"La costumbre es una segunda
naturaleza y no menos poderosa
que la naturaleza misma"
Montaigne
Hace algunos meses, en un viaje que hice al hermoso pueblo de Bruzual, en el estado Apure, donde tengo algunos familiares por parte de mi madre, viví una experiencia digna de contar, y del cual podemos sacar algunas conclusiones muy valiosas para poder entender la situación de escasez, y de mucho sufrimiento para un porcentaje muy alto de la población venezolana. Me encontraba en el vehículo, para emprender el regreso, se me acercó una prima, nacida, y criada en esos parajes llaneros, algo desesperada para pedirme un encargo: "cuando vuelva, me trae pan, es que mi papá, le gusta mucho, y no puede comer sin pan de trigo".
Me sorprendió la ingenuidad de la muchacha; parecía un chiste, por una razón muy sencilla: el padre se encuentra rondando los 70 años, y los pocas veces, que ha salido de su terruño natal, es para hacer alguna diligencia, y regresa desesperado, atraído por la tierra, donde ha vivido todos sus años, con las costumbres propias del llano; se crio comiendo topocho, plátano, yuca, auyama, ñame, ocumo, y paremos de nombrar, aunque el llanero, siempre ha pasado trabajo, pero nunca hambre, y como dijo una mujer, nacida en los páramos andinos, pareja de un labriego barines: "Para el pobre, nada, nunca ha sido fácil".
Con toda razón, un comerciante andariego, de los pocos que quedan, y se ven de pueblo en pueblo a la orilla de la carretera, que conduce a Bruzual, me decía con la claridad, que muchas veces les falta a estudiosos del comportamiento humano: "Chávez, nos dejó un libro, para abrirnos el entendimiento, y solamente tenemos que hojearlo, para darnos cuenta de lo que debemos hacer".
Esa opinión de un hombre curtido, y tostado por el sol inclemente en esas carreteras, nadie la puede negar. En todos partes encontramos los cambios bruscos de nuestras costumbres originarias de alimentación; en muchos sitios de la vía, lo que se ve, es vendiendo panes de trigo, dando la ligera impresión, de ser la única alternativa para "alimentarse". En casi todos los pueblos, se nota la desesperación por el pan; algo parecido a las que vemos todos los días en las grandes ciudades, las impresionantes colas, hasta cierto punto, producto de los nuevos patrones de alimentación, al que no escapan los pobladores del campo, donde la tierra invita a sembrar, como un medio de vida, y subsistencia; llamando poderosamente la atención, cuando vemos a los mismos llaneros en las puertas de las casas, esperando ver pasar alguien, con los panes, para salir corriendo desesperados a comprar, sin entender lo difícil de traer la materia prima, cuando en los extensos solares, se pierde la oportunidad de cosechar parte del sustento diario, y dejar de estar atado a un producto importado.
Antes esta dependencia a costumbres europeas, a nadie le puede sorprender la grave situación económica, y una escases inducida, más, cuando tenemos un enemigo en permanente asecho: el gobierno estadounidense, apoyando a una oposición–casi toda– abiertamente pitiyanqui, llegando al descaro, sin el más leve recato, de pedir medidas más fuertes contra nuestra economía, para de esta manera conseguir sus objetivos; destacando entre ellos: Julio Borges, a quien la justicia venezolana tiene que leerle la cartilla–más temprano que tarde– por sus muestras de traición a la patria de Simón Bolívar.
Muchos se preguntarán ¿Cuándo ponemos en práctica las enseñanzas del Comandante Chávez? La tarea no fácil, en medio de una sociedad capitalista, como la nuestra–país petrolero– donde la crisis se venía asomando, como un huracán, contribuyendo al triunfo inobjetable del proceso bolivariano conducido por Hugo Chávez, consiguiendo el barril de petróleo, prácticamente regalado– a diez dólares– pero además nos enseñaron a botar sin pensar o desconociendo un pensamiento con tres verdades: "La fortuna depende de estas tres palabras: trabajo, orden y economía" al cual le podemos agregar: consciencia y perseverancia.
Cuando revisamos, y hacemos un balance nos encontramos en medio de una tempestad, sin haber tomado las previsiones necesarias. Nadie puede entender, cuando conseguimos en los llanos de Apure, y Barinas a personas con costumbres, muy difíciles de mantener por parte del estado venezolano, a pesar de todos los esfuerzos, porque significan desembolsar grandes sumas de divisas–dólares– cuando precisamente a quienes les vende, se encuentran buscando todos los medios para comprar a precios de "gallina" flaca. La tarea es urgente: regresar a nuestras costumbres alimenticias originarias; el trigo no es el único recurso para producir pan; las divisas no están nada fácil antes las arremetidas de los enemigos de la patria, encabezados por DÓLAR TODAY, el cual ha creado una verdadera conmoción ¿Cuántos comerciantes se despiertan con el celular en la mano, buscando el aumento del dólar, para justificar los exagerados precios de los productos, colocando al país en un verdadero abismo: la inflación?