Lo más importante es sentirse ungidos, privilegiados; haber vivido la época de Chávez es un privilegio. Haber oído su discurso todos los domingos o visto pasar abriendo camino en aquella multitud roja rojita de la avenida Bolívar; haberlo visto mil veces y mil veces sentir que era un ser especial. Cuando en el mundo sepan que somos venezolanos y nos pregunten por él, podemos decir con orgullo "nosotros lo vimos, sentimos su magnetismo, era como ver a Bolívar, a Cristo". Le indicaremos a nuestros hijos, "aquí el Comandante cantó el himno, más allá corrió bajo la lluvia, en este Lago se subió en el Pilin León y fue el símbolo que marcó la derrota de los meritócratas petroleros, en este sitio aterrizó el helicóptero que lo trajo de La Orchila donde estaba secuestrado por la canalla; ese que está allí fue su lugarteniente, y aún sigue siéndole leal".
El aparecimiento de Chávez fue una epifanía, vino ungido a fundar una nación de fraternidad, esa era su misión. No la pudo concluir pero dejó sembrada la idea hondo en el corazón de los humildes. No hablemos de los aprovechadores, de los oportunistas. Pensemos en el deber de los Chavistas de corazón, de los que aún se estremecen cuando lo recuerdan, los que tiemblan de indignación por las mismas injusticias que él tembló, los que son su familia.
¿Cuál es el deber de los chavistas?
La respuesta es sólo una: El deber de los chavistas es hacer la Revolución, construir el Socialismo. No hay un deber que se anteponga a éste, no hay nada por encima de esto. No valen consideraciones subalternas, tentaciones de la democracia de los burgueses, distracciones en objetivos mezquinos, nada nos puede desviar del deber sagrado.
No hay otra manera de ser leales al Comandante que ir más allá de lo cotidiano, de borges, allup, de los triunfos tontos de llevar a miraflores a cuatro gobiernadores de pacotilla iguales a los 18 que se quedaron afuera. Hay que elevar la mira, preguntarnos, como le gustaba hacer a Chávez "¿dónde está el Socialismo?", ¿qué hicimos por desenmascarar las falsificaciones?, ¿qué hicimos por defender la imagen revolucionaria socialista de Chávez de los intentos castradores?
Sobre todo y muy importante, no hay que perder la fe ni dejarse arropar por la nube tenebrosa que cubre la política hoy. Todo esta mala racha de oportunismo, de pérdida de los principios pasará; toda esta incompetencia, esta mentira, el fraude que hoy vivimos pasará. Y volveremos a sentir que las ideas y las acciones de Chávez regresaron, que el pueblo humilde se sacudió el maleficio.
Hay que empezar a actuar. Que cada uno, donde pueda pinte, del tamaño que pueda, una consigna, por ejemplo: ¡No dejaremos que conviertan al Chavismo en otra ad!, ¡El Socialismo de Chávez no se negocia!, ¡Chávez vive en el Socialismo!, ¡El capitalismo es traición!
Hay que actuar, que los usurpadores sientan que hay Chavistas que no se tragan el cambio de ruta. Al principio se harán los tontos, ignorarán las consignas, pero luego, poco a poco, las pintas pequeñas se harán multitud y ese rugir de las paredes será el comienzo, el detonante, del rescate del pensamiento y la acción de Chávez. Todos pueden pintar, unidos en grupos o solos, con lápiz o pintura, con carnet de la Patria o sin él, todos pueden manifestar, será una especie de voto del poder originario sin mediación. ¡Que comience la Lealtad!