De Papa y de Nazinger

Cómo humildes admiradores de Jesús el Nazareno, no podemos menos que sentirnos asustados ante la aparición en escena de este moderno inquisidor que en materia de persecución y ensañamiento, supuestamente en defensa de una fé que está muy lejos de ser cristiana, no tiene nada que envidiarle a Pedro de Arguez o al mismísimo Torquemada. El llamado prefecto para la congregación de la Doctrina de la Fé, y ahora hecho Papa por su audacia, y por el patrocinio de su difunto antecesor; es nada más y nada menos que el verdugo de la Teología de la Liberación. Dirigió personalmente su exterminio en todos rincones de América Latina, y particularmente en Centroamérica donde se hizo evidente el asesinato. Lo que no pudo exterminar lo desarticuló, y prohibió el ejercicio de la enseñanza en nombre de la Iglesia a teólogos disidentes como Hans Küng, Leonardo Boff y otros, varios de ellos españoles. A quien más se parece este santo varón es a Ignacio de Loyola llamado el Iñigo por matar a miles de “infieles”, en nombre de la Fé, por lo cual fue declarado santo de la Iglesia.

Nazinger en filosofía es seguidor de las tendencias más conservadoras del pensamiento Hegeliano, y en Teología no es más que imagen y figura de su maestro y mentor, el extinto Cardenal Frings. Es un manipulador de Postín que oficia su perversidad detrás de bambalinas. Con su llegada al Vaticano, comenzó la fase abierta y declarada de la guerra sutil de “la Santa Sede” para acabar con el ensayo de Socialismo en la Unión Soviética. Fue Nazinger quien realmente condujo, a nombre de Juan Pablo II, aquella arremetida en contra de aquel laboratorio donde se pretendió poner en práctica el Socialismo científico a través del Marxismo Leninismo. Fue Nazinger el operador político para acabar con lo que ellos llaman “el peligro comunista”. Para aquella villanía contó con grandes aliados que iban desde la política hasta el marketing. En estas ayudas podemos destacar a la Coca Cola, a Mac’ Donald, a Mijail Gorbachov, y a su esposa Raisa. Sabido es que el Imperio había fracasado en su empeño de acabar con la Unión Soviética como alternativa ideológica del mundo esclavizado por el capitalismo. Esa fue la verdadera razón de la elección de Juan Pablo II como Papa. Las grandes mayorías excluidas del Mundo presenciaron con ingenuidad como Nazinger a nombre de Juan Pablo II, y sobre todo a nombre del Imperio norteamericano, acababa con la esperanza de los pobres del Mundo. Nazinger operaba en la Sombra, era el cerebro de las tinieblas, maquinando el aniquilamiento de la digna y legítima causa comunista.
En todo esto, hay una asquerosa historia de traiciones, en la que podríamos resaltar la traición de Gorbachov, y su esposa Raisa. Precisamente este traidor, que fue el último jefe de Gobierno de la Unión Soviética, que con su traición el ayudó a pulverizar, reconocería lambusiamente la labor de Juan Pablo II, que también era la labor de Nazinger. Llegó a decir Gorbachov que Juan Pablo II era “el socialista más importante de nuestros días”; pensamos que no pueden haber palabras más denigrantes, salidas de la boca de alguien que una vez se preció de ser comunista.

La órbita imperialista del Mundo se postró de rodillas ante Juan Pablo II, y su sombra oculta Nazinger, por haber acabado con el Comunismo (eso siguen creyendo ellos, sin darse cuenta, que si hay algo indestructible es la causa comunista, por la razón de que no hay otra manera de sobrevivencia humana en este Planeta o en cualquier otro Planeta que pudiese estar habitado en la cosmogonía, que el Comunismo) La revista “Time” y “People” lo nombraron hombre del año en 1.995. La Revista “News Week” le hizo el mismo reconocimiento el siguiente año. La Revista Semana lo coronó como “el hombre del siglo” por su hazaña de logrado la caída del Comunismo en la Europa Oriental. Empezando el 2001 el Imperio Yankee lo condecoró con la medalla de oro del Congreso, por ser el adalid de la Paz mundial y de la unidad religiosa. Recibió como trofeos a su lucha exterminadora del Comunismo, varios doctorados Honoris Causa, en Europa y en los EEUU. El desbocado telepredicador Billy Graham lo consagró como “la conciencia de la moralidad en el Mundo” Boutros Gali, ex secretario general de la ONU, títere como siempre, lo llamó “el ángel guardián de la humanidad” Todas estas flores tiradas a los pies de Juan Pablo II, son también laureles para el cerebro sombrío de Nazinger.

Hemos tratado de recordar algunas cosas para decir que el Mundo no puede llamarse a engaños, y sobre todo, las respetables religiones, distintas al cristianismo imperial, profesadas por grandes mayorías del Planeta, tienen que ponerse en guardia: Viene Nazinger, como si fuera Mazinger Z, intentando acabar con cualquier fé que no sea la fé de su Doctrina. El adorable Papa lanzó recientemente un zarpazo en esa dirección, y ahora quiere escurrir el bulto. Esa es una práctica favorita del clericalismo: “tirar la piedra y esconder la mano”. Hay un despliegue de la diplomacia vaticana para intentar echarle tierra a las infelices declaraciones de Nazinger en contra del Islam. Habló Nazinger de “Terrorismo islámico” esta blasfemia intenta hacer olvidar que fue precisamente en el Vaticano donde la nació la Mafia como organización criminal, y nació el terrorismo con fines genocidas para extender su hegemonía.

Estamos pensando que ha llegado la hora en que el Vaticano comience a ejecutar su política de cristianismo imperial dentro de su pequeño enclave. Nazinger tiene que recoger la cabuya. Ya que se quitó su disfraz de “Caperucita Roja” y como lobo feroz arremetió en contra del Islam, con el mismo procedimiento con que arremetió desde las sombras, en contra del Comunismo, y más allá de decir que no quiso decir lo que dijo (recordando a Cantinflas) Nazinger tiene que comenzar a respetar el derecho que tienen los seres humanos de ser felices con su propia fé, aunque esa fé no sea la fé de su Cristianismo Imperial.

Sería hasta lícito recordarle a Nazinger que él fue elegido por una cúpula controlada por la cofradía ultra conservadora del Opus Dei, decididamente defensora a ultranza del cristianismo imperial. Sería bueno decirle al pontífice qué comprendemos su adhesión a la globalización neoliberal del sistema capitalista cristalizado por Imperio, pero le rogamos por Jesús de Nasareth, que comprenda él también nuestro derecho a no estar de acuerdo con lo que opina su santidad. Entre otras cosas, debería recordar el santo padre, que los centenares de millones de fieles creyentes de la tradición judeo cristiana no votamos ni fuimos consultados para su elección como Papa; de habernos preguntado nuestra opinión, con toda seguridad no hubiésemos votado por usted.

Por Cristo su santidad, respete la fé de toda aquella abrumadora mayoría que no profesa su fé del cristianismo imperial.


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Eduardo Mármol


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