En el más fehaciente ejemplo de complicidad, silencio e impunidad.
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Por el puerto entró la fe, la buenaventura, la lengua, el derecho, la organización política y social de los pueblos primiciales de Cumaná pero, también, la codicia, la avaricia, el maltrato, la tortura, el crimen, la muerte hicieron presencia.
Desde 1552, la Corona rechazó el levantamiento de las entradas y las rancherías, lugar de las pesquerías y los marineros, porque traían muchos inconvenientes y causaba daños a los naturales de Las Indias. En aquella oportunidad, se prohibió la construcción de rancherías, ninguna persona podía atreverse a fabricarla en ninguna isla y provincia, so pena de muerte y pérdida de todos los bienes que serían entregados a la cámara del Rey y el fisco de la monarquía; por tanto, se prohibió que ningún español ni otras personas pudiera entrar en las rancherías.
La monarquía estaba informada de que, por la razón de carecer de alguna casa fuerte en los pueblos, se construían estancias, habitaciones, viviendas para la gente, los indios y los esclavos que andaban por las pesquerías, pero muchas veces aparecían asesinados, robados y maltratados por enemigos corsarios siendo, fácil el daño producido, el motivo, por el cual habían venido más corsarios.
Al levantarse las casas fuertes en vez de las rancherías, su defensa podía haberse resuelto con cierta desenvoltura y sin costo para los indios y los esclavos. Se determinó que el gobernador y los oficiales reales proveyeran unas casas fuertes y seguras para que, cada vez que los corsarios llegaran, los vecinos, los esclavos y los señores de las canoas se recogieran, entraran y defendieran, de modo que no pudieran hacerles el daño antes producido, procurando que, en las casas fuertes, hubiesen dos aposentos:
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Uno, donde pudiera prevalecer la seguridad y estuviera la caja de las tres llaves de la hacienda real.
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Dos, en el cual, se desbullarían las ostras.
El Gobernador de Cumaná Don Máximo de Bouchet (1775-1780), informa a Don José Galvez de haber construido en la boca del río Manzanares de Cumaná una casa para alojamiento de la guardia (1776); y propone construir otra casilla en la boca del caño de Santa Catalina de Barlovento, para que puesta una guardia en ella, se evite el contrabando, el crimen, el hurto y los maltratos por parte de los hostiles filibusteros. A todo el conjunto se denominó Fuerte de San Carlos o de Santa Catalina.
Esta edificación, fue construida para ser la Aduana de Cumaná, al lado del fuerte de La Boca, por Don Gregorio Espinoza de Los Monteros y al frente que da al río casi en su desembocadura, en el mar, donde se edificó una muralla artillada que se denominó Batería de la Boca. Anexa a ella se construyó una fortaleza hecha de sillares de piedra conocida como La Casa-Fuerte, la cual contiene casi todas las características formales y conceptuales propias de la técnica abaluartada, como: baterías, plantas cuadras, reductos, plantas libres de adaptación a las exigencias topográficas, formas o "trazas" estelares, entre otras.
La Casa-Fuerte de la Boca del Río, como también se le conoció, es una infraestructura patrimonial que nos acompaña desde el siglo XVIII, hoy se encuentra secuestrado dentro de una empresa que a poco de aquí hiere y pervierte nuestro patrimonio arquitectónico. No es visitable por nadie porque está incluida dentro de la construcción que ocupa una industria pesquera AVECAISA. Por lo visto, este patrimonio histórico no ha sido valorado en su justa magnitud, es hoy un monumento testigo fiel, evidente y relevante de la intransferible referencia histórica y alegórica que debemos reconocer como expresión de agradecimiento y solidaridad político-cultural:
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De la barbarie colonialista, porque es un símbolo en las más altas cumbres del heroísmo de los pueblos de Nuestra América.
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De la firma de la capitulación en octubre de 1821, porque Cumaná pasó a formar parte de la República liberada a raíz de la victoria militar patriótica bolivariana de Carabobo.
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De la Batalla de El Salado librada en octubre del año de 1814, porque allí tuvo lugar.
Por todo ello, este ejemplo de la memoria permite a la colectividad construir lentamente el alma de la ciudad y reconocer el triste destino de los cumaneses condenados a imaginarla perdida para sobreponer sus etéreos hallazgos sobre los paisajes brutales de la nueva y esperpéntica capital. Quizás esta cruel y amarga reflexión sobre La Casa-Fuerte alerte a los audaces lectores, para que abran los ojos ante el nuevo virus que amenaza convertirse en una epidemia destinada a borrar todo nuestro legado histórico. Es necesario motivar la defensa de la memoria colectiva de la ciudad y evitar ser cómplices de un gran crimen del más fehaciente ejemplo de complicidad, silencio e impunidad en la defensa de la Casa-Fuerte de Cumaná.
Anexo foto
FOTOS: LCDO. ROMMEL JOSÉ CONTRERAS GASPAR. En: http://efemerides.cumana.info.ve/2014/10/la-liberacion-de-cumana.html