El Tigre no sale nunca de sus perpetuas calamidades. Si bien su suelo es prodigioso en artistas, actores, pintores, músicos, poetas, políticos, deportistas, profesionales probos y todo tipo de noticias asombrosas; también las calamidades le acechan y derrumban. Demás está decir que esa corrupción horrible y pasmosa que se ventila en Pdvsa y sus empresas conexas tiene en esta ciudad muchos protagonistas y asientos, así como el lavado de dineros de las mafias, el tráfico de alimentos hacia las minas del oro de Guayana, las manipulaciones del poder económico más perverso y otras tantas empresas del crimen.
La situación pavorosa experimentada esta semana final de noviembre de 2017 no tiene cabida en nuestro raciocinio: Los comerciantes chinos (principalmente), ubicados en torno a la Plaza Bolívar (el corazón de la ciudad), sacan de sus abastos y esconden en otros lugares, alijos de arroz, azúcar, aceite y demás rubros regulados por la Ley de Costos Acordados, recién anunciada por la Asamblea Nacional Constituyente, ante los ojos enojados pero pasivos del "bravo" pueblo de Simón Bolívar y Hugo Chávez. Lo más insólito es que la policía y la Guardia Nacional Bolivariana protege y custodia este crimen de lesa humanidad de estos extranjeros usureros y hambreadores del pueblo. ¿Esto no es terrorismo interno? Sólo falta que las farmacias también escondan las pocas medicinas existentes en sus anaqueles, y nos termine de matar la providencia.
El problema no sólo se manifiesta en los comercios chinos. Una muy impopular comerciante de la llamada carretera negra de la Flink, quien mantiene todo un monopolio en su negocio de verduras, carnes y enlatados porque es la única que posee punto de venta y proporciona efectivo a cambio de jugosas comisiones; también hizo lo propio sacando pacas y pacas de arroz para esconderlo en algún otro lugar, ante la mirada atónita e inerme de los vecinos del lugar. Como este caso concreto, hay muchos otros. Esto es el caos.
Mal nos podemos llenar la boca diciéndole al mundo la enorme mentira de que en la Faja del Orinoco Hugo Rafael Chávez Frías está mayor reserva de crudo probada del planeta, si es el hambre, la pobreza, la injusticia, la usura, la impunidad y la complicidad policial más sucia y corrupta la que campea en esta zona. El petróleo es el espejo de las miserias. La tapa bonita del frasco putrefacto.
Señor Fiscal General de la República, caro y estimado amigo y poeta Tarek William Saab, usted conoce esta ciudad de El Tigre tanto como yo, porque juntos la transitamos bajo el manto del sueño y la poesía durante nuestra primera juventud; por eso le ruego que anteponga su vuela voluntad y su relación directa con el Presidente Nicolás Maduro, y mande de una vez a investigar y poner tras las rejas a esta manada de bandidos que nos matan de hambre, y se burlan de las leyes, regulaciones y controles de este país. Pero también hay que ponerle unos grilletes a esos guardias nacionales corruptos y miserables que se venden por tres lochas para proteger al delincuente que se burla de nuestras necesidades primarias, y de nuestros propios derechos a la salud, a la vida y a la alimentación. Por su dignidad y por la nuestra, haga algo al respecto. O esta ciudad se convertirá en un nido de alimañas imposible de soportar.