Teodoro Petkoff, Jorge Castañeda, Francis Fukuyama y un gentío más coinciden en afirmar que en Amé rica Latina existen dos izquierdas, una representada por Castro, Chávez y Evo Morales, autoritaria, antidemocrática, borbónica; y la otra por Lula, Kirchner, Tabaré Vázquez, Bachelet, democrática, institucional, liberal, etc. Una mala y otra buena.
Es bueno dejar claro que siempre ha habido no dos, sino tres o cuatro izquierdas, y, para simplificarlo, unas más radicales que otras. Aquí en Venezuela, apenas se habló de izquierda en 1936 comenzaron a surgir las diferencias. Trotzky estuvo en el centro de algunas divisiones, y en los años 60 fue notable porque existen las comunistas pro soviéticos y los pro chinos, pero el abanico no terminaba ahí. Comenzando por el PCV y el MIR, es larga la lista de organizaciones de izquierda que han existido en Venezuela. Igual que en América Latina. La novedad es que ahora la izquierda está, o se supone, en el poder. Digo se supone porque es bastante difícil calificar de izquierda al gobierno de Chile.
Pero ubiquémonos en Venezuela. A partir de esas distinciones, debemos convenir que también aquí habría, al menos, dos izquierdas: una que apoya a Chávez y otra que lo adversa, aunque en uno y otro caso no sean formaciones únicas ni homogéneas. Todo viene a cuento porque hoy son las elecciones de Brasil, y esas izquierdas tienen posiciones distintas, la que apoya a Chávez desea el triunfo de Lula, el propio presidente lo ha dicho, y sin necesidad de que lo dijera, todos sabemos que es así. Kirchner, Tabaré, Castro y Evo esperan igualmente su victoria. En cambio, la otra izquierda de aquí, que debería estar identificada con Lula y su PT, no quisiera ese triunfo; por supuesto, le avergüenza decirlo, se guarda sus deseos. ¿Cómo explicar esa contradicción, cuando es lógico que exista solidaridad con esa izquierda democrática y avanzada, que hoy se juega su permanencia en el poder? La explicación es muy sencilla: saben que una derrota de Lula afectaría a Chávez, y por eso la desean. No hay ninguna otra razón.
Veamos qué ocurre entre esos gobiernos de izquierda, los cuales han estado dando muestras de más coincidencias que diferencias. Por ejemplo, en Mar del Plata, Mer cosur firmó con Cuba un acuerdo de intercambio comercial, en momentos cuando EEUU cerraba el cerco contra Cuba y sanciona a las empresas que comercian con La Habana. Allí estuvieron las dos izquierdas, poniéndose de acuerdo.
Como ése, existen varios convenios que muestran las mejores relaciones entre los gobiernos de Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Cuba y Uruguay. A quien examine tales nexos le será a menudo difícil observar que se trate de dos izquierdas, sin negar que existan diferencias. Pero ese espectro de armonía entre esas dos izquierdas no se ve en Venezuela. Aquí, una de ellas coincide más con la derecha, se fusiona con ella y casi borra las diferencias. Cuando se cumplieron 30 años de la muerte y derrocamiento de Allende, no hubo expresiones de esa izquierda solidaria con el Presidente mártir. En las elecciones de Bolivia por supuesto que querían la victoria de la derecha, y ni una palabra solidaria cuando nacionalizó el petróleo. En las elecciones en México se anotaron con el candidato de derecha, y desestimaron cualquier demanda de recontar los votos. En todas las contradicciones de Washington con Venezuela, o con cualquier país de la región, siempre están al lado de Bush o guardan silencio. ¿Acaso no callaron ante la invasión a Irak, la ocupación de su territorio, la muerte de miles de civiles, las comprobadas denuncias de torturas cometidas por militares estadounidenses? Mientras los gobiernos de Brasil, Argentina y Uruguay, de la "buena" izquierda con la que coinciden, apoyan a Venezuela en su esfuerzo por ganar un puesto en el Consejo de Seguridad, la otra izquierda criolla desea que gane Guatemala, aunque no lo diga. (Hay ex cepciones, leí un artículo de Leopoldo Puchi en dirección contraria).
Ustedes pueden elaborar una lista de situaciones donde coinciden los gobiernos de las dos izquierdas en América Latina, pero aquí en Venezuela la "otra izquierda" olvida sus aparentes coincidencias y elogios a la "buena" en el gobierno, y asume posiciones opuestas. Como en el caso de las elecciones de Brasil de hoy, la única razón que permite entender esa posición que los hace ponerse en la acera de enfrente y ligar a la derrota de Lula es no coincidir con la izquierda que representa Chávez.
Furibundas
las condenas de la oposición al crimen múltiple en La Paragua. Se entiende. Lo que no se entiende es el silencio que guardaron ante las masacres de El Amparo, Yumare y Cantaura. Cuando fueron sentenciados, algunos a 30 años, los responsables de la masacre de Kennedy, también callaron, como ahora ante la celeridad con que el gobierno ha actuado: pronto comenzará al juicio a 14 militares presuntos responsables.
Muchos
de esos líderes calificaron de show el episodio con Nicolás Maduro en el aeropuerto de Nueva York. Se precipitaron porque seguidamente el Departamento de Estado admitió su responsabilidad y ofreció excusas al gobierno venezolano. Parecen incorregibles.
En la novela
La invasión, de Ignacio Solares, se cuenta un episodio casi desconocido en Venezuela. Cuando EEUU se apropió de la mitad del territorio mexicano, en 1847, ocupó la ciudad de México. El pueblo expresó por diversas formas su repudio, hasta con guerra de guerrillas, pero hubo quienes en la clase alta sacaban banderas estadounidenses y pedían que se quedaran para que impusieran el orden. Cualquier semejanza es pura coincidencia.
El jueves
presentamos Todo Chávez, de Sabaneta al socialismo del siglo XXI, en Maracay, en el hotel Micote. Desbordado el salón Naiguatá. Agradecido del diputado Eddy Gómez Abreu, de Juan Ignacio Romero, presidente del Consejo Legislativo, y del colega Juan Monasterios Malavé, promotores del acto.
Récords
El domingo 17, 65 años y un día después que apareció el N° 1 de Últimas Noticias, la edición aniversaria impuso récord nacional de circulación, y uno que estará en el ranking mundial. Ese día se imprimieron 349.118 ejemplares y se vendieron 342.790, cifra nunca antes alcanzada por este diario ni por ningún otro en Venezuela. Sólo hubo una devolución de 6.328 ejemplares, es decir 1,81%; en una edición tan alta, debe ser uno de los porcentajes de devolución más bajos en el mundo. Como Últimas Noticias se vende en 10 mil puestos en todo el país, es fácil deducir que a media mañana ya se había agotado en miles de puestos. Un extraordinario éxito editorial. Nuestro promedio diario nos ubica como el tercer diario en español por su circulación en toda América Latina, sólo superado ampliamente por Clarín de Buenos Aires y, ahí ahí, por El Tiempo, de Bogotá.