Cuando Chávez de declaró Socialista, el capitalismo mundial prendió las alarmas. Inmediatamente, como es costumbre frente a una amenaza, varios planes se pusieron en marcha, desde la invasión, crear una contra en la media luna, ganar en elecciones, halagarlo, seducirlo de mil formas, hasta el asesinato. Esos y muchos otros planes corrían en paralelo. Uno a uno fueron siendo derrotados, el golpe de abril, el sabotaje petrolero, el referéndum, varias elecciones, de todos los intentos salía el Comandante fortalecido.
Simultáneamente el camino al Socialismo se perfilaba, crecía, el Comandante aprendía, estudiaba, creaba conciencia en la población, la formaba y él se formaba. El Capitalismo mundial aceleraba sus planes, el Socialismo amenazaba con regarse por la América, ya no era suficiente la barrera socialdemócrata continental levantada sobre Chávez como un cerco ideológico, la situación caminaba hacia una definición: o Socialismo o capitalismo, no cabían medias tintas, disimulos.
Los capitalistas mundiales descubrieron una debilidad en el Chavismo: el Comandante avanzaba, la masa lo acompañaba, pero no tenía equipo de vanguardia. La tesis era audaz, los discursos del entorno eran encendidos, todos se paraban a aplaudir los discursos radicales de Chávez, todos vestían de rojo. Pero lo informes, más allá de las apariencias, eran categóricos, no había sucesores socialistas, esa era la gran debilidad del Comandante. La solución para los capitalistas era clara, había que salir del Comandante, no ya por elecciones, eso era imposible.
El riesgo era grande, un impacto de esa magnitud podía radicalizar a la masa, podía surgir un líder y todo sería peor. El imperio corrió el riesgo, confiaba en el carácter socialdemócrata del entorno.
Y salieron de Chávez de una forma que no levantara sospecha, el asesinato, el magnicidio fue encubierto con una enfermedad, la reacción popular fue conducida hacia las elecciones burguesas, el opio de los pueblos. Y la primera fase de la derrota del Socialismo se había cumplido: salir de Chávez y permanecer en el territorio socialdemócrata.
Si Capriles ganaba las elecciones, el capitalismo ganaba; si Maduro ganaba las elecciones, el riesgo de la continuidad del Socialismo era mínimo. Ganó Maduro, y de inmediato comenzó la inmensa operación de desmontaje del Socialismo que hoy culmina.
El gobierno fue presionado desde el exterior y desde el interior. Estos ataques fueron respondidos con un pragmatismo que desgastó el apoyo sólido heredado de Chávez. El gobierno tomó el camino de cambiar prebendas por apoyo, así el Dakazo se convirtió en su modus operandi.
Y es verdad que superaba los obstáculos, pero a costa de perder conciencia del deber social y ganar en conciencia egoísta, estimular el mercenarismo. No fueron aprovechados para elevar el espíritu revolucionario, al contrario, se hicieron amagos de establecer un nacionalismo ...
Nunca más se habló de Socialismo, sólo de una rara paz que en realidad es regresar a la democracia burguesa, el resucitar de la cuarta república que Chávez había derrotado. Ahora los triunfos son los triunfos de la cuarta.
El capitalismo ha avanzado, los bancos ganan como nunca, las compañías extranjeras prósperas, ahora tienen seguridad jurídica, los empresarios tienen dólares baratos, la espiritualidad es la del lucro material por encima de cualquier otra consideración, los bandos capitalistas son cómplices. Y el Socialismo volvió a ser una esperanza.
La historia registra los hechos y no los deseos de los protagonistas, en esta etapa de nuestra historia se escribirá que el magnicidio de Chávez fue el inicio de la restauración del capitalismo que Maduro culminó, ese fue su papel histórico... triste.