Estos tres poemas, titulados "Canto a Chávez", "Chávez eternamente Chávez" y "El último hombre a caballo", fueron escritos en tres momentos diferentes. Uno, el Canto a Chávez, cuando se determinó su cáncer en Cuba, lo que me hizo tener la premonición de que se precipitaría el deterioro de su salud y posterior muerte, como en efecto ocurrió; en medio de toda miseria mediática impulsada por Nelson Bocaranda y el doctor José Rafael Marquina, quienes jugaron a todo tipo de especulación e insidia por la enfermedad del Comandante Eterno. Ese poema fue seleccionado para su publicación, dentro de los finalistas del certamen 4F Revolución de Febrero, convocado por el gobierno nacional e compilado en el libro La palabra por ahora (Caracas, Centro Nacional del Libro, 2013; págs. 279-282).
La Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la Oficina de Naciones Unidas y demás organismos internacionales con sede en Ginebra, invitaron a participar en la primera y segunda edición del Concurso "Hugo Chávez… Esperanza y Poesía" (2014 y 2015), dentro del marco de la conmemoración del Primer y Segundo Aniversarios de la siembra del líder histórico de la Revolución Bolivariana de Venezuela. Para esos concursos escribí los otros dos poemas, y uno de ellos fue publicado en España en el volumen antológico de dicho certamen, aunque aún el camarada Jorge Valero no me ha traído el ejemplar que me prometió, quizás por olvido de sus tantos compromisos y ocupaciones.
La hora cercana del 63 aniversario del natalicio de nuestro malogrado Comandante Eterno y el espíritu del nuevo proceso constituyentista que trata de levantar la moral del país, afianzar las raíces de sus luchas civiles, consagrar su democracia socialista, participativa y protagónica en un estado de derecho e independencia absoluta, preservando como valores supremos de la patria, su dignidad e identidad nacional ante todo elemento foráneo y toda manipulación interna de corte imperial y entreguista; hacen propicio el momento para poner en manos de nuestros pueblos del mundo, estos versos que intentan dejar vivas en el tiempo las palabras de amor, de libertad y de bravura de nuestro inolvidable líder de la revolución bolivariana de Venezuela. La más importante de las revoluciones civiles vividas en el país en los últimos ciento veinte años.
CHÁVEZ ETERNAMENTE CHÁVEZ
Por José Pérez
1
Este árbol y estos pájaros son mi nombre y mi huella
Soy el caballo que pasa al monte a todo galope
donde la tarde reposa junto a mis antepasados.
2
Las raíces que me siguen nacieron de más allá.
Andaba mi general en charretera y a bestia.
Me le vine entre la sangre para decirle: —"Bolívar",
pero me devolvió un remolino
y una brisa de mares para mover las banderas.
3
En otra pradera abierta relinchó mi nostalgia
y un tarugo en la garganta me recordó mis arañas.
Vi la sombra de la abuela como una garza rosada
igual a la corocora que vuela por la llanura
llevando sobre sus plumas una sola palabra:
Revolución, Revolución, Revolución…
4
Cuando quise regresarme tenía el canto en los huesos
y andaba mi mano alta golpeando los cuatro vientos.
Ya miraba esas Antillas tan manchadas de sangre
a pesar de las estelas de nuestros libertadores.
Miré al Sur donde Neruda alzó su canto valiente
donde Vallejo se hizo piel rasgada de las penas.
Sobre el lomo de sus cordilleras acosté mis espadas
y juré ante las estrellas que no descansaría mi abrazo
hasta re-unir mis hermanos.
5
Al Gran Mariscal de Ayacucho lo encontré por una hendija
donde el ojo humano siente a pulso la bravura.
Nos hicimos de la brea y del barro y de la leña
donde no se siente miedo para enderezar los pasos.
Su altiva figura era dura como su talle y justa como su sable
y le conté uno a uno sus guerreros bisabuelos,
lo mismo que sus abuelos porque su padre soldado
le encaminó la orfandad.
6
Montado sobre el Pichincha y la cola del volcán
lo mismo que en Monte Sacro nuestro Padre Mayor
desenvainó la esperanza
y es la misma que me sigue.
Por eso lo americano es la piel de mi piel
y ningún imperio puede amarrar aquí sus cadenas.
7
La bandera de Miranda es la insignia del honor
por los derechos del hombre y la soberanía popular.
Así se lo dijo un día a Bernardo O`Higgins Riquelme,
los días que fue su maestro en la lejana Inglaterra
con los planes en la frente para liberar a América.
