Pensar la superficie: la opinión pública vs la verdad revolucionaria

"Si quisiéramos hacer una revolución socialista estaríamos avergonzados de quienes hablan en nombre de ella ahora. Estaríamos pensando en cómo recuperar el país que está en manos de los comerciantes y banqueros, y recuperar la confianza en los cambios políticos radicales del pueblo chavista, por lo menos. Explicaríamos bien la emergencia, convocando a todos aquellos que estén dispuestos a revertir la situación en favor de población más necesitada, incluyendo a los niños de la calle, a los que comen basura y vagabundos. ¡Pero no!, ¡solo queremos la Paz!, ¡estamos cansados de tanta tensión!, a veces nos sentimos extenuados ¿Para qué una revolución social si podemos hacer un pacto, un pacto social?"

Parecen palabras aladas surgidas de la mente de José Vicente Rangel. O de Schemel que habla en nombre del gobierno, o es querido por él, argumenta a su tono: la victoria del chavismo "Fue un rechazo a la estrategia de la guarimba", realmente hace de científico social, se ve a sí mismo por encima de los políticos y no le importa en nada la revolución socialista.

Schemel, como los que hacen opinión, refuerza la idea falsa de que el gobierno lidera una revolución. Se trata solamente de darle nombre, "revolución", a un gobierno; no se complica mucho en reflexionar en eso de las "palabras sin contenido". Es natural, para un hombre que trabaja con la opinión y la opinión pública: prensa y encuestas de opinión. La opinión pública es superficial, es la "autoridad", dirigida por los medios de información y los formadores de opinión, como el gobierno, que crean la percepción pública, para intentar influir en la acción y la mente de las personas; gobierna desde el gusto, la moda, las "tendencias" de todo tipo, incluyendo las electorales, hasta eso que ahora llaman la "posverdad". Schemel es uno de ellos, José Vicente Rangel hace lo mismo (aunque se ayude con el chisme confidencial), y el gobierno que se dice revolucionario se acomoda ahí, prefiere vivir de los prejuicios que enfrentarse a la realidad con valentía.

Una verdadera revolución debería confiar en la fuerza física popular, leer en las individualidades del pueblo lo que acontece verdaderamente y no en la opinión pública. Una verdadera revolución se adelanta a los estallidos sociales, los previene o los orienta. No se place con coincidir con la opinión pública. Nuestros políticos se mueven al ras de la opinión pública, no generan cambios profundos, no se adentran en la verdad de los hechos. Prefieren creer que la gente vota o deja de votar por razones que solo a ellos le importan, jamás se ponen en el lugar de la gente.

Explicar el país a través de números, de encuestas y de la voz de los "expertos", les restan facultades políticas a los que se dicen dirigentes. Si son políticos deberían hacer política, deberían influir con sus verdades en la población, hacerla reflexionar o cambiar, porque la escuchan con atención, se nutren de ella. Estos dirigentes solo manipulan la opinión pública que es el nivel más profundo de su percepción de la realidad al cual tienen acceso. Tratan de manipular con ella a gente cansada, hastiada de ellos, de sus discursos y peleas, que no los tocan de ninguna manera.

Un líder como Elías Jaua refuerza una opinión gastada con la cual pretende "explicar" lo que ellos llaman un triunfo electoral: "Para nosotros el diálogo sigue siendo un espacio para crear las condiciones de trabajo, políticas, sociales, económicas, de convivencia para el reconocimiento, para el desarrollo, sin negociar la soberanía del pueblo" estas son palabras de Elías Jaua, ellos no saben si a la gente les interesa realmente el diálogo, el "reconocimiento", la soberanía, si creen en el desarrolla del cual hablan, o lo que sea; en la encuestas ponen a la gente a opinar sobre el diálogo sin saber cuánto saben sobre lo que se les habla. Así mismo lo hacen sobre la paz, sobre el socialismo, el capital privado, etc., manipulan la opinión mediante la "autoridad" de la opinión pública, de lo que dicen y repiten hasta la saciedad los líderes politiqueros, los periodistas, los opinadores de oficio, los editorialistas, los titulares, y las encuestas de opinión. A ninguno de ellos les interesa realmente qué piensa la gente, qué les preocupa, en qué creen o en qué no creen. Indagar ahí, en la calle y conversando o discutiendo debería ser la tarea del político: escuchar a la gente y saber leer de sus palabras parte de la realidad.

Hay alguien que recoge al vuelo este fenómeno de la opinión pública y es el señor Roberto Malaver, el cual titula todos sus artículos semanales con la palabra que nos da la clave de esa falso sentir público. Un día titula "diálogo", el otro "elecciones", otro "Guarimbas", otro "Trump", "El muro", "Paz", etc. Creo que su "opinión" es muy gráfica de este fenómeno de la superficialidad con la cual se pretende sustituir la realidad: periodismo versus verdad, periodismo versus pensamiento y reflexión, periodismo vs realidad la cual siempre es más vasta que tres o cuatro cuartillas, menos lo son dos, y mucho menos 150 caracteres, a pesar de los poetas y filósofos que escriben en aforismos, porque ellos no lo son. En 150 caracteres y menos se escribe el guión de una cuña publicitaria, y todos sabemos que la publicidad está hecha para la manipulación y el engaño, sobre todo para el engaño.

El político revolucionario lucha en contra de la opinión pública no junto a ella, por eso sale a la calle a escuchar de manera reflexiva lo que la gente piensa y siente; de esto depende su tarea pedagógica o formadora de conciencia. A fuera deberían quedar los prejuicios.

Por ejemplo, Elías Jaua supone (presupone) que la gente salió a votar en contra del imperialismo, o para recuperar la verdadera prosperidad, o porque la gente tiene cada día más consciencia de clase o cosas así ¿De dónde saca todo esto Jaua? Solo de sus propios deseos, de su imaginación. Es ahí cuando la dirigencia se estrella en contra de la realidad. Otro tanto piensa Adán Chávez "Votó por la continuidad de los programas sociales de la Revolución Bolivariana; votó por el programa de alimentación con los CLAP, por las misiones para los sectores más desprotegidos, por el aumento decretado para los jubilados y pensionados, por el aumento salarial y la protección del empleo." Realmente se refiere a lo que hicieron ellos para tratar de influir en la votación de sus seguidores, pero de ahí a que esas sean las verdaderas razones, no lo saben, pero prefieren mantenerse en la comodidad de sus propias razones (chantajes y manipulaciones), sin llegar al extremo de confesarlas descaradamente (el caso del Carnet de la Patria). La realidad se los va llevar por los cachos.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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