En el acto de proclamación como candidato a la reelección, Maduro ordenó la formación de un comando popular antigolpe. El hecho no necesita más explicaciones, es un reconocimiento del peligro de golpe. Intentemos estudiar la situación, ahora más clara con la confesión del gobierno.
La primera pregunta sería, ¿de dónde surge la necesidad del tal comando, por qué ahora?
El comando antigolpe es una respuesta desesperada, un reconocimiento a la gravedad de la situación que ya reconocen todos, unos abiertamente, otros con sordina: las apariciones de altos mandos militares en la televisión son señal del apremio. Todos están conspirando, de eso no hay dudas, hablan con una mano y con la otra tocan la puerta de los cuarteles. El panorama en lo internacional es igual, los gobiernos saben que el madurismo se aproxima al fin.
La proclamación de Maduro en el Poliedro fue un himno al fracaso, la asistencia, el discurso, todo patético, aquello parecía la última despedida. La dirección del madurismo lució desconcertada, sin alegría, aunque quisieron bailar. Sin mensaje, aunque sí parlotearon. No pudieron ocultar el miedo que cubrió a un Poliedro desierto como nunca. Puede ser que haya elecciones, no dudamos que las gane el candidato del gobierno, las trácalas son muchas, pero lo que sí es seguro es la perdida creciente de gobernabilidad.
¿Cuál es el problema que tiene Diosdado al frente de ese comando antigolpe? A todas luces parece un regalo griego, un regalo aliñado como aquel caballo de Troya. El principal agente propiciador del golpe es el mismo gobierno con su política errada: derogó, en la practica, la Constitución de Chávez, horadó la majestad del tsj y del cne, creó una constituyente y después la echó al olvido. En la economía no consigue mantener una línea, culpa a los empresarios de la profunda crisis y simultáneamente le da billones a mendoza; por un lado acusa al imperio y por el otro le abre las puertas a las trasnacionales, las llama a invertir; dicen que los de la mud son traidores a la Patria y los llama a diálogo... y así hasta el quinto infierno. El gobierno no tiene una legalidad, una espiritualidad, una coherencia que lo sustente; la credibilidad, el apoyo de la masa cada vez es más chantaje clientelar y menos pasión.
Y sobre todo el gobierno no percibe la magnitud de la crisis, sigue directo al despeñadero, no tiene el carácter para resolver la situación, no va más allá de inculpar al vecino, a otros, de sus fallas, nunca se critica, no corrige sus errores, miente para salir del apuro, y la realidad le tocó la puerta con la crisis más grave de la historia cercana. Y el gobierno sólo atina a una respuesta represiva.
Pero además de todos estos problemas, a Diosdado se le vendrá el mundo encima cuando intente hacer lo que hay que hacer para detener, no a los golpistas, que esto no es un problema policial, necesario es detener a las condiciones que hacen posible el golpe: la profunda crisis material y espiritual.
¿Qué hay que hacer?
Volver al punto donde extraviamos el camino, el asesinato de Chávez, investigarlo y no con esa grosera comisión fantasma. Volver al Plan de la Patria original, reconocer que se han equivocado al intentar hacer un capitalismo con rostro de Chávez, que fallaron con la teoría de considerar a la masa un estómago que se puede comprar con bonos, darle razones sagradas por las cuales luchar. Después de recuperar la fe estarán en condiciones de tomar las medidas económicas, convencer a la gente de que el sacrificio vale la pena.
La tarea de Diosdado es imposible, no puede intentar impedir el golpe mientras el resto del gobierno va creando las condiciones para que se haga realidad.