Ya Bolívar entonaba glorias al bravo pueblo
desde la remota entraña de la propia identidad.
Ya venían sus capitanes como peces en la mar
para juntar cardúmenes para la libertad.
José Ignacio Abreu y Lima arrimaba por La Guaira
y hasta un poco más allá en los campos de Carabobo.
Por ellos yo soy soldado
y siempre los cargo encima.
8
En la vuelta de una esquina me encontré a José Martí
leyendo para las sombras un verso luminoso.
El claro de la agonía se alejó de las congojas
porque le dije: "Ahora llegué yo, tú que me esperaste lejos".
En su mochila curtida estaban nombres comunes
y entendí de su raza y mi raza la entendí.
Así como la razón de toditas mis angustias.
9
La casa de palma grande en la que yo nací
aún tiene los rosarios de mi abuela Rosa Inés.
—"Buenos días o buenas noches, Virgen de la Soledad"
era su alegre saludo cuando el rancho estaba solo.
Eran dulces sus naranjas y muy grande su ternura
la misma que me sembró en lo profundo del pecho.
Por eso me llamo zambo.
Por eso me llamo indio.
Por eso me dicen Hugo,
el Hijo de Sabaneta.
Es que lo veo claríiito, como si fuera ayer.
10
—No te detengas, me dijo, aquel árbol zamorano
junto a relinchos lejanos que estremecieron las ramas.
No le temas a la diáspora ni al crujir de las metrallas
Que hasta aquí te trajo el verbo para fundar las batallas.
Todavía mi cuerpo flaco era temblor de sueños.
Todavía mi querida madre me buscaba en la sabana
pero yo andaba metido en el corazón de los hombres.
11
Empecé por los cuarteles junto al dolor de las noches.
Sentí las armas matar al campesino inocente.
Me crujieron los dientes al presentir injusticias
y ya nunca regresé de la senda justiciera.
"Donde está el alma del pueblo está el alma del ejército",
sentía que me lo decía Antonio José de Sucre.
12
En un viejo catanare de marca Mercedes Benz
camino a La Marqueseña
abandonado al olvido de los muertos que se fueron
encontré yo un viejo libro dedicado a Zamora
y aprendí de Marx y Lenin
hombre, pan y trabajo con justicia y dignidad.
Y para siempre aborrecí toda forma de ignominia.
Abajo los vasallajes porque lo humano es eterno.
13
Me mandaron engañado a perseguir guerrilleros
con el vapor del llano metido entre las alforjas.
Camino de San Mateo también del Apure adentro
me embragueté con los montes, sus garrapatas y charcos.
Así se curtió mi espíritu
antes del Samán de Güere
donde presté juramento
hasta el último de mis días.
Los antiguos oficiales eran unos canallas
con una bandeja de plata para entregar la Patria.
14
En Las Queseras del Medio quise aprender historia
y entendí que los lanceros son guerreros indomables.
Por eso creo en los centauros de otros tiempos y de ahora
los mil Pedro Pérez Delgado, junto a su caballo "Bala",
los mil Francisco Farfán, imposibles de vencer.
Las mil guitarras de Alí, el cantor soberano,
y Argimiro Gabaldón con sus mil empuñaduras.
—Sin olvidarnos del Che, siempre será la promesa,
ni tampoco de Fidel, el hombre de mil enigmas
hoy absuelto por la historia.
15
Allá en el Arauca adentro me puse a leer las aguas
tierra de Eneas Perdomo
y de las brisas de marzo
parrandeando con el arpa junto al cuatro y los capachos
con las botas de soldado, la poesía del sentimiento.
Ah lance el de Florentino,
Ah lance contra el diablo aquél.
Y yo que hasta le estrujé
que lo delataba el azufre.
En las trincheras de Elorza yo quise fundarme un rancho
para irme a descansar si el pueblo lo permitía.
16
La página que los pobres escribimos con la pobreza
es como aquellos mangos que bajaba de las matas
es como las ciruelas que me llevé en la mochila
es como aquella locha única para la escuela
y es como el dulce criollo que tanto salí a vender.
Después que pude ser grande a base de la honradez
igual que cuando jugaba por allá en La Carolina,
veo que la suerte es
igual que un pulmón abierto.
. 17
Donde quiera que me encuentre miren mi puño altivo
y no descansen ni un día mientras opriman al pueblo.
Que estallen las mil bengalas de la esperanza y el sueño
el día que nuestros hermanos luchen por su dignidad.
