El luchador incansable por los derechos humanos, demócrata, honesto en buena medida, inevitablemente sostiene un compromiso con el humanismo, pero así mismo con el capitalismo, al apostar por la "buena voluntad" de los medianos y grandes empresarios. Es una manera de describir este "demócrata honesto". Las comillas son porque no sabemos qué tan honesto se es cuando se defiende tercamente esa asociación con los empresarios privados, al tiempo que las mayorías pasan hambre y trabajo, justamente por la actitud hipócrita de los primeros. En su posición "democrática" hay una apuesta implícita por el capitalismo. Nosotros, al contrario, creemos que es imposible una sociedad socialista que a la vez quiera desarrollar a lo interno una economía de mercado capitalista y un sistema de producción capitalista y de propiedad capitalista; para nosotros las opciones son: socialismo o barbarie, por eso lo increpamos ahora.
Esta ambivalencia es la razón por las cual pensamos que J V Rangel está parcializado por un sistema socialdemócrata. Para él es inevitable actuar políticamente en el ambiente de una democracia representativa para que en el sistema "quepamos todos", explotadores y explotados. Que es necesario un régimen de alternancia política entre partidos socialdemócratas. Para él no vale una revolución que cambie las reglas de juego (que no sea para sostenerse despegadamente al poder: la ANC). En resumen, JV Rangel no cree en la revolución socialista; todo lo que aúpe cambios radicales o que "entre en conflicto" con el modelo que lleva adelante el gobierno, lo evita, se hace el pendejo; para los que pensamos desde la revolución socialista nos parece un mal síntoma, "anuncia tempestad".
Es el caso de sus entrevistas, es decir de su trabajo periodístico: dista de ser imparcial. Y creemos que él lo sabe, o así lo entiende y por eso trata de no hace de esto un conflicto más para el gobierno. Sin embargo, pudiera ser la confrontación de gobierno con la crítica chavista revolucionaria la verdadera solución a la crisis de gobernabilidad y de las salidas violentas y represivas.
José Vicente no trabaja para uno de los medios públicos del gobierno o controlados por él (a menos esos creemos), bien podría abrir el debate; no hacia Fedecámaras, o con Oscar Schemel, que es de derecha, sino con opiniones tan valiosas como distintas: Julio Escalona, Luis Britto García, Rafael Ramírez, Giordani: si lo quisiera puede hacerlo. Su ecuanimidad debería ser real, efectiva, no limitarse a un equilibrio entre Gobierno y Oposición, o Gobierno y Fedecámaras: el país es mucho más que eso, pero muchísimo más.
El país somos más que ese maniqueo diálogo secreto entre actores políticos del mismo lado, la misma derecha, la interna y la externa. También existe, o sobre todo existen las mayorías, que han servido toda la vida de base social para sus manipulaciones electoreras. Y también están los líderes y pensadores que critican al gobierno, contrarios, desde la revolución, tanto a la derecha reformista y socialdemócrata que controla el gobierno como a la derecha de siempre ¿Qué le pasa a JV que ahora estos críticos, ex ministros como Giordani, Rafael Ramírez, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio; Luis Britto, o Julio Escalona, no conviene ser escuchados en su programa?
La respuesta es hacia dónde, para él, debería inclinarse la solución a la crisis. Para JV la solución debe estar del lado de la "paz social", el pacto social; dentro de las reglas del juego socialdemócrata, de la democracia burguesa de siempre, de la alternancia, las que imponen los partidos burgueses, los "factores" políticos del "pacto social" que conviene con lo inefable de las diferencias, de las clases sociales, de los privilegio.
La paz de los tontos y de los pícaros ¿Pero qué dicen los hambrientos sobre esa paz? Nadie sabe, nadie les pregunta, nadie los entrevista ¿Qué dicen los críticos políticos e intelectuales del chavismo exiliado, condenados antes de ser juzgados? Nadie sabe, nadie tiene derecho a saber qué dicen, como se defienden, como ellos no tienen derecho a ser escuchados. Por eso este escrito está dedicado a José Vicente Rangel, adalid de los "derechos humanos y de la democracia", ex ministro y aliado de Chávez.
Queremos oír hablar a Rafael Ramírez defenderse de las acusaciones veladas que le hacen a cada rato desde el alto gobierno. Estamos cansado de los chistes escatológicos de Diosdado, de las bailes de Maduro, de la obediencia mansa, queremos ver la otra cara de la moneda, y no hablamos de la opinión de Fedecámaras, y no hablamos de Schemel, que representan la misma cara del gobierno (en cuando a soluciones políticas y económicas se refiere), hablamos de las que apuestan a las soluciones dentro de la revolución socialista, chavista; del último Plan de acción política Chávez: el Plan de la Patria, elaborado para obligarnos a traspasar la barrera del no retorno al capitalismo, y ahora despachado así, sin más,, sin ni siquiera haber tenido la intención de aplicarlo en una mínima parte, o de hacer por lo menos el aguaje de aplicarlo.
Ese es el verdadero terrorismo, el chantaje de la guillotina política, "Barras y Tellien" gobernando sobre los deseos más íntimos de los oportunistas, repartiendo oportunidades a los oportunistas, rendidos ante el dios dinero, el dios éxito… ¿Qué será del futuro político de Maduro y Diosdado (y los otros) cuando salgan del gobierno? ¿Cómo se llamará su nuevo partido? ¡Sin gobierno! ¿Cómo será el futura del PSUV? ¿Cuáles serán sus negocios? ¿A qué dedicarán el tiempo libre? ¿Cuántos irán hacia la derecha más reaccionaria? ¿Cuántos presos? ¿Cuántos hacia la izquierda, para luego venderse como espías)?
José Vicente Rangel debería aprovechar sus últimos 10 minutos de fama para protagonizar un cambió radical en la escena política de esta farsa, mudarla a tragedia y abrir la historia a su favor como modelo de justicia.
Marcos Luna 20/01/2018