Yo decía que el mundo es absurdo y me adelantaba demasiado. Todo lo que se puede decir es que este mundo, en sí mismo, no es razonable. Pero lo que resulta absurdo es la confrontación de ese irracional y ese deseo desenfrenado de claridad cuyo llamamiento resuena en lo más profundo del hombre. Lo absurdo depende tanto del hombre como del mundo. Es por el momento su único lazo. Une el uno al otro como sólo el odio puede unir a los seres. Eso es todo lo que puedo discernir claramente en este universo sin medida donde tiene lugar mi aventura. Albert Camus.
Los venezolanos estamos condenados a la maldición de Sísifo porque somos un país con derechos pero sin obligaciones para los comerciantes de la especulación, funcionarios militares y policiales, burócratas, políticos etc. Muchos venezolanos viven hoy arruinados ya que no tienen derecho a nada. En este país los comerciantes sirios y chinos se han creído que el dinero se les multiplique en forma especulativa, y no es así, solo si se crea una sana economía productiva se regenerará el tejido empresarial que es el que crea puestos de trabajo, y paga impuestos para sostener el gobierno. ¿Quien va ha crear las nuevas empresas de la economía productiva?
Albert Camus en 1942 cuando escribió la leyenda de Sísifo, según la mitología griega, lo describió como el más astuto de los hombres, pero carecía de principios morales esto lo encaminó hacia la codicia y el engaño. Su falta de ética, honestidad, sus continuas mentiras terminaron con la paciencia de los dioses que lo sometieron al más duro de los castigos. Fue condenado a empujar una enorme roca hasta la cima de una montaña, donde la piedra volvía a caer rodando hacia abajo por su propio peso, obligando a Sísifo a repetir una y otra vez el mismo esfuerzo. Sentenciando por los dioses con todo fundamento a ese severo castigo, ya que no hay peor castigo que el trabajo inútil y sin esperanza.
Traigo a colación unas frases de Rafael Ramírez en su ultimo articulo publicado en www.aporrea.org sin animo de irrespeto ni de la descalificación ad hominem, que debió expresarlas estando Hugo Chávez vivo, debido a que aquellas arenas trajeron estos lodos, hoy están fuera de él contexto histórico, que lo mantienen en la penuria de Sísifo.
Comienzo de frases:
"Con la desaparición del comandante, nuestra Revolución entra en un área de peligro inminente, más cuando no se entiende que nadie puede igualar el carisma y liderazgo del comandante Chávez en el seno del pueblo".
"El factor que ha sido una falla recurrente en todos estos años es que no tenemos control, ni capacidad de controlar los aspectos financieros de nuestra economía. Es decir, la política cambiaria ha afectado las posibilidades de PDVSA de cumplir sus compromisos y mantener su operatividad".
"Se han tenido que desviar recursos vitales para satisfacer necesidades del país, sólo para pagarle a los tenedores de bonos. Se han hecho muchas operaciones extrañas. Se han liquidado muchos activos de la nación. Se han hecho propuestas y anunciado iniciativas que hay que ver con mucho cuidado, algunas parecieran ser inconstitucionales, pero se argumenta que estamos en guerra, la realidad es que se permitió, por omisión o incapacidad que el agua nos llegara al cuello".
"Pareciera más bien triste que la respuesta a la escasez y la imposibilidad de controlar a los comerciantes en sus precios sea recibir una caja con alimentos de supervivencia, de producción extranjera".
"Poner al pueblo a pelear por una lotería, un pernil, que se convierta la necesidad en un chantaje como una condición para obtener un voto resulta doloroso". Fin de las frases.
Rafael Ramírez durante mas de diez años, dirigió la empresa petrolera mas importante del país y una de las primeras en el mundo, además de vicepresidente del área económica, durante ese tiempo, y estando Hugo Chávez vivo, en el que muchos venezolanos, empezando por sus gobernantes, se creyeron los más listos del planeta. Fueron los años del barril de petróleo a más de 100 dólares, del crédito chino, del enriquecimiento rápido. Llegamos a pensar que podíamos ganar el primer lugar de la economía mundial, y que nuestro sistema socioeconómico era el más sólido del mundo. La falta de prudencia, la codicia y el despilfarro nos llevaron, como es sabido, al estallido de la burbuja, y hoy nos encontramos entrampados, como Sísifo, a merced del juicio de los dioses, pero de los dioses de la productividad, y el mercado.
El Gobierno venezolano lleva años obligando a los ciudadanos, y a las empresas productivas que quedan en pie a empujar cuesta arriba la enorme roca de la hiperinflación, y de las constantes subidas de precios. Con un esfuerzo desesperado que está cobrando víctimas cada vez más numerosas por la escasez y el alto costo de los medicamentos. Y con cada nuevo anuncio presidencial de medidas económicas, la roca vuelve a caer abajo sin el más mínimo atisbo de mejora de la economía. Con esta mega inflación, la roca se hunde cada vez con más profundidad, y será mayor el esfuerzo para remontar de nuevo la pendiente. El pueblo venezolano, cada día que pasa de esta tormenta de hambre, está empezando a perder la esperanza, y algunos han perdido ya la paciencia, y comienzan los saqueos.
Tenemos que hablar con claridad. O el gabinete económico claudica, y empieza a articularse políticas expansivas a nivel latinoamericano para que los venezolanos que emigraron regresen, poniendo más énfasis en el crecimiento, y menos controles del estado en la economía, o no habrá más remedio para volver a crecer. Es así de simple el hambre no espera, hay que comer todos los días. El debate político gobierno-oposición esta mal enfocado. Nos ahogamos en polémicas estériles sobre si hay que meter preso a Ramírez o no, mientras las empresas productivas se desangran por la falta de seguridad jurídica para producir, y derrotar la demanda. Ya que las medidas que se toman la deprimen todavía más, a la ya alicaída economía. Más inflación, menos consumo. Aumentos de salarios, menos consumo. Si nos siguen obligando a levantar la piedra una y otra vez en estas condiciones, acabará por aplastarnos a todos.
Nuestro mayor problema es la corrupción política del país, ya que la inflación cada día vuelve añicos al bolívar, ojalá que la piedra de Sísifo no se hunda tan adentro que no seamos capaces de levantarla. Hace falta la imperiosa necesidad de buscar cuanto antes el punto de equilibrio entre austeridad e inflación, para que esto tire para adelante, estamos más muertos que vivos.
Depende de nuestra condición humana y social, que ya ni siquiera económica, que pueda establecer la piedra en un punto de la ladera, haciéndola bajar y subir según indiquen los mercados, impidiendo que se desplome al vacío y por supuesto coronar sin sentido la cima para rodar inmediatamente de nuevo ladera abajo. La única forma de ser constante y perseverar es depender de nosotros mismos, con nuestra cabeza de venezolano que trabaje más con el corazón que con la cabeza, con nuestra propia idiosincrasia y particular modo de vivir la vida. Para ello es necesario volver a el ya nostálgico bolívar, que aún siendo devaluado, aún subiendo fuertemente la inflación, puede hacer que por lo menos nos quedemos frenando la piedra en mitad de la ladera, a esperar si decidimos coronarla, o a que nos desplace poco a poco más abajo. Depende de nosotros mismos, pero ya como venezolano, no como chinos. Porqué si nuestros hijos y nietos se siguen marchando del país por esta tragedia socioeconómica, no habrá quien cargue nuestras urnas.