Que el mundo no se equivoque si piensan que ya nos fuimos
los mártires más fecundos para hacer revoluciones.
Pueden avanzar mucho en sus naves tecnológicas
pero igual nos uniremos camino adentro en las venas.
Pueden bombardear alto de manera tan cobarde
pero lancemos las llamas capaces de detenerlos.
Que no se borre mi ejemplo ni esta voz tan conocida
porque ahora tengo ojos en el centro de los cielos.
18
¡Es el huracán del tiempo
son las campanas que vuelven!
¡Es el grito zamorano
es Maisanta que me llama!
¡Son ustedes que me escuchan
metido en sus corazones!
Isla de Margarita, febrero 2014.
EL ÚLTIMO HOMBRE A CABALLO
Por José Pérez
Crines del viento adentro donde galopan mis sueños
hoy me vengo presentando en un nuevo amanecer
—Maisanta mi bisabuelo
Soy tu Hugo Rafael Chávez Frías
que te miraba de lejos
Me buscaron por los montes donde saltan los conejos
y vi las pieles desnudas de los tristes de Vallejo
de la cordillera andina las pampas selvas y esteros
porque toda la poesía es un canto que yo tengo
Soy sangre de amanecer de libertadores de pueblos
como la espina que espera
como el barro de los suelos
eco profundo y grito
espada de los lanceros
Que no se aparten de aquí esos valientes guerreros
que los cobardes del mundo sepan que estamos prestos
con dignidad de soldados pero siempre caballeros
humildad de campesinos aferrados al sombrero
Somos truenos y relámpagos
escudos vivos del sueño
Hijos de madres paridos para edificar lo bueno
combatir tantas maldades de políticos banqueros
señores de las oficinas
prestamistas paqueteros
destructores de las selvas
de los campos y riachuelos
no maten la garza mora
ni el pajarito azulejo
ya no arrojen el mercurio que contamina el suelo
Ah malaya la apetencia que discrimina al pendejo
aquel que sustenta hogar sudando siempre parejo
hombre probo de la raza de los indios y los negros
el fruto del mestizaje que es el mismo del que vengo
—Maisanta mi bisabuelo
para que yo lo buscara una tarde de febrero
Fueron nobles mis soldados amigos y compañeros
por ellos brindo mi nombre y las huellas que les dejo
sepan en otras fronteras
sepan los niños los viejos
las damas sin libertades oprimidas sin derechos
que pregono la igualdad y es solidario este anhelo
razón de la humanidad preservarse sin campos bélicos
sin las armas destructoras lanzadas desde los cielos
sin los millones de muertos aplastados como perros
Combatiente salva ya la dignidad que tenemos
que las botas terroristas disfrazadas del imperio
permitan oír al pobre que sufre y que tiene miedo
al niño manipulado para disparar sin saberlo
que está acabando el futuro por culpa de los cuatreros
De la tierra de Bolívar de Sucre don Andrés Bello
de la tierra de Martí De Lima y el che Ernesto
de Zamora, de Simón Rodríguez Maestro
de los libros que leí meditando sobre un cuaderno
diseñé la libertad con un perfil sin sosiego
pero quiso una enfermedad incurable de mi cuerpo
que no esté para mirarlos pero sí para quererlos
para que oigan mi voz para prestarles mi ejemplo
en las Antillas queridas y el África donde vengo
en este Caribe mestizo y el sentimiento sureño
el centro del continente y la Europa que respeto
en las naciones asiáticas luchadoras con empeño
hombre de Canadá, Norteamérica y de México
yo no abrigo rencor hablo claro y sí me quejo
porque es la historia del hombre que cada cien años despierto
en cualquier terruño del orbe
con las luchas que tenemos
—Maisanta mi bisabuelo
—Maisanta digo por ti
montando caballo en pelo
Hoy somos el huracán que se estremece en el viento
pueblos vienen pueblo van repitiendo nuestro credo
libertad y libertad con trabajo sudor y esmero
con la frente siempre en alto como escudo verdadero
con la bandera altiva que llevamos en los sueños
Libertad Libertad…
—¡Maisanta cuánto te quiero!
Isla de Margarita, 01 de marzo de 2015
CANTO A CHÁVEZ
Por José Pérez
I
Sentado, páginas en mano, buscando a Bolívar entre papeles, te miro.
La madrugada es fría y los corceles aguardan.
El soldado mira el alba cantando en diana.
II
Hay montañas remotas, doradas y de verdes. Hay almas humanas que sienten.
Tu nombre es centella y las águilas tiemblan al sentirlo. Tu voz es trueno, tu mano lanza.
