Todo comenzó con la llegada de Colón a las tierras del Nuevo Mundo ignotas para los europeos. A partir de 1492 todo el continente Americano experimentó las arremetidas injerencistas de los imperios, primero del español, poco después del inglés, portugués, holandés y del francés. Todos estos aventureros, súbditos de los absolutismos de la vieja Europa, arribaron a nuestras tierras en su afán de conquista, con el único interés de sojuzgar a los habitantes de los pueblos originarios y dedicarse a la rapiña descarada de las riquezas.
De estas acometidas intervencionistas quedaron pueblos (colonias) esclavizados y masacrados; la imposición de una religión representativa de opresión de los sojuzgados; unas tierras indignamente explotadas; un comercio vil de seres humanos (esclavitud); enfermedades traídas de Europa que acarrearon la muerte a millones de indígenas; transformación de países agrícolas en países monoproductores que conllevó la desgracia a diversas naciones; la sobreexplotación de tierras agrícolas que las convirtieron en verdaderos eriales; la imposición del racismo como consecuencia de la hegemonía de las castas llamadas "superiores"; la implantación en el Nuevo Mundo de un modelo político-económico-social (monarquía) que nunca funcionó, ni siquiera en la vieja Europa; una brutal y prolongada guerra de independencia derivada del maltrato a los aborígenes, a los criollos, a los esclavos y de los beneficios económicos y canonjías de una casta privilegiada (los blancos peninsulares), entre algunas de las consecuencias derivadas de la injerencia de los señoríos europeos en los territorios recién descubiertos.
Lamentablemente las políticas injerencistas de los viejos imperios europeos, con el fin de la conquista y de la colonización, no desaparecieron. Durante más de cinco siglos los pueblos de Centro y Suramérica se vieron sometidos a las intervenciones de las naciones de Europa, agregado ahora a las de EEUU, en su afán de la búsqueda, de la apropiación indebida y por la fuerza de riquezas baratas, mercados cautivos y mano de obra casi esclava. Esto tiene una sola razón: la codicia del capitalismo que en su empeño de dominar el mundo intenta monopolizar las riquezas del planeta a través de la imposición de la democracia representativa, es decir, del modelo neoliberal. Mediante esta forma de gobierno sus presidentes (testaferros) le aseguran y le reservan a las empresas trasnacionales las materias primas de todas las naciones del planeta.
La injerencia de los imperios en otras naciones durante el siglos XVIIII, XIX y XX fue, en general, a través de la violencia, es decir, de la invasión mediante un aparataje bélico muy superior a la del país invadido. En mis artículos anteriores me he referido a las numerosas irrupciones militares a las que fueron sometidos países como México, Nicaragua, Santo Domingo, Granada, Guatemala, Haití, entre tantas. Sin embargo, no todas favorecieron al imperio yanqui, en algunos lugares como Cuba el imperio norteamericano experimentó la vergonzosa derrota de una isla que parecía fácil de oprimir.
Venezuela no ha estado exenta de la injerencia de las hegemonías europeas y la más recientes la del imperio yanqui. Ya en el 1902, durante el gobierno de Cipriano Castro, la patria de Bolívar experimentó un bloqueo naval en los puertos de la Guaira y Puerto Cabello, era la conocida diplomacia cañonera de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia, entre otros. Y todo bajo la vil excusa de la cancelación de una deuda ilegal adquirida por nuestro país desde la época de la independencia. Para esa época la flota de esos países bombardeó y profanó el sagrado suelo de nuestra patria. En verdad el único interés de estos carcomidos imperios era dividir nuestro país para apoderarse del Territorio Amazonas y del petróleo que comenzaba a despuntar como una gran riqueza. Por tal razón no debe causar sorpresa que actualmente la primer ministro de UK, el presidente de Francia y la canciller de Alemania estén opinando sobre la situación de Venezuela. Como se ve, los capitalistas del mundo no han cambiado un ápice. Es importante resaltar que el fin del bloqueo naval se debió a la intervención de Washington, no por su interés por solidarizarse con Venezuela, sino que Theodore Roosevelt presidente de EEUU, junto a las siete hermanas ya tenía sus propios planes para la explotación de nuestro crudo.
