“Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón… Aquel que mira afuera, sueña. Quién mira en su interior, despierta”
Carl Jung
“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación”
2 Corintios 5:18-19
I. ¿Qué realidad percibe Elías Jaua Milano?
Últimamente en el discurso público (“oficialista”) circulan con mucha frecuencia los conceptos de paz, convivencia , perdón, justicia y reconciliación sin que necesariamente se dimensionen los alcances, los retos, las dificultades y los avances en el desarrollo conceptual y material de cada uno de estas nociones. Cuando nos preguntamos qué condiciones hacen posible la reconciliación, podemos atender a experiencias concretas en las que ésta se ha producido, pero también hay que estar atentos a las situaciones en las que la reconciliación ha sido o es imposible (tratando de comprender por qué). La ausencia de reconciliación también señala las condiciones que deberían darse, para que pudiera cumplirse la reconciliación. La pregunta que quedará siempre de fondo y que a veces aguijoneará nuestra reflexión es si la reconciliación a la que nos aproximamos conceptualmente, es efectivamente posible.
¿Estamos los venezolanos ante un callejón sin salida, impotentes para construir la convivencia moral, social y política? Lo estaríamos si el ser humano solo fuera un animal vulnerable y vulnerador; pero es también un animal esperanzado, por su capacidad, como animal reconciliable y reconciliador, de recibir y de dar gratuitamente; de perdonar y de prometer, cara al futuro, trascendiendo así el pasado de la culpa y el presente de la incertidumbre.
Gracias a Dios, los venezolanos no formamos realmente una “sociedad en transición”, ni estamos inmersos en un “postconflicto”, tampoco estamos saliendo de un “apartheid”. Pero aun así, muchos perciben con certeza (nada de duda) que es un imperativo moral entrar en un proceso permanente de reconciliación.
¿Por qué y para qué reconciliarse? La respuesta es muy fácil, casi de sentido común:
- Para tener la osadía de proponer como sociedad lo que sería necesario que hubiera para alcanzar los objetivos de una democracia socialmente madura y éticamente responsable.
- Para elaborar un nuevo “contrato social” donde se conjuguen de nuevo los valores de libertad, igualdad y fraternidad, quedando en el centro del mismo la persona y no el mercado.
- Para alcanzar, a través del diálogo y la interacción de los agentes sociales, las opciones más aptas para afrontar lo más democrática y óptimamente posibles los problemas de la sociedad.
II. ¿Confunde Elías Jaua Milano reconciliación con la normalización política?
Percepción, según Carterette y Friedman, es una parte esencial de la conciencia, es la parte que consta de hechos intratables y, por tanto, constituye la realidad como es experimentada. Esta función de la percepción depende de la actividad de receptores que son afectados por procesos provenientes del mundo físico. La percepción puede entonces definirse como el resultado del procesamiento de información que consta de estimulaciones a receptores en condiciones que en cada caso se deben parcialmente a la propia actividad del sujeto.La percepción según Barthey no se usa solo en la psicología, sino que también es una palabra cuyos diversos significados son moneda corriente en el lenguaje común. Dice Barthey que según el diccionario 1. "La percepción es cualquier acto o proceso de conocimiento de objetos, hechos o verdades, ya sea mediante la experiencia sensorial o por el pensamiento; es una conciencia de los objetos, un conocimiento 2. "La referencia que una sensación hace a un objeto externo". 3. "Un conocimiento imediato o intuitivo, o juicio; un discernimiento análogo a la percepción sensorial con respecto a su inmediatez y al sentimiento de certidumbre que lo acompaña, frecuentemente implica una observación agradable o una discriminación sutil.
»El otro día el Ministro Elías Jaua Milano (EJM) escribió: “Yo percibo en la calle, puedo estar equivocado en mi percepción, que la mayoría del pueblo está convencido de que Venezuela necesita un proceso de reconciliación”
- ¿A qué se refiere EJM cuando dice: “Yo percibo”?
- ¿A qué se refiere EJM cuando dice: “puedo estar equivocado”?
- ¿A qué se refiere EJM cuando dice: “el pueblo necesita”?
- ¿Qué entiende EJM por “proceso de reconciliación”?
- ¿Qué debe entenderse por la expresión “la mayoría del pueblo”?
EJM “percibe” (aunque manifiesta no estar seguro ¿escéptico?) que “la mayoría del pueblo está convencido de que Venezuela necesita un proceso de reconciliación”.
Preguntas a EJM:
¿Confunde EJM la reconciliación con la normalización política?
¿Está EJM convencido como está el pueblo?
¿Siente EJM necesidad de tal proceso?
Según Johan Galtung “la reconciliación es un tema con hondas raíces psicológicas, sociológicas, teológicas, filosóficas y profundamente humanas, y nadie sabe realmente cómo materializarla”
El concepto de reconciliación se asoció en el pasado a valores más religiosos que políticos aunque en el contexto contemporáneo hay una fuerte influencia para que estos transiten hacia una perspectiva más secular. La palabra reconciliación, es la unión del prefijo re y el verbo conciliar; lo que nos indica, que es volver a un estado de conciliación, entendiendo ésta última según el DRAE, como: “la acción de componer y ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí”. Por tanto, es un proceso o una acción que deriva en una situación de concordia o de acuerdo entre diferentes partes que por diversas circunstancias se había fracturado.
El concepto reconciliación, sería entonces “un proceso extremadamente complejo y multifactorial, realizado a largo plazo (que puede implicar incluso varias generaciones), que tiene muchas posibles vías metodológicas de abordaje y que, igualmente, tiene un número importante de vías terapéuticas multidimensionales” (Maria Cipagauta).
«♦» Es fácil hablar de diálogo y reconciliación en el plano teórico, pero es muy difícil llevarlo a la práctica, aunque sea archisabido que la Ley del Talión no ha dado nunca la paz como resultado ni la verdadera justicia.
«♦» Hemos de preguntarnos todos cómo ha sido posible que naciesen sentimientos de antipatía y odio tan violentos. No se responde a estas preguntas condenando los actos execrables de los fanáticos ni tampoco fustigando a la violencia instrumentalizada.
«♦»La reconciliación compromete a quienes son “enemigos” a iniciar una relación pacífica, no porque así se lo muestra la razón, sino porque lo han reconocido afectivamente. La reconciliación expresa el triunfo del bien sobre el mal. Las palabras por sí solas no contribuyen a la reconciliación, porque la razón por sí sola no conmueve. Una decisión razonada, desvinculada de toda emoción, no logrará culminar un proceso de reconciliación.
«♦» Una cosa debe quedar clara: sin proximidad espiritual, sin convivencia profunda y sin calor humano el diálogo es imposible y por tanto el proceso de reconciliación.
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