Cualquiera dice que eres un héroe de siglos pasados, donde el tiempo se entierra.
Cualquiera sueña con venir a tu casa y abrazarte un día entero.
Cualquiera es una parte tuya que circula como tu sangre por las venas de América.
Una madre infinita de valles y sierras, de llanos y praderas, ríos y selvas, te pare
en cada amanecer.
III
Dicen que cantarte es tarde pero las plazas de los pueblos están vivas.
Eran lugares tristes y pesarosos
antes de que llegarás.
Los ancianos dejaron sus nostalgias o las recogieron, para acercarse a ti.
Hoy sus vidas cortas se consuelan de tu mano pródiga.
Les dicen pensionados.
Los tristes de ayer encontraron sonrisas sumergidas en el abismo del dolor
y hoy llenan las avenidas, pie en tierra, como árboles frondosos.
Visto por dentro, en la médula del sentir, esto se llama renacer.
Es canto de ave sonora cuando la lluvia llega y apacigua la sed
Es el devenir indómito de las eternidades del sueño.
IV
Dicen los niños que eres un cometa.
Ciertamente el cielo tiene algo de ti.
V
Noches y días son transparencias de tu jornada sin descanso.
Días y noches son tu eternidad para tu pueblo.
Dormir se te hizo lejos
Trabajar se te hace más
Pero tu cuerpo anda y anda sin reparos entre abrazos y reuniones
en confines y trasnochos
por donde la lejanía es murmullo del retumbante eco de tu voz.
Se sabe de los congresos
embajadas y mandatarios.
Se sabe de los créditos
viviendas y centros médicos. También del pan que el pobre come.
Se sabe de menesteres de gobierno
y también menesteres de la terquedad, la letra prohibida para el cansancio.
Aún así tu vuelo es largo y ancho, como la esperanza
llevado de la mano de las hijas tiernas que no te abandonan nunca
y de esa caricia menuda del agradecimiento espontáneo.
En el fondo de la sinrazón de tus atacantes
se sabe de tu alma generosa
y el torrente de todas tus bondades colectivas.
Tu cuerpo sabe de las huellas de tu andar aunque le ignores cicatrices
y pese sobre los huesos el crepitar del trabajo
pero la historia se hace con el pie pelado de la dignidad, sin cobardía.
VI
Frente a tu puerta aguardan mil corceles alistados como los de aquellas lanzas
que pintaron las ocho estrellas de nuestra heroica bandera.
Frente a tu puerta he venido a traerte un papel blanco para que lo mires
y escribas tus ideas.
Yo llevaré tu canto y tu pregón
hasta el Cajón de Arauca
Atravesaré las pampas río arriba hasta encontrar los tigres
y debajo de los samanes inolvidables y antañones recitaré tu credo.
No has venido en falso a pisar esta tierra para dejar abiertos los caminos
Yo llevaré tu puño como una antorcha y tu gorra roja florecerá en las colinas.
Yo saludaré tus hermanos desde el filo de los vientos
y que se multiplique tu canto como los panes de Cristo.
La tierra tiene olor a mojado
y aquellos astros del día y de la noche miran todo
al lado de los peces y cercano de las aves, hay niños despiertos
al lado de las flores y los libros, otros persiguen cuanto has dicho.
Nacer naciendo
Naciendo sin cesar
son tus versos febriles.
Por enseñar a pertenecernos, te salvaron los dioses. Por negarte a olvidarnos
te llevamos en los brazos. Por mostrarnos horizontes tenidos como funerarios
por los apátridas, descubrimos las llamas vivas subyacentes en el pasado nuestro.
Por vigilar las fronteras de las fieras nos mostraste lo grande de cuanto se quiere.
De tu vigilia aprendimos el otro despertar. De las espinas enterradas en tu alma
por traición o deslealtad aprendimos a mirar al justo y al correcto, al honesto y
laborioso. Ya nadie te juzga por no hacerlo todo bien. La vida palpita también en
los fracasos. La balanza dice que el sueño se fundó y habrá semillas. La tierra dice
que la hora de vencer se ha fundado para siempre. Y este canto es apenas una antorcha
que tomé al pasar por las calles floridas, tendida por manos generosas que tocaste
y que hoy bendicen tu mirada altiva y templada, con la dulzura adentro,
donde el reloj del corazón ama los pueblos. Donde tu pueblo ama tu corazón,
Comandante de los sueños.
