Las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela fueron un contundente triunfo para la Revolución Bolivariana. Más de ocho millones de personas emitieron su voto eligiendo a los diferentes candidatos para que asuman la responsabilidad de garantizar la paz, la justicia, la soberanía y seguir avanzando en la construcción de la definitiva independencia y el socialismo. La derecha, nacional e internacional, nuevamente retomaron el camino de la derrota y la frustración.
En condiciones muy adversas, esos ocho millones de voluntades que votaron el 30 de julio, representan una base muy sólida para seguir recuperando espacio para la Revolución, para liquidar a la derecha fascista y para doblegar a la oposición privatista y vendepatria. No es poca cosa que ante la feroz embestida imperialista, una muralla de patriotas conscientes haya puesto freno a una fuerza reaccionaria escandalosamente apoyada desde los centros mundiales del poder capitalista. El gobierno bolivariano, ante esa complicada situación, apeló a la voluntad popular, y los resultados están a la vista. Una lección a tener en cuenta para las futuras batallas.
De ahora en más, una vez instalada la Asamblea Nacional Constituyente originaria y soberana, nuevos desafíos habrá que enfrentar. Por un lado, desmantelar el aparato terrorista montado por el fascismo. Ello implica, entre otras cosas, reestructurar la Fiscalía, quitar inmunidad a los asambleístas involucrados en las acciones violentas que dejaron más de 100 muertos en las jornadas contrarrevolucionarias vividas, procesar a los autores materiales e intelectuales de los delitos cometidos y activar con celeridad la Comisión de la Verdad. Un categórico ¡basta a la impunidad! se escuchó en las urnas este domingo.
Por otro lado, la ANC tendrá que abocarse decididamente a solucionar el problema económico, fundamentalmente en lo concerniente al acceso a los bienes básicos de la canasta familiar. En ese sentido es fundamental tomar medidas severas contra la burguesía importadora venezolana, principal aliada de los Estados Unidos y sector directriz del bloque oligárquico. La posibilidad de nacionalización del comercio exterior tiene que ser estudiada necesariamente por los constituyentistas, ya que esa medida pondría en manos de la Nación el control absoluto de las divisas, como asimismo evitaría la fuga de capitales y permitiría la correcta planificación en dirección a la Venezuela productiva y soberana que necesita el país.
De manera urgente e impostergable hay que implementar un sistema real y eficiente de control de precios (estudio de costos desde la óptica nacional-popular), que castigue la especulación, la usura, el acaparamiento, la corrupción y el contrabando, con sanciones ejemplares para todos aquellos que incurran en esos delitos, con fiscalización popular y mediante la alianza cívico-militar desplegada.
La delincuencia, sea común o política, debe enrolarse en una sola categoría: delincuencia contrarrevolucionaria. Ya se verificó que la delincuencia común es caldo de cultivo para el accionar de la derecha fascista. Garantizar el orden interno, como señalaba Fidel, implica imponer la mano dura a quienes atentan contra la seguridad ciudadana y sus bienes. Apegadas a las leyes de la República, las fuerzas de seguridad y el pueblo mismo tendrán que combatir contundentemente el crimen organizado.
El Estado popular deberá depurarse de los agentes infiltrados en él, sea de funcionarios opositores en puestos claves como también de falsos chavistas ineficientes, corruptos o ganados a las prácticas del privilegio, la discrecionalidad, el autoritarismo o la comodidad. Es insoslayable y urgente rescatar el concepto de servidor público (servir al pueblo) contra la figura desprestigiada del funcionario público, asociada empíricamente al burocratismo.
Los 15 motores productivos deberán ser reimpulsados y rediseñados, considerando una planificación centralizada que informe periódicamente sobre sus avances, de forma metódica y con objetivos bien marcados, sean a corto plazo, mediano o largo. El pueblo debe conocer e involucrarse en las metas, correcciones oportunas y objetivos estratégicos. El Plan de la Patria, legado del Comandante Chávez, debe ser la guía para superar la economía rentística y transitar la vía productiva soberana.
Asimismo, se hace necesario fortalecer la diplomacia de los pueblos. Las lecciones del 30 de julio nos indican claramente que los pueblos del mundo, principalmente los latinoamericano-caribeños, son solidarios con la Revolución Bolivariana, más allá de los gobiernos circunstanciales que hoy existan. Las embajadas de la Venezuela revolucionaria deberán acomodarse a las nuevas circunstancias y a los nuevos desafíos, con personal comprometido con la causa y accionando en pos de las necesidades concretas de la Revolución.
La política exterior venezolana ha dado señales inequívocas de ser vanguardia de la lucha antiimperialista y de respeto a la autodeterminación de los pueblos. En esa dirección hay que seguir avanzando en estrechar vínculos con todos aquellos que bregan por un mundo multipolar y pluricéntrico. Las relaciones con Rusia, China, Sudáfrica, Bielorrusia, India, Irán y otros países amigos se deberán incrementar, como también fortalecer el ALBA y Petrocaribe.
El Plan de la Patria señala con absoluta claridad los objetivos históricos en el punto 4, “Desmontar el sistema neocolonial de dominación imperial”. Por ejemplo, el punto 4.4.2 dice: “Reducir a niveles que no comprometan la Independencia Nacional el relacionamiento económico y tecnológico con los centros imperiales de dominación”. En lo referente al comercio, y por ende a un tema que es primordial en función de la obtención de divisas fuera del ámbito del comercio de hidrocarburos, se lee: 4.4.3.2. Efectuar la porción mayoritaria del intercambio económico y comercial con polos emergentes del mundo nuevo; 4.4.3.3. Incrementar la participación económica y tecnológica de polos emergentes del mundo en proyectos de desarrollo nacional; 4.4.3.4. Establecer alianzas para la coordinación política y el intercambio económico entre mecanismos de unión del Sur de los diferentes continentes, con especial énfasis en los BRICS. Vale decir que cada embajada debe de convertirse en una avanzada para facilitar la inserción de Venezuela fuera del sistema neocolonial de dominación.
El triunfo popular del 30 de julio deberá profundizar la Revolución, ese es el mandato del pueblo. Nuevas y difíciles batallas se avecinan, el imperialismo y sus aliados no se quedarán con los brazos cruzados, eso lo sabemos. Queda en los revolucionarios y revolucionarias retomar la gesta gloriosa comenzada por Bolívar y Chávez.