La población llanero-oriental de Pariaguán, situada al sur del estado Anzoátegui, en las fronteras con el estado Guárico, tiene fama por muchas suertes y no pocas desgracias. Es decir, lo bueno y lo malo le atañen en su nombradura, en la copla antañona de un poeta y pintor que a su paso la matizó con su grito altanero de cardenal sabanero, y en las calamidades del olvido y la desidia política contemporánea, con la delincuencia como perversidad de una modernidad espantosa y la falsedad de una cultura foránea asociada al boom petrolero que deviene de la llamada Faja Petrolífera del Orinoco; a su paso hacia más allá; las tierras de Zuata y de San Diego de Cabrutica (hoy convertidos en tristes lamederos de la muerte por el derrame petrolero sistemático en estas zonas, como consecuencia de las implosiones de tuberías defectuosas y de mala calidad, tal como ocurre en el río Quebradón, del municipio Monagas).
Recientemente los pobladores de Pariaguán pudieron percibir en el aire los runrunes de dos helicópteros militares que transportaron una relevante comitiva ministerial para la ocasión de la inauguración de la nueva sede del Cuerpo de Policía Científica y criminalística, cuya misión se perfila como la de "garantizar a los pobladores las acciones de ley pertinentes con la investigación científica penal". Aparte de los helicópteros también persistieron los runrunes de los millones de zancudos que noche y día flagelan la salud pública como una plaga endemoniada, sin que el flamante y vitalicio alcalde "psuvista" Tomás Bello se digne mandar a fumigar los pajonales de las calles de los barrios, lugares donde cantan los sapos sus sinfonías lacónicas y pululan otras tipos de bichos.
También se percibieron no menos de 25 camionetas de lujo, principalmente Toyotas Four Runer y Fortuner, así como Hilux y Explorer últimos modelos, que en caravana o procesión dieron su vistoso recorrido por la comarca. La gente humilde presenciaba el paso glorioso de semejante enjambre revolucionario. A media tarde se supo que además del ministro Reverol, andaba el afro descendiente compatriota Arsitóbulo Istúriz (candidato oficialista a re-gobernador, a pesar del refrán de que segunda partes nunca fueron buenas, y que yo asumo que en el caso del afro descendiente Istúriz, esas segundas partes no podrán ser peores que la primera, si se diera el milagro de su victoria).
Además de este polémico personaje, radio bemba dijo que el gobernador encargado del estado Anzoátegui también pisó (se supone que por los aires), el suelo pariaguanero. Recientemente denuncié a través de los canales de aporrea que la carretera Pariaguán-El Tigre era una guillotina terrestre, y a los dos días chapucearon con asfalto algunos de los huecos más peligrosos. Pero la mala vía y los altos riesgos de la vialidad persisten.
La presencia del CICPC en Pariaguán ha generado muchas suspicacias. La más notoria es la incógnita de si los inspectores e investigadores criminalísticos tendrán los cojones bien puestos para atacar y desmantelar las tres o cuatro bandas que existen en el pueblo, a quienes todos conocen y saben donde viven, donde comen, donde fornican, donde toman ron y donde cometen sus fechorías, tantos en fincas vía El Pao como vía El Chaparro (municipio Mc Gregor) o hacia San Diego de Cabrutica y Santa María de Ipire.
Los capos de estas mafias son unos artistas de la delincuencia organizada, y lucen unas casas que nadie más se gasta el Pariaguán, y aplican vacunas y extorsiones a quienes se les antoje sólo por poseer un modesto comercio, una finca, un fundo o un auto de clase media. Para colmo, ahora exigen el pago en dólares. En se sentido, las probabilidades de que los inspectores de la nueva CICPC sucumban a los tentáculos de la corrupción y de la complicidad con semejantes personajes es de por lo menos un 99%. En eso no nos vamos a caer a coba, como suele decir nuestro Presidente Nicolás Maduro Moros.
Pariaguán tiene no menos de dos mil casos de extorsiones registrados y le será muy fácil al CICPC científico y criminalístico inaugurado con tantos biombos y platillos desempolvar esos casos, ubicar a las víctimas y apresar a los culpables. Igual aplica esta metodología pata quienes roban gandolas tipo vacuum para venderlas a los mercaderes de las minas de Guayana, a quienes roban ganado, roban carros, roban casas, asesinan y trabajan para los pranes locales y los de El Tigre, Guárico, Bolívar y Barcelona. Es decir, este CICIPC tan coronado por la gloria oficialistas al nacer, puesto que hasta fue reseñado por televisión nacional, tiene suficiente materia pendiente para demostrarle al país y a los revolucionarios de a pie, que no se van a convertir en un bodrio más de la complicidad delictiva, de la amoralidad, de la corrupción y de la pudrición de la justicia en Venezuela. Ni Bolívar ni Chávez se los perdonaría. Tampoco el pueblo de Pariaguán ni Dios. Virgencita Santa.