Isla de Margarita, febrero 2012
TRES POEMAS PARA CHÁVEZ
Por José Pérez
Estos tres poemas, titulados "Canto a Chávez", "Chávez eternamente Chávez" y "El último hombre a caballo", fueron escritos en tres momentos diferentes. Uno, el Canto a Chávez, cuando se determinó su cáncer en Cuba, lo que me hizo tener la premonición de que se precipitaría el deterioro de su salud y posterior muerte, como en efecto ocurrió; en medio de toda miseria mediática impulsada por Nelson Bocaranda y el doctor José Rafael Marquina, quienes jugaron a todo tipo de especulación e insidia por la enfermedad del Comandante Eterno. Ese poema fue seleccionado para su publicación, dentro de los finalistas del certamen 4F Revolución de Febrero, convocado por el gobierno nacional e compilado en el libro La palabra por ahora (Caracas, Centro Nacional del Libro, 2013; págs. 279-282).
La Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la Oficina de Naciones Unidas y demás organismos internacionales con sede en Ginebra, invitaron a participar en la primera y segunda edición del Concurso "Hugo Chávez… Esperanza y Poesía" (2014 y 2015), dentro del marco de la conmemoración del Primer y Segundo Aniversarios de la siembra del líder histórico de la Revolución Bolivariana de Venezuela. Para esos concursos escribí los otros dos poemas, y uno de ellos fue publicado en España en el volumen antológico de dicho certamen, aunque aún el camarada Jorge Valero no me ha traído el ejemplar que me prometió, quizás por olvido de sus tantos compromisos y ocupaciones.
La hora cercana del 63 aniversario del natalicio de nuestro malogrado Comandante Eterno y el espíritu del nuevo proceso constituyentista que trata de levantar la moral del país, afianzar las raíces de sus luchas civiles, consagrar su democracia socialista, participativa y protagónica en un estado de derecho e independencia absoluta, preservando como valores supremos de la patria, su dignidad e identidad nacional ante todo elemento foráneo y toda manipulación interna de corte imperial y entreguista; hacen propicio el momento para poner en manos de nuestros pueblos del mundo, estos versos que intentan dejar vivas en el tiempo las palabras de amor, de libertad y de bravura de nuestro inolvidable líder de la revolución bolivariana de Venezuela. La más importante de las revoluciones civiles vividas en el país en los últimos ciento veinte años.
CHÁVEZ ETERNAMENTE CHÁVEZ
Por José Pérez
1
Este árbol y estos pájaros son mi nombre y mi huella
Soy el caballo que pasa al monte a todo galope
donde la tarde reposa junto a mis antepasados.
2
Las raíces que me siguen nacieron de más allá.
Andaba mi general en charretera y a bestia.
Me le vine entre la sangre para decirle: —"Bolívar",
pero me devolvió un remolino
y una brisa de mares para mover las banderas.
3
En otra pradera abierta relinchó mi nostalgia
y un tarugo en la garganta me recordó mis arañas.
Vi la sombra de la abuela como una garza rosada
igual a la corocora que vuela por la llanura
llevando sobre sus plumas una sola palabra:
Revolución, Revolución, Revolución…
4
Cuando quise regresarme tenía el canto en los huesos
y andaba mi mano alta golpeando los cuatro vientos.
Ya miraba esas Antillas tan manchadas de sangre
a pesar de las estelas de nuestros libertadores.
Miré al Sur donde Neruda alzó su canto valiente
donde Vallejo se hizo piel rasgada de las penas.
Sobre el lomo de sus cordilleras acosté mis espadas
y juré ante las estrellas que no descansaría mi abrazo
hasta re-unir mis hermanos.
5
Al Gran Mariscal de Ayacucho lo encontré por una hendija
donde el ojo humano siente a pulso la bravura.
Nos hicimos de la brea y del barro y de la leña
donde no se siente miedo para enderezar los pasos.
Su altiva figura era dura como su talle y justa como su sable
y le conté uno a uno sus guerreros bisabuelos,
lo mismo que sus abuelos porque su padre soldado
le encaminó la orfandad.
6
Montado sobre el Pichincha y la cola del volcán
lo mismo que en Monte Sacro nuestro Padre Mayor
desenvainó la esperanza
y es la misma que me sigue.
Por eso lo americano es la piel de mi piel
y ningún imperio puede amarrar aquí sus cadenas.
7
La bandera de Miranda es la insignia del honor
por los derechos del hombre y la soberanía popular.
Así se lo dijo un día a Bernardo O`Higgins Riquelme,
los días que fue su maestro en la lejana Inglaterra
con los planes en la frente para liberar a América.
