Cuando la justicia falla y el hambre arrecia se hace presente la caridad como el gesto oportuno, salvador, milagroso. La caridad ha sido un recurso muy utilizado en Venezuela por los gobiernos despóticos, personalistas. Buen ejemplo de ello fue la dictadura ejercida por el tirano de la Mulera, Juan Vicente Gómez. El analfabeta dictador aprendió bien temprano la eficacia política de tal recurso. Se dio cuenta que era posible manipular las necesidades de la gente, en particular de la gente hambrienta, esa a la que siempre le faltaba un mendrugo para calmar su apetito. Aprendió que tal tipo de gente está dispuesta a postrarse ante el salvador que acude en ayuda suya. Ese "salvador" pasa a ser así el redentor, el protector, el imprescindible, el hombre necesario.
A sabiendas de todo ello, el Tirano Benemerito organizaba, los días de fechas patrias, suculentas parrilladas donde hombres, mujeres y niños convertidos por su régimen en verdaderas piltrafas humanas, saciaban el hambre acumulada de muchos meses. Cuerpos famélicos era lo que se veían en tales ocasiones, pues aquel régimen militar era una verdadera fábrica de hambrientos. Era ese el pueblo venezolano de entonces. Al hambre se sumaban varias calamidades, como el paludismo y otras enfermedades, carencias médicas, la insalubridad de los pueblos y ciudades, el analfabetismo, la represión, la pobreza del país, la falta de escuelas y universidades, el desempleo. Esa maltratada población aprendió a ver en Gómez su salvador, su amigo, su padre, gracias a esos gestos dadivosos que eventualmente arrojaba éste sobre la masa de famélicos. A fuerza de parrillas con yuca conquistó El Benemérito el corazón de los hambrientos. Tanto fue el rédito obtenido con este mecanismo que al momento de su muerte miles de personas lloraron su desaparición física, Y hoy día mucha gente acude a su tumba a reverenciarlo, solicitarle un milagroso favor, a pedirle, como al Nazareno, que multiplique los panes.
Ahora es Nicolás Maduro, el presidente sindicalista, quien acude al mismo humillante expediente, al mismo ruin recurso, luego de haber derrochado, junto a Chávez, la más grande fortuna ingresada al presupuesto nacional en toda la historia republicana de Venezuela. En medio de una espantosa hambruna sufrida por los venezolanos, gracias a las nefastas políticas ejecutadas por este gobierno de Maduro y demás dirigentes del PSUV, el bárbaro de Miraflores de nuevo recurre a políticas caritativas para intentar engañar a los millones de hambrientos venezolanos que piden a los cuatro vientos un bocado de comida.
Hoy día, igual que en los tiempos gomecistas, el hambre, el paludismo, la represión y la falta de libertades políticas son los signos distintivos de la situación venezolana. Y el presidente sindicalista es el nuevo desalmado neogomecista. Se repiten ahora algunas realidades sufridas por los venezolanos en tiempos del tirano de la Mulera. Se reproducen los padecimientos de la gente como resultado de pésima gestión de Nicolás Maduro, se reproduce la concentración unipersonal del poder político, se reproduce la hegemonía militar en el gobierno, se reproduce la represión policial sobre la población inconforme, y se reproduce el uso de la caridad como política gubernamental dirigida a paliar eventualmente el hambre de los venezolanos. Ahora no son las parrilladas gomecistas pero son los perniles decembrinos, las bolsas CLAP, el Bono Niño Jesús, el Bono Reyes Magos, el bono de las parturientas. Simples paliativos para satisfacer por breves momentos las carencias nutricias de los millones de venezolanos implorantes de un plato de lentejas. En este momento, según la ONU, son 24 millones de personas los venezolanos que se encuentran en la condición de pobres, ochenta por ciento de los habitantes de nuestro país. Una masa inmensa de personas carentes de lo mínimo necesario para saciar su apetito. Muchísimos de ellos se malalimentan recogiendo sobras en los basureros, pidiendo limosnas, consumiendo comida para animales, ingiriendo una sola comida al día. Se incluyen aquí niños, mujeres, ancianos, jóvenes, todos convertidos en esqueléticas personas por las funestas políticas defendidas y ejecutadas por el gobierno del bárbaro que habita actualmente Miraflores.
Por la indolencia del sindicalista presidente, por la indiferencia con que mira el sufrimiento nacional, uno está obligado a concluir que el hambre nacional es una expresa política del gobierno actual, una política bien administrada por el régimen con el fin de mantener en estado de necesidad a la población, de manera que ésta se mantenga distraída en la búsqueda del mendrugo diario, del bocado requerido para no dejarse morir de inopia. Es el hambre provocada y administrada con fines políticos.
Ante el brazo extendido del "caritativo" Nicolás, los famélicos agradecen la "buena" obra, la oportuna ayuda, la milagrosa acción y se arrodillan a besar su mano. Él sonríe, convoca una cadena y profiere la correspondiente charada. Lo acompañan el resto de cómplices del PSUV, los izquierdistas enchufados, los críticos de antaño.
No debemos extrañarnos entonces que el verdugo gane todavía elecciones, pues se ha demostrado que cuando el hambre arrecia, la caridad sirve para ganar votos y obtener triunfos electorales. Es que por el estomago se puede someter a la gente dado que el hambre obnubila, impide el razonamiento lúcido, embrutece el entendimiento. Lo demostró Juan Vicente Gómez, que se murió presidente de Venezuela ya anciano, en medio de un país azotado por el analfabetismo, el paludismo y el hambre. Ahora lo practica y demuestra Maduro, seguramente con misma aspiración de morir longevo en la silla de Miraflores. No obstante, nosotros esperamos que así como el otoño sucede al verano, tiempos mucho mejores vengan muy pronto. El presente calvario venezolano llegará a su fin este mismo año, pues según indican los acontecimientos ahora en desarrollo la población no soporta más los atropellos del gobierno actual. Está reaccionando en contra de un gobierno hambreador e indolente. Todo indica que este mismo año iniciaremos este nuevo recorrido histórico. Así será.