Lupa analítica sobre nuestra realidad

Fenece enero en Venezuela, aquí y ahora, bajo la amenaza de Occidente y su Nuevo Orden que considero Global, que nos sumerge en regímenes neoliberales y gobiernos populistas, abotonados a trajes importados e idea pragmáticas ajenos a nuestra latitud. Los individuos, los hombres y las mujeres hoy, en este siglo, observando cómo muchos pseudo dirigentes arropados bajo un pasado de gloria ajeno, arrastran sus lastres, y hunden al país, remedos de viejos arquetipos y obtusos de conocimientos por la causa; mezclan el ocumo chino y el oso polar, con las caraotas y las arepas. En tiempos en que la competencia por la supervivencia se dirige a la inteligencia artificial, que ya ha dejado a miles de familias en la calle, al ocupar sus puestos de trabajo, y cuyas consecuencias apenas asoman una arista del problema a nivel de la conflictividad planetaria; acaso hemos olvidado que la especie humana está en peligro de extinción.

Bajo esta lupa analítica actual, enfocados dentro de nuestras fronteras, de nuestra realidad más inmediata, donde ser y conocer se juntan entre medios y recursos, sumergidos como estamos en esta crisis de valores, en este caos de principios, de relajamiento moral, sin ética, donde se apacigua al pueblo con raciones de combate y se combaten la escases con inflación, y los aumentos de sueldo no alcanzan para tanta gente. Seguimos bajo asedio del interés ante el amor que le tenía, porque quienes dirigen la agenda en los principales campos de la política, la economía, la sociedad, y la cultura, dejan mucho que desear, brillando por su ausencia las soluciones tantas veces anunciadas. Los discursos son hueros, fallidos, solo el silencio, el miedo, la angustia por los hijos y las hijas migrando hacia otros derroteros, superan al filo de la evidencia, esas formas desalojadas de conocimientos, antes inspiradas sobre divinidades, luego mesianismos, para reducirse a ordinarios líderes de carne y huesos, que embutidos en predestinados augures, solo llenan de penuria a las masas, hunden en calamidades a los pueblos, cuando se apartan de la delegación obediencial.

Para que, si no sirve la historia, no fue Dios, no estuvo Bolívar, no vino Chávez, no recuerda el pueblo, no se viven las guerras, los conflictos; no hubo épocas de apogeo y perigeo, y no han sido suficientes para erradicar el calco, ni las críticas han sido suficientes para que rectifiquen los entuertos, hay una vanguardia enquistada y periclitada, que no cede el paso. No son suficientes cien años, no sirvieron para recordarnos de los doscientos anteriores, y seguimos dependiendo de una economía rentista, y habiendo obtenido tanto, hemos hecho tan poco, peor aún, se permitió el asalto a las arcas, con consentimiento, sin dar pie con bola. Sin rectificación no hay proceso ni progreso sino una cuerda de sobrados que ya no atienden a reclamos, ven la paja en el ojo del pueblo, sin ver la viga en el de la sociedad.

Hay lucha de clases, las que hoy conforman personeros del gobierno-oposición y los que persisten en las críticas del Socialismo del Siglo XXI, frente a las posturas descaradas de quienes asumen un Capitalismo de Estado que disfrazan de guerra para embaucar y manipular a un conglomerado ignorantes de la epistemología, la ontología, la gnoseología, los paradigmas, que son la hojilla que sirve tanto para rasurar, como para cortar de cuajo la realidad desde distintas posturas. Coexisten dos sistemas en medio de un escenario que ya cuenta con dos décadas, en medio de la perpetuación de un Estado que lejos de la transición, profundiza en cerrarse sobre sí mismo, replanteándose los viejos esquemas que pensábamos haber superado.

En los campos económico, político, ético y cultural principalmente, sentimos cómo el desaliento nos embarga, pica y se extiende, y en vez de mantenerse en el giro de la revolución repentina del chavismo, se involuciona hacia personalismos de la vieja tradición caudillista. Es bueno recordar a los muertos, pero dejémoslo ya descansar en sus sepulcros; las batallas y las victorias pertenecen a los pueblos que luchas con un corazón henchido de pasión y convicciones que mueven a la acción desde la mente, el espíritu y el cuerpo. Pero el cuerpo necesita alimentarse, estar sano para las batallas diarias, para seguir levantando las bases firmes del Socialismo del siglo XXI, habrá que fundar una VI República donde verdaderamente el gobierno esté representado directamente por el pueblo, y no por parcialidades que lo abrogan.

El pueblo no ha perdido la fe y las esperanzas en un futuro mejor, cree en la victoria final por la libertad y la justicia, para el trabajo, una existencia próspera, donde nuestros hijos e hijas tengan su futuro y garantías en el presente en el colectivo social; que su partido, Venezuela, rete al nuevo amanecer para una verdadera independencia de grandeza como nación. No en una cacería de brujos y brujas, miembros del mismo aquelarre en que se ha convertido la nación, embarrados por un Estado que no ha entendido los retos que la situación histórica demanda, de un salto hacia nuevos paradigmas, hacia la verdadera propiedad de los medios y la producción y el abastecimiento nacional; contar con estructuras sin corruptos, que sea el socialismo la orientación para concretar el avance de la industria y la cultura.

Viviremos y venceremos



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Franco Orlando


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