Cinco son los presidentes de este periodo que será conocido como los años del apocalipsis y de los jinetes que hundieron una Revolución.
Son cinco. El presidente electo por votación popular de acuerdo a la Constitución moribunda. El presidente de el tsj, electo por el dedo apresurado, y van dos. La presidenta de la rara constituyente, y van tres. La presidenta del cne, y completamos los cuatros visibles. El quinto está oculto, un día aparecerá, puede ser en la constituyente aprobando las leyes viles, traducidas del inglés o el ruso, pero puede ser también en la madrugada volteando la tortilla.
Los cinco tienen la capacidad de desquiciar la gobernabilidad. Es suficiente un edicto del tsj para dejar a los otros por fuera, igual se puede decir de la constituyente. Los más débiles, los más dependientes, aunque parezca mentira, es el presidente constitucional por obra y gracia de una Constitución asesinada y la inefable presidenta del cne.
Por ahora las cinco patas marchan armoniosas, bailando la misma música, pero la procesión va por dentro. Habría que preguntar a cuáles intereses representan en este teatro. Veamos.
Los cuatros representan al capitalismo y al pragmatismo político, fueron socialistas con Chávez y ahora comen en el plato capitalista; permanecer es su meta, para eso son capaces de cualquier alianza, de cualquier contorsión. Allí no hay otro principio que el quedarse, un día ganado es un triunfo estratégico. Van corriendo la arruga, posponiendo el desenlace. El capitalismo es sagrado, el Socialismo es anatema.
Las contradicciones, las tensiones, aflorarán cuando aparezca en el horizonte el inevitable desenlace, cuando la gobernabilidad estalle; entonces los más débiles, los que no tengan nada que ofrecer, los que carezcan de legitimidad, de justificación (ellos mismos desecharon la Constitución que les dio origen), los que ya definitivamente no controlen a la masa, esos saldrán de primero. En su desespero le dieron poder a sus verdugos: el tsj, la constituyente. Luego, es inevitable, se hundirá el resto.
Estos cuatro presidentes representan la decadencia, están de salida, se agotaron, no tienen futuro, estamos en las puertas de una nueva situación. Y como siempre que hay parto hay dolor, ya la represión se hizo presente, las acusaciones vuelan, las condenas son señales del desespero. La constituyente no emociona, se apaga, sólo atina a reprimir.
Este gobierno que negó al Chavismo, será a su vez negado, de eso no hay duda, la incógnita de hoy es cómo será la nueva situación, ¿avanzará, retrocederá? Intentamos una aproximación.
Será una variante muy represiva de la dominación capitalista, puede adoptar la forma de democracia burguesa de mano dura, reprimirá a fondo a las disidencias y a las indisciplinas sociales. Los pobres volverán a sus guetos, regresarán las redadas en los barrios, "el operativo de liberación del pueblo" seguirá masacrando a los humildes, quizá con otro nombre.
Puede ser una dictadura abierta, que aplique la "tierra arrasada política" para facilitar la instalación del capitalismo salvaje, ponga presos a los más conocidos corruptos, pero también a los peligrosos creadores de opinión pública.
En el horizonte se asoma una fuerte represión, y fuertes motines. La economía que derrotó al populismo necesita de fuerte represión, y de restricciones que producirán la reacción violenta de la masa sin dirección política, huérfana.
Hay que volver al punto donde se extravió el camino: investigar el asesinato del Comandante, darle su sentido político; recomponer la teoría, reafirmar la ideología, derrotar las desviaciones reformistas; atrincherarse en el recuerdo y el ejemplo del Comandante Chávez, en el ¡horror a las oligarquías!