Ya Bolívar entonaba glorias al bravo pueblo
desde la remota entraña de la propia identidad.
Ya venían sus capitanes como peces en la mar
para juntar cardúmenes para la libertad.
José Ignacio Abreu y Lima arrimaba por La Guaira
y hasta un poco más allá en los campos de Carabobo.
Por ellos yo soy soldado
y siempre los cargo encima.
8
En la vuelta de una esquina me encontré a José Martí
leyendo para las sombras un verso luminoso.
El claro de la agonía se alejó de las congojas
porque le dije: "Ahora llegué yo, tú que me esperaste lejos".
En su mochila curtida estaban nombres comunes
y entendí de su raza y mi raza la entendí.
Así como la razón de toditas mis angustias.
9
La casa de palma grande en la que yo nací
aún tiene los rosarios de mi abuela Rosa Inés.
—"Buenos días o buenas noches, Virgen de la Soledad"
era su alegre saludo cuando el rancho estaba solo.
Eran dulces sus naranjas y muy grande su ternura
la misma que me sembró en lo profundo del pecho.
Por eso me llamo zambo.
Por eso me llamo indio.
Por eso me dicen Hugo,
el Hijo de Sabaneta.
Es que lo veo claríiito, como si fuera ayer.
10
—No te detengas, me dijo, aquel árbol zamorano
junto a relinchos lejanos que estremecieron las ramas.
No le temas a la diáspora ni al crujir de las metrallas
Que hasta aquí te trajo el verbo para fundar las batallas.
Todavía mi cuerpo flaco era temblor de sueños.
Todavía mi querida madre me buscaba en la sabana
pero yo andaba metido en el corazón de los hombres.
11
Empecé por los cuarteles junto al dolor de las noches.
Sentí las armas matar al campesino inocente.
Me crujieron los dientes al presentir injusticias
y ya nunca regresé de la senda justiciera.
"Donde está el alma del pueblo está el alma del ejército",
sentía que me lo decía Antonio José de Sucre.
12
En un viejo catanare de marca Mercedes Benz
camino a La Marqueseña
abandonado al olvido de los muertos que se fueron
encontré yo un viejo libro dedicado a Zamora
y aprendí de Marx y Lenin
hombre, pan y trabajo con justicia y dignidad.
Y para siempre aborrecí toda forma de ignominia.
Abajo los vasallajes porque lo humano es eterno.
13
Me mandaron engañado a perseguir guerrilleros
con el vapor del llano metido entre las alforjas.
Camino de San Mateo también del Apure adentro
me embragueté con los montes, sus garrapatas y charcos.
Así se curtió mi espíritu
antes del Samán de Güere
donde presté juramento
hasta el último de mis días.
Los antiguos oficiales eran unos canallas
con una bandeja de plata para entregar la Patria.
14
En Las Queseras del Medio quise aprender historia
y entendí que los lanceros son guerreros indomables.
Por eso creo en los centauros de otros tiempos y de ahora
los mil Pedro Pérez Delgado, junto a su caballo "Bala",
los mil Francisco Farfán, imposibles de vencer.
Las mil guitarras de Alí, el cantor soberano,
y Argimiro Gabaldón con sus mil empuñaduras.
—Sin olvidarnos del Che, siempre será la promesa,
ni tampoco de Fidel, el hombre de mil enigmas
hoy absuelto por la historia.
15
Allá en el Arauca adentro me puse a leer las aguas
tierra de Eneas Perdomo
y de las brisas de marzo
parrandeando con el arpa junto al cuatro y los capachos
con las botas de soldado, la poesía del sentimiento.
Ah lance el de Florentino,
Ah lance contra el diablo aquél.
Y yo que hasta le estrujé
que lo delataba el azufre.
En las trincheras de Elorza yo quise fundarme un rancho
para irme a descansar si el pueblo lo permitía.
16
La página que los pobres escribimos con la pobreza
es como aquellos mangos que bajaba de las matas
es como las ciruelas que me llevé en la mochila
es como aquella locha única para la escuela
y es como el dulce criollo que tanto salí a vender.
Después que pude ser grande a base de la honradez
igual que cuando jugaba por allá en La Carolina,
veo que la suerte es
igual que un pulmón abierto.
. 17
Donde quiera que me encuentre miren mi puño altivo
y no descansen ni un día mientras opriman al pueblo.
Que estallen las mil bengalas de la esperanza y el sueño
el día que nuestros hermanos luchen por su dignidad.
