En la decrepitud del sistema político se muestran sus entrañas, brotan sus miserias. Hoy el ambiente se infecta de corrupción, de pragmatismo, de hamponato.
Las acusaciones son moneda común, a la primera disidencia surgen los documentos, las noticias de cuentas en dólares, las amenazas. La extorsión se adueña del paisaje, hay una especie de bachaqueo, la justicia tiene el sello del capital. Se acusa a cualquier funcionario que disiente y éste replica con una contra denuncia, así el estamento político va mostrando sus miserias, se van desprestigiando, la sombra lo cubre todo, la verdad está en venta. Vivimos tiempos parecidos a la cuarta, cuando el desprestigio forzó los cambios: el ambiente era propicio para el fascismo, pero surgió Chávez y el Patriotismo verdadero se abrió vía.
Podríamos pasar días estudiando los casos, desenredando la madeja, y eso no pasaría de ser chisme de farándula. Lo importante es estudiar el fenómeno en sus raíces, ¿de dónde viene, es funcional a la democracia burguesa?, ¿cuáles son sus orígenes morales?, su uso como arma política, el silencio como mercancía. Veamos.
El cuadro es terrible, sorprende a los incautos, que no perciben la inmensa corrupción que es el sistema capitalista, capaz de lanzar bombas, de genocidios, de asesinar líderes, envenenar al planeta, todo por ampliar los mercados, proteger sus intereses. Entonces, para ser honestos, para no ser cómplices de corrupción, no perseguir sólo a los síntomas y no a la causa de la peste, debemos hablar de la corrupción del sistema.
Un clásico se preguntaba "¿quién es más ladrón, si el que roba un banco o el que lo funda?" y así resumía la situación del capitalismo: un robo, una corrupción generalizada, legitimada por la ética. Nosotros podríamos preguntar ¿quién es más corrupto, si el que permite la destrucción de la naturaleza en el Arco Minero o uno de esos acusados de extorsión?, ¿quién es más extorsionado, el imperio amenazando al mundo con su poderío militar o el tonto que cambió por treinta monedas, por unos cuantos dólares, la oportunidad histórica de ser grande, de servir a la humanidad y ahora corre por el mundo con su maletín lleno de billetes y el corazón vacío?
No disculpamos a nadie, a nadie acusamos, decimos que las bases éticas de los llamados corruptos son las mismas del capitalismo, sólo que aquellas son ilegales y estas, las del capitalismo, son legalizadas por sus propios tribunales. La corrupción surge de las entrañas del sistema capitalista, le es consustancial, es relativa a sus necesidades, su calificación cambia con los tiempos. Si pensamos un poco en las fortunas de los capitalistas, de los políticos, ¿de dónde surgieron, cómo las consiguieron, qué las justifica? Tenemos que llegar a la conclusión del clásico: ¡Todo capitalista es ladrón!
Aquí, donde la burguesía surge del robo de la renta petrolera, cada vez que cambia el gobierno surgen los corruptos del régimen anterior, que huyeron; y así de acusación en acusación el capitalismo sigue su vida rozagante.
Mañana la constituyente aprueba la apropiación de la Faja, del Lago, la venta de la cantv, etc, y eso que hoy es corrupción será legal. Y entonces, transgredir esa línea roja, con la que ciertos cándidos piensan detener la voracidad imperial, será aceptado. Despojar a la Patria de sus riquezas no será corrupción, será amparado por la ley que ellos mismos hicieron, y los bolsillos repletos de dólares de los negociadores no serán choros, serán "honestos millonarios". Mañana el tsj sentencia que es legal la venta de pdvsa y esos nuevos ricos que de la trácala surjan serán "habilidosos negociantes" y nadie dirá que son corruptos.
El gobierno madurista falsificó el Plan de la Patria, torció el rumbo al Socialismo, se entregó a los capitalistas, sustituyó la Constitución de Chávez; en resumen, la mayor corrupción que se pueda imaginar en esta sociedad, y ese crimen de lesa Patria se esconde tras la bruma de la persecución de pequeños peces, de la distracción de show mediáticos.
¿Quién acusa, quiénes son acusados? El sistema capitalista en crisis de gobernabilidad muestra sus sórdidas entrañas.