El actual escenario político del país trasluce lecturas interesantes para el porvenir socio-económico venezolano. A la presión grosera, arbitraria e imperial de los EE.UU se suman diversos factores desestabilizadores orientados por elementos opositores y cómplices del mismo gobierno. La manipulación de nuestra moneda nacional, la carencia del dinero líquido, efectivo, contante y sonante, revela las miserias de estas distorsiones. Las tiendas, festejos de licores, abastos, farmacias, supermercados y negocios chinos dedicados al canje de plata obtuvieron enormes fortunas en estos primeros ocho meses de 2017. En El Tigre y Pariaguán este cuadro del usufructo es demoledor. Afecta a campesinos y obreros petroleros por igual, a amas de casa y ciudadanos con situaciones muy delicadas de salud.
La banca pública y privada parece haberse prestado a ese juego macabro. Sin embargo, el Estado venezolano anuncia que se corregirá ese desmadre y que los cuentahabientes tendrán acceso pleno a su dinero a partir de septiembre. Ojala así sea. Por otro lado, la revolución se juega la vida ante el inminente combate electoral de las regionales; proceso en el cual se entrevé una considerable pérdida del control político del PSUV. Los partidos de derecha probablemente ganen más de diez gobernaciones y más de 150 alcaldías. Pero eso no es garantía de nada. Quizás la desidia, la ineficiencia y la corrupción solo cambien de manos, y nuestro triste destino siga siendo el mismo. Ver para creer.