Que el mundo no se equivoque si piensan que ya nos fuimos
los mártires más fecundos para hacer revoluciones.
Pueden avanzar mucho en sus naves tecnológicas
pero igual nos uniremos camino adentro en las venas.
Pueden bombardear alto de manera tan cobarde
pero lancemos las llamas capaces de detenerlos.
Que no se borre mi ejemplo ni esta voz tan conocida
porque ahora tengo ojos en el centro de los cielos.
18
¡Es el huracán del tiempo
son las campanas que vuelven!
¡Es el grito zamorano
es Maisanta que me llama!
¡Son ustedes que me escuchan
metido en sus corazones!
Isla de Margarita, febrero 2014.
EL ÚLTIMO HOMBRE A CABALLO
Por José Pérez
Crines del viento adentro donde galopan mis sueños
hoy me vengo presentando en un nuevo amanecer
—Maisanta mi bisabuelo
Soy tu Hugo Rafael Chávez Frías
que te miraba de lejos
Me buscaron por los montes donde saltan los conejos
y vi las pieles desnudas de los tristes de Vallejo
de la cordillera andina las pampas selvas y esteros
porque toda la poesía es un canto que yo tengo
Soy sangre de amanecer de libertadores de pueblos
como la espina que espera
como el barro de los suelos
eco profundo y grito
espada de los lanceros
Que no se aparten de aquí esos valientes guerreros
que los cobardes del mundo sepan que estamos prestos
con dignidad de soldados pero siempre caballeros
humildad de campesinos aferrados al sombrero
Somos truenos y relámpagos
escudos vivos del sueño
Hijos de madres paridos para edificar lo bueno
combatir tantas maldades de políticos banqueros
señores de las oficinas
prestamistas paqueteros
destructores de las selvas
de los campos y riachuelos
no maten la garza mora
ni el pajarito azulejo
ya no arrojen el mercurio que contamina el suelo
Ah malaya la apetencia que discrimina al pendejo
aquel que sustenta hogar sudando siempre parejo
hombre probo de la raza de los indios y los negros
el fruto del mestizaje que es el mismo del que vengo
—Maisanta mi bisabuelo
para que yo lo buscara una tarde de febrero
Fueron nobles mis soldados amigos y compañeros
por ellos brindo mi nombre y las huellas que les dejo
sepan en otras fronteras
sepan los niños los viejos
las damas sin libertades oprimidas sin derechos
que pregono la igualdad y es solidario este anhelo
razón de la humanidad preservarse sin campos bélicos
sin las armas destructoras lanzadas desde los cielos
sin los millones de muertos aplastados como perros
Combatiente salva ya la dignidad que tenemos
que las botas terroristas disfrazadas del imperio
permitan oír al pobre que sufre y que tiene miedo
al niño manipulado para disparar sin saberlo
que está acabando el futuro por culpa de los cuatreros
De la tierra de Bolívar de Sucre don Andrés Bello
de la tierra de Martí De Lima y el che Ernesto
de Zamora, de Simón Rodríguez Maestro
de los libros que leí meditando sobre un cuaderno
diseñé la libertad con un perfil sin sosiego
pero quiso una enfermedad incurable de mi cuerpo
que no esté para mirarlos pero sí para quererlos
para que oigan mi voz para prestarles mi ejemplo
en las Antillas queridas y el África donde vengo
en este Caribe mestizo y el sentimiento sureño
el centro del continente y la Europa que respeto
en las naciones asiáticas luchadoras con empeño
hombre de Canadá, Norteamérica y de México
yo no abrigo rencor hablo claro y sí me quejo
porque es la historia del hombre que cada cien años despierto
en cualquier terruño del orbe
con las luchas que tenemos
—Maisanta mi bisabuelo
—Maisanta digo por ti
montando caballo en pelo
Hoy somos el huracán que se estremece en el viento
pueblos vienen pueblo van repitiendo nuestro credo
libertad y libertad con trabajo sudor y esmero
con la frente siempre en alto como escudo verdadero
con la bandera altiva que llevamos en los sueños
Libertad Libertad…
—¡Maisanta cuánto te quiero!
Isla de Margarita, 01 de marzo de 2015
CANTO A CHÁVEZ
Por José Pérez
I
Sentado, páginas en mano, buscando a Bolívar entre papeles, te miro.
La madrugada es fría y los corceles aguardan.
El soldado mira el alba cantando en diana.
II
Hay montañas remotas, doradas y de verdes. Hay almas humanas que sienten.
