Esa es la base teórica del golpe de timón dado por el gobierno de Maduro: dejarle el control de los distintos procesos económicos a los capitalistas, con la idea vana de que al capitalismo se lo puede domeñar. Este asunto es significativo si queremos desmontar la trampa del "nuevo modelo económico" de Maduro, claramente reformista. Para Marx el antagonismo entre propietarios capitalistas y trabajadores asalariados y desposeídos se resuelve en una lucha revolucionaria que termina por igualar racionalmente las oportunidades de vida de todos los miembros de la sociedad. La existencia de una condición anula la existencia de la otra condición; o hay privilegios y estratos sociales o todos somos sometidos a las mismas ventajas o condiciones de existencia, es decir, o todos somos tratados con justicia dentro de nuestras diferencias; que ella nos haga humanamente iguales, no existe espacio para términos medios o ambiguos. Por una razón lógica (ideológica, y cultural): ninguna clase social atenta contra sus propios intereses de clase, es decir, hablamos de clases sociales, no de individualidades; hablamos de un sistema, no de individualidades, se trata de la hegemonía de una forma espiritual de vida que se impone a la voluntad de otra. Por otro lado, solo las voluntades individuales son susceptibles de cambiar de forma de pensar y de actuar. Pero un sistema cultivado en el tiempo y la costumbre, que actúa en base a su propia lógica irracional, espejo de lo más débil y depredador del animal humano y que funciona autónomamente, a pesar de las acciones y deseos individuales, no.
Podríamos decir que la clase trabajadora, el proletariado consciente debe luchar una gesta titánica para liberarse de una máquina totalmente deshumanizada e impersonal, que se reconoce en el sistema de producción material capitalista con todos sus añadidos espirituales, también de naturaleza deshumanizada (depredador, mecánico, conductual. Por ejemplo, en el capitalismo, eso que llaman los teóricos liberales la "función social del empresario" y el altruismo empresarial –fundaciones, ONGs, etc.- siempre redundan en ganancias ideológicas, psicológicas y económicas para los empresarios y el capitalismo en general, en fin, son una manera eficiente para la reproducción social del sistema capitalista, ningún esfuerzo se pierde).
El reformismo respecto a los principios marxistas de la revolución socialista es de vieja data. Se basa en un tránsito pacífico hacia el socialismo mediante fórmulas que consideran, sobre todo, las reivindicaciones obreras como conquistas revolucionarias. Cuando estas reivindicaciones sociales representan más bien maneras más acabadas y exitosas de reproducir y afianzar la hegemonía burguesa capitalista sobre las mayorías paupérrimas y sobre la desdichada clase media; mecanismos de adaptación del capitalismo para superar todas las contradicciones más difíciles. Todas esas reivindicaciones, que están a la base de la idea "progresista" del capitalismo, no son otra cosa que una farsa, una ilusión de justicia social, que le sirve a los propietarios para sostenerse en el tiempo de manera más eficiente que la represión salvaje; se trata de hacer pensar al esclavo con los valores de su amo y con eso se ahorran gastos sociales y se gana en fuerza de trabajo de reserva, a fin de controlar el costo de la fuerza de trabajo, de la mano de obra. Eso es archiconocido; fastidia decirlo, pero hay que precaverse de algunos flojos charlatanes.
Sin embargo, el pensamiento reformista sobrevivió en el pensamiento socialdemócrata burgués, es decir, en la democracia burguesa. En Venezuela: AD, COPEI, PRIMERO JUSTICIA, VP, URD, MAS, CAUSA-R, PCV, MEP. PSUV….
Sus prácticas políticas solo se distinguen, unas de otras, según los éxitos políticos conquistados, accidentalmente dentro de la población, o a razón de los millones que reciban del capitalista o capitalistas con el que cuente cada quien, casualmente; por eso unos pueden ser más fascistas o menos fascistas, más oscuros o más claros, mas manipuladores, más traidores, más decentes o menos inmorales etc. En el terreno de la socialdemocracia no cabe la palabra revolución (Aunque la mayoría se llamen partidos revolucionarios, de cambio, de izquierda: eso siempre resulta un buen enganche comercial), Sin embargo los gobierna un solo objetivo, el cual es alcanzar el poder político para mantener las cosas como están saciar algunas insatisfacciones. Cuando mucho, algunos han intentado "civilizar" a los capitalistas, racionalizar las leyes irracionales que mueven el libre mercado, pero no pasan del discurso.
El capitalismo es un antivalor inclusive dentro de las ofertas electorales de la derecha, no se entiendo cómo este gobierno lo puede apoyar de manera tan directa y descarada. Claro, menos se entiende que los chavistas, humildes o no, intelectuales e inexpertos, no puedan vincular ese antivalor con las leyes que norman los negocios redituables de la empresa privada, es decir, de la empresa que trabaja para enriquecer a un individuo, a una familia, a unos pocos, sobre el sufrimiento del resto de la sociedad.
Capitalismo es un sistema económico que norma y organiza a la sociedad. Detrás del capitalismo están los valores decadentes de la burguesía y de una aristocracia la cual ha devenido en negocio, en sostenerse en el tiempo pero por ser la meta espiritual de todo multimillonario, es decir, el corazón espiritual de la sociedad capitalista. Sin lujo, lujos; sin aristocracia no hay prestigio que valga, no hay estatus que valga; hasta los más hábiles deportistas, lo mejores científicos, y muchísimos artistas mediocres, sueñan con ser por lo menos apadrinados por algún millonario y bendecido por la alta sociedad; y si ésta es europea, mejor. Este es el modelo que sigue todo el mundo "normal", que motiva o inspira a los hombres y mujeres, tanto a los pastores evangélicos y los obispos como a la mafia siciliana o rusa, en la sociedad capitalista; desde Miami hasta Paris, por establecer dos extremos, desde Los Ángeles hasta Florencia o Roma, desde Caracas hasta Beijing.
La revolución socialista es en espíritu y por eso resulta lenta, porque supone un profundo desengaño de lo no somos, a pesar de las formalidades del discurso, de la militancia, del carné, de la pinta, del caletre y su consecuente letanía cuasi marxista, tipo "Frente Francisco de Miranda".
¿Quiere alguien recibir una lección de apostolado revolucionario, una lección de responsabilidad, de honradez, de consciencia revolucionarias, debería leer de Fidel Castro un libro de memorias llamado "La victoria estratégica"? Y cito este texto altamente pedagógico, porque la revolución se hace, fundamentalmente en el espíritu a través de las prácticas de vida, políticas, revolucionarias, inteligentes pero fundamentalmente de vida. Aprendiendo a liderar hombres en la lucha batalla, para que no se aparten del bien y el amor a su semejantes, por encima de todo; sentido de justicia; asumiendo el peso de la responsabilidad que supone conservar la vida y la moral de otros seres humanos; del costo que supone compartir y realizar nuestros ideales con cualquier ser pensante.
En la revolución socialista no cabe la irresponsabilidad, el individualismo a ultranza, el egoísmo, la mezquindad, la codicia y la avaricia, y el resto de casi todos los pecados capitales y veniales. Si acaso apareciera un empresario tan honrado como para pensar en el suerte de la sociedad seguro que no sería un capitalista, sería un caso raro de socialista convencido, producto, eso sí, de alguna ruptura o grieta en alguna de las columnas que sostienen a la sociedad burguesa.
NOSOTROS NO SOMOS REFORMISTAS ¡VIVA EL HOMBRE NUEVO!
Marcos Luna 04/08/2017