Presencié una discusión entre vecinos que no pasó a mayores inconvenientes, gritos, amenazas y groserías de adultos exaltados, pronunciadas ante sus hijos y nietos en lamentable y pésimo ejemplo. Fui testigo involuntario de este suceso, horas antes que se anunciara el resultado de la cita electoral, donde OCHO MILLONES DE VOTANTES, aprobaron la convocatoria que hizo el Presidente Nicolás Maduro Moros, el 1° de Mayo 2017, para introducir reformas a la Constitución.
El argumento de unos ciudadanos en la gresca vecinal, era criticar a quienes permitieron el ingreso de gente extraña al estacionamiento privado, considerando que los manifestantes con mirada de furia, destrozaban cacerolas y ollas de sus madres y abuelas. Este "delito" de pedirles paz, produjo la molestia de unos 25 ciudadanos y desató la discusión, una discordia temporal innecesaria, acompañada de frases descompuestas, en presencia de menores de edad.
En la noche, la Rectora principal del CNE anunció resultados de asistencia record a la consulta sobre la ANC, imaginé la desazón de aquellos vecinos al enterarse que pese a intentos de saboteo, paramilitares venidos del exterior, siembra de miedo, y el apoyo de gobernantes extranjeros a la oposición venezolana, ocho (8) millones de sufragantes acudieron al llamado presidencial, para demostrar soberanía patria y, entre otros beneficios, constitucionalizar las misiones y grandes misiones.
Al momento de escribir esta reflexión de opinión, me pregunté si entre vociferantes violentos peligrosamente frustrados, o entre vecinos emocionalmente excitados, considerarán que Nicolás Maduro Moros tiene mucho mayor apoyo que sus colegas presidentes: Trump, Santos, Macri, Temer, Peña Nieto y Kuczynski (auto bautizado "perrito faldero" de los gringos). Nicolás, el primer hijo de Chávez en la presidencia de la República, surge convertido en Súper Maduro, defensor del modelo socialista.