Tu nombre es centella y las águilas tiemblan al sentirlo. Tu voz es trueno, tu mano lanza.
Cualquiera dice que eres un héroe de siglos pasados, donde el tiempo se entierra.
Cualquiera sueña con venir a tu casa y abrazarte un día entero.
Cualquiera es una parte tuya que circula como tu sangre por las venas de América.
Una madre infinita de valles y sierras, de llanos y praderas, ríos y selvas, te pare
en cada amanecer.
III
Dicen que cantarte es tarde pero las plazas de los pueblos están vivas.
Eran lugares tristes y pesarosos
antes de que llegarás.
Los ancianos dejaron sus nostalgias o las recogieron, para acercarse a ti.
Hoy sus vidas cortas se consuelan de tu mano pródiga.
Les dicen pensionados.
Los tristes de ayer encontraron sonrisas sumergidas en el abismo del dolor
y hoy llenan las avenidas, pie en tierra, como árboles frondosos.
Visto por dentro, en la médula del sentir, esto se llama renacer.
Es canto de ave sonora cuando la lluvia llega y apacigua la sed
Es el devenir indómito de las eternidades del sueño.
IV
Dicen los niños que eres un cometa.
Ciertamente el cielo tiene algo de ti.
V
Noches y días son transparencias de tu jornada sin descanso.
Días y noches son tu eternidad para tu pueblo.
Dormir se te hizo lejos
Trabajar se te hace más
Pero tu cuerpo anda y anda sin reparos entre abrazos y reuniones
en confines y trasnochos
por donde la lejanía es murmullo del retumbante eco de tu voz.
Se sabe de los congresos
embajadas y mandatarios.
Se sabe de los créditos
viviendas y centros médicos. También del pan que el pobre come.
Se sabe de menesteres de gobierno
y también menesteres de la terquedad, la letra prohibida para el cansancio.
Aún así tu vuelo es largo y ancho, como la esperanza
llevado de la mano de las hijas tiernas que no te abandonan nunca
y de esa caricia menuda del agradecimiento espontáneo.
En el fondo de la sinrazón de tus atacantes
se sabe de tu alma generosa
y el torrente de todas tus bondades colectivas.
Tu cuerpo sabe de las huellas de tu andar aunque le ignores cicatrices
y pese sobre los huesos el crepitar del trabajo
pero la historia se hace con el pie pelado de la dignidad, sin cobardía.
VI
Frente a tu puerta aguardan mil corceles alistados como los de aquellas lanzas
que pintaron las ocho estrellas de nuestra heroica bandera.
Frente a tu puerta he venido a traerte un papel blanco para que lo mires
y escribas tus ideas.
Yo llevaré tu canto y tu pregón
hasta el Cajón de Arauca
Atravesaré las pampas río arriba hasta encontrar los tigres
y debajo de los samanes inolvidables y antañones recitaré tu credo.
No has venido en falso a pisar esta tierra para dejar abiertos los caminos
Yo llevaré tu puño como una antorcha y tu gorra roja florecerá en las colinas.
Yo saludaré tus hermanos desde el filo de los vientos
y que se multiplique tu canto como los panes de Cristo.
La tierra tiene olor a mojado
y aquellos astros del día y de la noche miran todo
al lado de los peces y cercano de las aves, hay niños despiertos
al lado de las flores y los libros, otros persiguen cuanto has dicho.
Nacer naciendo
Naciendo sin cesar
son tus versos febriles.
Por enseñar a pertenecernos, te salvaron los dioses. Por negarte a olvidarnos
te llevamos en los brazos. Por mostrarnos horizontes tenidos como funerarios
por los apátridas, descubrimos las llamas vivas subyacentes en el pasado nuestro.
Por vigilar las fronteras de las fieras nos mostraste lo grande de cuanto se quiere.
De tu vigilia aprendimos el otro despertar. De las espinas enterradas en tu alma
por traición o deslealtad aprendimos a mirar al justo y al correcto, al honesto y
laborioso. Ya nadie te juzga por no hacerlo todo bien. La vida palpita también en
los fracasos. La balanza dice que el sueño se fundó y habrá semillas. La tierra dice
que la hora de vencer se ha fundado para siempre. Y este canto es apenas una antorcha
que tomé al pasar por las calles floridas, tendida por manos generosas que tocaste
y que hoy bendicen tu mirada altiva y templada, con la dulzura adentro,
donde el reloj del corazón ama los pueblos. Donde tu pueblo ama tu corazón,
Comandante de los sueños.
Isla de Margarita, febrero 2012