Los "matavotos" y el voto mata conciencias

Siempre, con la atención puesta en las elecciones, se habla de los "matavotos", de aquellas conductas que crean malestar hacia el gobierno: el mal funcionamiento de algún servicio, el mal trato de un funcionario. De lo que no se habla es de la esencia de las elecciones burguesas, por lo menos en este país. Veamos.

La elección burguesa, su diseño (directa, secreta, universal), ya es un esquema propiciador del individualismo, se vota aislado de todos, de forma individual, la responsabilidad del votante y del votado se diluye en lo anónimo de la masa, y la suma de esas irresponsabilidades se le llama "expresión de la voluntad", "mayoría". Contrasta esa votación con la masa actuante, por ejemplo: en aquel Abril no hubo votación y la mayoría actuante se impuso y salvó al Comandante Chávez.

La democracia burguesa, la votación de esa manera, conspira contra la organización social. Después de la elección, después de ese instante frente a la pantallita de la máquina, no queda nada, no hay ninguna conexión entre votantes y votados, a no ser esperar unos años para un nuevo voto egoísta, fragmentador.

Ya parecía sospechoso el "amor" que le tienen los capitalistas a este tipo de elección, pero la maldad no se queda allí. El proceso electoral, no ya el acto de votación, el proceso todo es un mecanismo para imponer los valores del capitalismo, afianzar en la psiquis la fisiología propicia al capitalismo, y por qué no decirlo directamente, para envilecer a la sociedad. Veamos.

El voto se consigue por una especie de trato vil que limita con lo hamponil. Por cualquier baratija, por cualquier chantaje, se hipoteca el futuro de la Patria, de los hijos, el petróleo por una caja, el Arco por una promesa, todo por nada. El votante usa su voluntad como mercancía, la vende al mejor postor, a la promesa más creíble, o al que meta más miedo. Así se construyen las mayorías, alimentando el egoísmo, la visión corta, construyendo una sociedad de mercenarios.

Esto, que es una verdad general, aquí con el madurismo ha alcanzado niveles de sinvergüenzura inéditos. Nunca se había visto, ni con los adecos más adecos tal desfachatez. Altos voceros del gobierno amenazan con botar a los padres de familia de los entes del Estado si no votan por el gobierno, ¡lo dicen descaradamente!; hablan de poner punto de control en la mesas. Y aquel carnet, que se dijo que era una nueva forma de organización, ya se sabe cuál es esta forma: es la organización de las miserias espirituales. Sin carnet no hay dádiva, no hay atención social; si tienes carnet te esclavizas a los caprichos de la cúpula. El voto no es secreto, altos funcionarios lo declaran y ya hay evidencias de botados por que no votaron, la maña es vieja, ya la aplican en la asistencia a las marchas.

Esta conducta electoral no es ociosa, se trata de un sistema de envilecimiento, al final se obtiene una masa sin principios, propicio a cualquier pretensión de la costra, indiferente a los negociados de los dirigentes, al padecimiento de sus semejantes, incapaz de entender la explotación, el despojo, guiada sólo por la inmediatez, la publicidad. De esa manera, sometiendo a la masa, a los humildes, a un proceso embrutecedor, el sistema está protegido, es difícil construir respuesta más allá del motín.

En las elecciones, lo más importante no es quién gana, al final los candidatos son la misma miasma capitalista. Lo importante es el proceso envilecedor. Nos vemos el 15, y no nos olvidemos del carnet que nos acredita como borregos. El próximo será un chip insertado en la piel del brazo, más eficaz, más moderno y con la ventaja de no perderse, de ser de por vida.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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