Para nadie es un secreto las agresiones de todo tipo a las que hoy está sometida Venezuela, por solo hecho de oponerse a las políticas del Departamento de Estado en la vocería, primero de Obama y hoy la del petulante Donald Trump. Las grandes corporaciones financieras, energéticas, agroindustriales y militares están desesperadas por apropiarse de las riquezas de nuestro país y de allí su política injerencista. Para eso buscan aliados en todo el mundo, los perritos echados en la alfombra, una forma de arreciar sus amenazas contra el gobierno del presidente chavista MM. Así mismo, intentan hacer creer, a través de la prensa comprometida, que la "comunidad internacional" repudia las prácticas de la revolución bolivariana, tal como se hizo a principios del siglo XX con los comunista comeniños de URRSS, de China y luego con con Cuba.
Según declaraciones del presidente de EEUU y Emmanuel Macron el presidente galo, ambos coinciden en la "preocupación por la hambruna", de los venezolanos a pesar de nuestras riquezas. Esta es la única inquietud de estos representantes de las grandes corporaciones: nuestro crudo, el oro, el coltán, el hierro, nuestro patrimonio hídrico, entre otras que parecen estar contabilizadas en los presupuestos imperiales. El petulante Donald y Macron parecen no entender que nuestro gobierno revolucionario decidió administrar nuestro patrimonio para solucionar los graves problemas de los venezolanos arrastrados durante siglos y siglos por los gobiernos entreguistas.
Como de costumbre los imperios buscan sus cómplices para arremeter contra los pueblos. Para esto utilizan los organismos internacionales como la OEA o la ONU, así mismo se valen de fuerzas militares para imponer el criterio unilateral de EEUU. O también, recurre al viejo método del Pentágono de auspiciar fuerzas mercenarias, tal como lo hizo al conformar la primera Yihad en Afganistán en 1976. Fue así como Washington, en su afán de derrotar a la URRSS, brindó apoyo económico y militar a extremistas islámicos para conformar junto a sus aliados (Safari Club) a los "muyaines afganos" bajo el mando de Bin Laden. Entre sus socios estaba Francia, Arabia Saudita, Pakistán, el Irán del proamericano sha Reza Pahlevi, Egipto, Marruecos, los musulmanes de la China quienes forjarían una sólida red hermanada en la sangre y en una intransigente, excluyente y violenta interpretación del Islam. Estos grupos fueron los que a la larga se transformaron en lo que hoy se conoce como el Estado Islámico o guerreros de la libertad.
Venezuela hoy sufre una de las más brutales agresiones injerencista capitaneada por el bocón de Donald Trump. Para eso requiere de aleados o cómplices, tal como lo hizo Gerald Ford y luego Ronald Reagan y los subsiguientes para formar los guerreros extremistas musulmanes. Como los rastreros y los lameculos sobran en el mundo, encontramos a esperpentos de la política como Rajoy, Temer, Macri. Santos, Macron, Kuczynsky, Angela Merkel, Theresa May entre tantos, quienes pretenden darle lecciones de democracia y de derechos humanos al presidente MM. Los mismos que parecen olvidar los graves problemas que viven los pobres de sus países, quienes sufren verdaderas violaciones de los derechos humanos y no las ficticias con las cuales pretenden acusar a la Revolución Bolivariana. Para muestra un botón tenemos la represión brutal del gobierno de Rajoy al pueblo catalán, la desatención racista de Donald Trump a los damnificados de Puerto Rico, la hambruna de los niños guajiros de Colombia, los contrariedades laborales de Argentina, Perú, Francia, España y el Reino Unido, los problemas del racismo y de los refugiados en Alemania y los miles de muertos, en aguas mediterráneas, hombres, mujeres y niños que huyen de una guerra genocida propiciada por el mundo occidental. Ante tales dificultades mundiales solo nos queda pedirle a los miserables injerencistas "por favor dejen a Venezuela en paz" y ocúpense de lo suyo. El único interés de estos bichos es robarnos nuestras riquezas tal como ha sido siempre.
Al bocón de Donald le hago llegar un viejo adagio español que reza "La hacienda se gasta y la ciencia crece, y es de mayor la estimación lo poco que el sabio sabe que lo mucho que el rico tiene" y como los malos con los bienes empeoran, los buenos con los males se hacen mejores, sabiendo aprovecharse de ellos. Así pasará en Venezuela, las dificultades nos ayudarán a librarnos de la infausta economía rentista a las que no levó más de un siglo de renta petrolera.
Tenía razón y todavía la tiene el egregio general Simón cuando afirmó en un oficio a Manuel Cedeño en 1817: "Unámonos y seremos invencibles" y así sucederá el 15 de octubre frente a la máquina de votación. Lee que algo queda.