Vivimos la decadencia de una clase social, los vientos de la historia la encumbraron al poder y el barro no dio para más, su fracaso es el fracaso de una sociedad extenuada. Vivimos tiempos oscuros, el humanismo precisa ser enarbolado en medio del linchamiento del sentimiento.
Parece ser que todas las pulsaciones más ruines, las depravaciones mayores, se concentran en los eslabones más débiles, en las crisis de la gran cadena de dominación imperial. Así como en el eslabón más débil residen las condiciones para la liberación del humano, también prosperan las peores muestras de antihumanismo. Parece ser que cuando se despierta un gigante, una masa desposeída, y no se conduce a territorios de humanismo, esa fuerza desatada de las cadenas éticas de la dominación se desliza a territorios donde gobiernan los abismos horrendos de la psiquis, la ley de la caverna se apodera de esta especie extraordinaria pero también terrible capaz de hacer poesía y de entablar guerras, de arrullar a un niño y también de guillotinar a un hombre.
Después de Chávez, luego de asesinado el humanismo, lentamente asoma un monstruo ante los ojos irresponsables de los líderes. La bestia se alimenta de la pequeñez, de la mediocridad, pero también de la cobardía, el silencio la anima, la indiferencia la estimula, en la estulticia germina. No hay quién la detenga, crece y amenaza con devorar todo, a todos, ni sus creadores están a salvo.
Los signos son claros y nadie los ve: un poeta convertido en inquisidor, defendiendo la esclavitud y el metal no alarma. Un amigo perseguido, acusado, juzgado, pierde toda solidaridad, nadie voltea a mirar al cadalso, padece el abandono de la soledad más que cualquier otro castigo. Una señora paga todas las culpas y nadie se extraña. Tribunales de la inquisición brotan como hongos en el estiércol, los gorros del ku klux klan ocupan el estrado, los mediocres son jueces y las sanguijuelas ejemplo. Los que ayer acusaban al Comandante, ahora dictan cátedra jurídica. Los empresarios cantan como obreros, y los dirigentes obreros viven como empresarios. La basura es restoran. El hombre es lobo del hombre, o se es presa o se es depredador, la convivencia es la de las bestias. Ahora todo es mentira y todo puede ser verdad, volvieron los tiempos de los juicios de Moscú. Los que ayer eran monstruos verdes, hoy son interlocutores de la locura. Ahora los monstruos son otros que ayer eran poder moral. Ya el mundo no está al revés, se volvió trizas, ninguna pieza encaja, cualquier cosa puede pasar.
En estos tiempos, la tabla de salvación es el humanismo, volver al hombre, a la fraternidad, a la solidaridad, al amor, al espíritu, en exceso, que desborde, equivocarse del lado del amor. Regresar a los sentimientos que movieron a Bolívar a cruzar Los Andes, a Argimiro a tomar el camino difícil, a Fabricio a cambiar las comodidades del curul por la miasma del campamento, todos guiados por profundos sentimientos de amor, los mismos del Che en su martirio americano. Son los sentimientos altruistas que movieron a tantos anónimos que dieron sangre a las luchas libertarias del mundo, desde Espartaco hasta Saturno, desde los combatientes de las brigadas internacionales de la guerra española hasta el Pica en Iracara.
Desde ese sentimiento de profundo amor renacerá la Aurora.