración de Ernesto; se dio cuenta, que estaba frente a uno de los tantos caraduras de la oposición, quienes han conseguido un refuerzo inesperado: la fiscal Luisa Ortega Díaz, con mucha similitud con Vladimir a la hora de juzgar la actuación de la oposición, pero a ninguno de los dos, podemos endosarles el refrán: “De tal palo, tal astilla” sus progenitores, dejaron un huella muy profunda en el movimiento revolucionario; ellos pueden terminar pisoteados por las ruedas de la historia.
Estimado amigo Ernesto, no perdiste tu tiempo, al contrario, te ganaste el aprecio de millares de compatriotas, que saben distinguir entre el servilismo, y el patriotismo; entre la vanidad, y tu humildad, carta de presentación antes un país, herido por los cuatros costados, pero no deja de clamar por la paz, grito de esperanza en constante ebullición en las gargantas de un porcentaje muy alto de venezolanos.