Cuando la singularidad es un delito

El comportamiento o conducta de la mayoría de la personas está muy lejos de la libertad a que se aspira. Con frecuencia las actuaciones de la gente se realizan de acuerdo con preceptos u órdenes emitidas desde una fuente pérdida en el tiempo y el espacio. Somos adictos a un proceder genérico que se repite de generación en generación, con la certeza que este desempeño es volitivo. Muy lejos de la verdad.

Si nos remontamos a los anales de la historia no daremos cuenta que una vez que el hombre se aglomeró en grupos, bien sea en tribu, clan, principado, monarquía o república, una persona se proclamaba jefe, príncipe, rey, presidente…que era, por lo general, el personaje más siniestro. Este sujeto asociado con otros tan malos como el jefe, dictaba las normas de comportamiento de sus vasallos. Estas normas debían cumplirse, a riesgo de perder la vida, las cuales con el tiempo derivaron en una conducta normal de los súbditos. Es decir, esta se convirtió en una manera de proceder generalizada que se repitió por generación, sin que nadie advirtiera que esta forma de conducirse había sido impuesta desde hacía miles de años.

Transcurrido el tiempo, miles y miles de años, los habitantes no advirtieron que asumían una conducta, no por temor como sus ancestros, sino que se sometían sin cuestionamiento a la voluntad o a la autoridad de una persona o de un grupo o la que las circunstancias imponían. Una conducta generalizada era prueba de la docilidad y mansedumbre de los oprimidos. Como se observa, un hábito sistematizado impuesto se fue convirtiendo en un comportamiento generalizado sumiso de aparente naturalidad.

Como desde hace millones de años nuestro errabundo globo gira y se traslada, quiere decir que los años pasan y lo que era un conducta sumisa de millones de seres, sin que nadie lo advirtiera se fue convirtiendo en algo natural entre los habitantes de una región, derivando posteriormente en una tradición. Es decir, aquella conducta generalizada impuesta se convirtió, pasado mucho tiempo, en tradición. De seres temerosos, se pasó a seres sumisos y finamente en entes conservadores de la tradición.

El ejemplo más palpable es la religión católica en América. Fue impuesta por el invasor español durante la conquista, a fuego, cruces, sangre sudor y lágrimas. Ya para la época colonial los criollos y muchos habitantes de los pueblos originarios aceptaron de manera sumisa al dios importado desde Europa, para que finalmente en el siglo XXI muchos afirmen que la religión católica y sus mitos pertenecen a la tradición de los americanos. Lo mismo que sucedió con la religión se repitió con el idioma, con la gastronomía, la moda, el arte, la literatura y todo aquello vinculado con el comportamiento de los seres que habitaban el nuevo mundo. Es decir, la conducta generalizada impuesta, por arte de birlibirloque se convirtió en tradiciones americanas.

Ciertamente, el imperio español no admitía la singularidad, había que respetar las usanzas dado que era el modelo conductual traído por los ladinos ibéricos y una manera de preservarlo era respetar las tradiciones, es decir el comportamiento generalizado exigido. Sin que los americanos se dieran cuenta profesaban una extraña religión, sin advertir que había sido impuesta de forma obligada hacía muchos siglos. Cuando surgieron hombres singulares como Bolívar, Sucre, Artigas, San Martín, Rafael Urdaneta, entre otros, el mundo estuvo al tanto que si había una nueva manera de concebir el mundo, muy lejos del forjado por las castas aristocráticas europeas.

Los imperios y su manera de proceder no ha cambiado, hoy Venezuela revive las gestas de la independencia del siglo XIX. Las avaras empresas globalizadas que manejan la economía mundial, al igual que las vieja monarquía europea que concebía que la salvación de mundo estaba en manos de los aristócratas, hoy creen que el resguardo del planeta está en el modelo neoliberal dirigido por empresarios en funciones presidenciales.

Millones de ciudadanos de mundo son adictos a la generalidad, parecen que no recibieron ninguna dosis de la vacuna de inmunodeficiencia cerebral y aceptan como una verdad los preceptos neoliberales, sin detenerse a pensar el daño que este modelo económico social le está haciendo al planeta y como consecuencia a sus habitantes. Convirtieron el modelo capitalista poco más o menos en una tradición.

Todavía a esta altura millones de habitantes del globo votan en las elecciones por el candidato de la derecha, porque la generalidad lo hace, algo así como una moda, así lo hicieron sus antepasados.

No soy un augur, ni quiero serlo, pero lo que está viviendo el planeta no es obra de dios ni del diablo, es obra de los hombres ricos empeñados en destruir el planeta con gente y todo. Y el representante más "conspicuo" de los empresarios, cuyas riquezas es la causa de la destrucción del medio ambiente, es el bufón de Donald Trump. Este gamonal aspira dictarle a todas las naciones el modelo de gobierno que debe tener, en caso de oponerse a sus órdenes, su pueblo podría ser sometido a sanciones económicas unilaterales o deberá prepararse para una invasión militar.

Evidentemente el modelo a seguir es la democracia representativa con una base neoliberal, es la generalidad, dado que es la que rige en una buena parte de Europa, Asia, África y América, es decir es la generalidad impuesta a fuego, sangre, sudor y lágrimas. En otros casos, utilizando todo el aparataje mediático comprometido con el capital que influye en la siquis de las personas para que acepte sin chistar el modelo capitalista, a pesar de ser aquellas víctimas de un voraz sistema de explotación. El capitalismo lo convirtieron en algo así como una tradición.

En su analfabetismo político, el fatuo Donald Trump utiliza el escenario de la ONU para acusar de "dictador socialista" al presidente chavista MM. Será que este dictador capitalista supone que todo los socialista son unos "tiranos" como por ejemplo el sueco Olof Palmer, o el alemán Erich Honecker, o el francés François Mitterrand, o el español Feli-pillo González, entre tantos líderes europeos que militaron y militan en los partidos afiliados a Internacional Socialista en la cual actuó Rómulo Betancourt y Halla de la Torre. Todos estos líderes, según la apreciación del empresario de los casinos eran unos déspotas socialistas, donde también hace vida el partido VP que dirige el político preso Leopoldo López. ¿Y si el socialismo es tan malo por qué existe el socialcristianismo?

El empresariado globalizado no admite la singularidad y si en siglo XIX surgieron hombres singulares como los nombrados anteriormente, el imperio quiere destruir los nuevos seres singulares que se opusieron y se oponen al unilateralismo como Hugo Chávez, el Che Guevara, Fidel Castro, Evo Morales, Lula Da Silva, Correa, Dilma, Daniel Ortega, los Kirchner, Nicolás Maduro, entre quienes creen en un mundo mejor, un mundo multipolar. Sin embargo el imperio los condena por el único delito de intentar que los pobres coman tres veces al día.

No soy religioso pero algunas veces en mis lecturas aparece el pensamiento de algún santo o beato que me pone a cavilar. Es el caso del apóstol san Pablo quien afirmó: "Así como el Señor tiene sentado a su diestra a Cristo, superior a todo mandato, a todo poder y a todo nombre que pueda ser evocado no solo en el presente siglo, sino también en el futuro, así nosotros combatimos contra todo mandato, contra los tenebrosos poderes mundiales de este siglo". Estas palabras se las dedico a los socialcristianos.

Y para mis lectores les dejo unas frases de nuestro augusto Simón, quien arengó en el discurso de Angostura de 1819: "El principio fundamental de nuestro sistema de gobierno depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela". Y, para desgracia de kid Donald, esto se logra solo con el socialismo, un modelo singular. Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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