Cuando un proceso llega a su atardecer pierde brillo, su luz; junto a la claridad se va la dignidad, se presagia la noche y la ética se tuerce; en la oscuridad aflora lo interno, lo bueno y lo malo. Entonces, el desespero sustituye al brillo, y la caricatura, la imitación burda, suplanta al original refulgente.
En esta etapa estamos, no es cuestión de saber cuánto durará, sino de entender que ya esto dio todo lo que podía dar, llegó a lo más lejos que podía alcanzar. Son tiempos de urgencia moral, la ética debe ser restañada.
Ya las medidas son groseras repeticiones, promesas huecas, irresponsables, el verbo repetido ya no transmite veracidad, sólo encubre la inopia moral, no existen capacidades. El atardecer viene acompañado por el deterioro, las bajas pasiones afloran, el hombre animal se impone al hombre racional; linchar sin preguntar es la consigna de la masa transformada en horda por obra de sus dirigentes venales.
Los azuzadores de la barbarie están en posiciones de poder, tienen poderosos medios de comunicación y con ellos deforman las almas, las manipulan: pueden transformar un héroe en un villano, un gerente en un vil ladrón; pueden condonar a quien entrega la Patria y guillotinar a quien la defiende.
Cuando el sol se apaga es la oportunidad de la falta de talento, en la bruma medran los mediocres, acompañan a la infamia con discursos encendidos que no dicen nada, ascienden agarrados de las gónadas de los que ascendieron antes agarrados de otras gónadas. No toleran el talento, lo persiguen, les incomoda.
La pelea es desigual, los honestos, los justos tienen normas, no piensan mal, no imaginan las crueldades de los gobernantes desquiciados, creen ingenuos: "la guillotina no volverá", "esta vez no se devorarán a los hijos", "yo lo conozco, ayer almorcé con él", "no hay peligro de que me allane la casa, de que me espose", "si voy allá conversamos y los gobernantes entrarán en razón". Se equivocan, son presa fácil.
Cuando el sol se va, es necesario iluminar con ideas, que se abran camino en la oscuridad, que enseñen a entender la realidad, develar las mentiras de los gobernantes, ir contra la corriente que pretende instalar falsedades en el alma colectiva.
Hoy es necesario denunciar la supuesta lucha contra la corrupción, que es una distracción que oculta traiciones mayores, es la búsqueda de un chivo expiatorio, un circo de leones, y lo más grave: es la preparación para el linchamiento sin derecho a la defensa. Parece tener razón el clásico cuando afirma que "el lumpen sindicalero, la marginalidad, los desclasados, al no tener proyecto de sociedad, al no ser realmente una clase, cuando llega el atardecer, cuando están en posiciones de poder, sólo puede parir un autosaboteo que destruye todo lo bueno, todo lo construido". Observando la cacería insensata en PDVSA, parece que el clásico no se equivocó.
La hora reclama héroes capaces de arriesgarlo todo sin pedir nada a cambio. Son tiempos grises parecidos a los que antecedieron al 4 de febrero, la Patria sabrá parirlos.