Es difícil ubicarse en el escenario político de hoy, todo está muy confuso, las ideas no se muestran; el pragmatismo y el oportunismo son los móviles. Lo que hay de cierto es una gran cacería petrolera que no se sabe dónde se detendrá.
Los grandes opinadores no pasan más allá de lo personal, sus análisis se quedan en la superficie: "Diosdado se fortalece", "se debilita mengano", "se desplaza sutanejo". El pragmatismo del gobierno intoxicó a las inteligencias, no hay capacidad de análisis, no hay argumentos, sólo chismes de periodismo de farándula, ofensas, se soltaron las bajas pasiones.
¿Cuáles son las ideas, los intereses a los que de manera inconsciente sirven los actores de reality show que hoy padecemos? Intentemos respuesta.
Se pueden agrupar los contendiente por su visión económica, más concretamente, por la propiedad. De esta manera encontramos un sólo bando con matices: los que abogan por la propiedad privada, los que piden revertir lo que Chávez nacionalizó y por ese camino privatizar todo, PDVSA, CANTV, Guayana; y frente a estos, los más tímidos que no condenan el hecho, que prefieren hablar de otra cosa. Mientras los llamados bandos, las pandillas, pelean en raro honor de regresar al capitalismo, la obra de Chávez es sacada a subasta como se hace con los Bicentenarios.
Pero si esto es así, si todos son capitalistas, si ya al Socialismo lo derrotaron, ¿cuáles son las razones para la pugna? La pelea entre capitalistas es por administrar la entrega del Socialismo.
Quienes hoy están al frente de la transición son muy ineficaces, de esto han dado muestras claras, no han podido ni eliminar el billete de cien, lucen amarrados por la ambigüedad de aparentar ser una cosa y en realidad caminar en sentido contrario. Frente a esta costra gobiernante se planta la tradición de la derecha, con apellidos que vienen desde la colonia, con la cuarta tatuada en la piel, con fama de eficaces. Esta es razón para la pugna. Es lógico que a ninguno de estos dos bandos le interese mostrar sus ideas, no se declaran capitalistas, prefieren pelear en otro terreno menos peligroso, más farándula, más chisme.
Dentro del gobierno la pelea tiene otra característica. Allí la pugna es entre los reformistas falsificadores del legado de Chávez y los tardíos defensores de sus ideas, los que callaron y ahora, tarde, defienden lo que ya es más difícil de proteger. Los usurpadores tomaron posiciones de fuerza dentro del gobierno y crearon una psiquis clientelar dentro de la masa, la despolitizaron. La situación es compleja. ¿Qué hacer?
Los líderes chavistas auténticos deben dejarse de pendejadas, de falsas lealtades, y previa una profunda autocrítica ponerse al frente de la Resistencia Chavista: asumir el Plan de la Patria, el camino al Socialismo, moralizar de nuevo a los chavistas, rescatar el orgullo, la pasión. Sabemos que es tarde, pero siempre es tiempo de retomar el rumbo revolucionario, y como recuerda el sociólogo Miki: el hijo pródigo siempre será bienvenido.
A unos ya los defenestraron, a los otros los tienen en la mira, no deben hacerse ilusiones de perdón, serán aceptados mientras no brillen, mientras no resalten. El dilema de hoy es luchar por las ideas del Comandante o perecer en el patíbulo restaurador.