Un asunto proclive a cambios reales

Depender más de los estados nacionales, bajo regímenes presidencialistas, como ocurre en la mayoría de los países de América, trae como consecuencia el incremento absurdo de un burocratismo concomitante con los manejos discrecionales, en una marcha forzada y a contra y sobremarchas. Una pesada carga en países como el nuestro, rico en recursos humanos y materiales, sin embargo, responde culturalmente, a razones que escapan a este artículo, análisis que amerita mayor rigurosidad. Todavía existen profundas grietas y diferencias de clase entre ricos y pobres, una oligarquía que se perpetúa, y una nueva burguesía en ascenso, mientras la brecha de desigualdades sociales va en aumento. Al cierre del siglo pasado la conducción del máximo líder, Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, condujo la República a buen puerto, le tocó maniobrar contra las corporaciones y un Nuevo Orden Mundial, azote de los pueblos del globo, afectados por políticas recesivas e intervencionistas, con el fin de esquilmar los recursos naturales en beneficio de sus emporios. La peor parte le ha tocado sortearla al Presidente Obrero Nicolás Maduro, que no las tiene todas consigo, y ha debido trabajar con mayor ahínco, para ir enderezando las cargas y corrigiendo entuertos.

Sobre cuáles variables contrarrestamos la inestabilidad, son demasiado los prejuicios y arbitrariedades en los campos económico, político y social, y elevado el costo de las maniobras, arrastrando fardos de inoperancia, lastres acumulados por lo dispendioso que implica un megaestado, que hay que mantener funcionando eficientemente y apenes se utiliza un porcentaje exponencial, producto de una vinculación militante en el PSUV. Pero esto no es suficiente, el daño tremendo de la polarización hace meya, y es foco de perturbación, de acumulación potencial de elementos nocivos para la nación, bajo esa lógica perversa de escindir al país en compartimientos estancos, donde el indio, el blanco y el negro, nacional y latinoamericano, sirven de acicate por parte de las potencias, para profundizar la crisis. Se ha logrado atacar la subjetividad y una simbología del individuo, la unidad familiar y el colectivo como expresión de las relaciones pueblo gobierno, sobre la que descansa el chavismo.

Contamos con los recursos necesarios, qué riesgos nos asechan, son suficientes las medidas a largo plazo, las reservas estratégicas y las remesas para los emprendimientos están aseguradas. Son apenas algunas de las preguntas que la incertidumbre propicia, los riesgos que corremos son calculados al pelo, no se escapa ningún detalle, hay viento a favor. Lo lógico es que ante la tormenta el margen de maniobra es estrecho, pero además el tiempo es proclive a las mayores tramoyas, que siguen desangrando los recursos, el bolsillo de los venezolanos y las venezolanas, que solo cuentan con sueldo mínimo, y éste se diluye apenas llega a nuestras manos. Seguimos dependiendo de una renta, sin un aparato productivo sustitutivo, que permita a la nación recuperarse a mediano plazo y en el largo plazo. Venimos sorteando los embates en el último lustro, potenciados desde el deceso del presidente Chávez, cuyas circunstancias todavía pesan en el alma.

El pueblo confía en su gobierno, es necesario no defraudarlo, y a pesar de no haber aprobado todas las calificaciones necesarias para las contiendas que se avecinan. Es urgente permitirle al país transitar hacia nuevos derroteros y lograr amainar el temporal; muchos son los sueños y esperanzas cifradas en la Asamblea Nacional Constituyente, para la necesaria calibración de las nuevas políticas instaladas, que esperamos corrijan a la brevedad los desafueros de las empresas y productoras de los diferentes ramos de bienes y servicios; además hay erogaciones que brillan por su ausencia en cuanto a infraestructura y reparaciones menores que tienen meses en una desafectación por las autoridades municipales. Sobran profesionales en cargos estadales y estatales, pocos son los que verdaderamente aportan un producto final, la mayoría medra en las instituciones del Estado, que debe erogar mensualidades cósmicas. De la corrupción es un disco rayado, en los surcos caben varios responsables de las coimas y los guisos en las negociaciones con divisas extranjeras, mientras el bolívar cae hacia el abismo inflacionario.

Una nación en estas condiciones no augura sino pesares para las familias populares, para la juventud que, sintiendo la inseguridad física y jurídica, opta por migrar hacia otros destinos, decisión con una alta carga subjetiva, son el futuro relevo, quienes se ausentan para probar suerte en otras latitudes y otras formas de vida. Habiendo tales ingentes recursos en el país, que lo mismo acoge a jóvenes migrantes de otros países y regiones del mundo. Muchos son los que vienen para incorporarse al trabajo de extracción, que realizan los grandes consorcios que se instalaron en Venezuela para la extracción de minerales y petróleo, de los cuales se recibe rentas seguras, para que el Estado y el gobierno garanticen recursos para las políticas públicas emprendidas. Hoy hay más redistribución como nunca antes durante la 4ª República, pero mucho se desvía hacia las roscas enquistadas, que soliviantan al Gobierno.

Confiamos en que la Asamblea Nacional Constituyente pondrá las cosas en perspectiva, y garantice el futuro, atacando todo cuanto perjudica a la nación, al pueblo, a la revolución y su proceso de cambios sustantivos. Tiene que terminar de nacer el nuevo Estado, con poderes incorruptibles, adecentando el servicio público, y logrando que se potencien las capacidades y la formación de los cuadros, y asuman a la vez los cargos de responsabilidad con eficacia y eficiencia. Alertamos sobre el incremento de las colas frente a las loterías y licorerías, signo de que la crisis se agudiza; esto se veía sobre todo durante los gobiernos socialcristianos, cuando la ideología se centraba en la falta de conciencia de lo que significa el ahorro, como garantía para imprevistos. Una nación que aspire a ser potencia debe fortalecer la acción crítica de sus miembros, con bienestar, buen vivir y las condiciones reales de existencia. El beneficio que aportan los Claps para las familias más necesitadas, garantiza un suministro de emergencia, producto de la guerra económica que afecta los circuitos comerciales y de intercambio de estos rubros y su suministro abundante y de la mejor calidad para el consumo de toda la familia venezolana.

Chávez vive y la lucha sigue por los cambios reales y sin titubeo, para luego será tarde.



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Franco Orlando


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