La Presidencia de la República es un cargo que exige una alta dosis de seriedad, de coherencia; la conducta, la ética del Presidente impregna a toda la sociedad. Se puede decir que un pueblo será como sea su Presidente, o por lo menos, esa será la tendencia. El Presidente es la referencia ética, y mucho más en estos tiempos de auge de los medios de comunicación.
El Presidente impregna hasta con la forma de hablar, de caminar, de gesticular a su círculo más cercano. El sobreviviente ramos allup hablaba como cap, eduardo fernández era un caldera chiquito. Chávez, él solo empapó de Chavismo a toda la sociedad, la gente se asombró de los chavitos que empezaron a aparecer en aquel primer carnaval, estando aún el Comandante preso; después se agotaron los liquiliquis, y luego todo el mundo usó chalecos. Su círculo se camuflaba de Chávez, hablaban de trabajo voluntario y citaban a Rosa Luxemburgo, casi que se pintaban la verruga.
Hoy tenemos un presidente del que se pueden decir muchas cosas, no nos referiremos a su predilección por la mentira, ni a su deslealtad con su mentor políticos, hoy hablaremos de algo que es más peligroso: sus bravuconadas.
En la apertura del año judicial, un acto que debía ser solemne, el presidente se llevó su arsenal de odio y de miedo que siempre es lo mismo, y emprendió contra Rafael Ramírez. Le dijo de todo, no faltó la consabida acusación de agente extranjero. La actitud de altos personeros del gobierno merece estudio, no es un hecho aislado, esto marca una conducta, que muestra la ideología que impregna al gobierno.
Es un acto cobarde atacar a Ramírez en la forma como lo hace el presidente, sin derecho a la defensa, sin derecho a réplica, usando la fuerza de los medios de comunicación del Estado convertidos en pelotón de fusilamiento moral. Ramírez sufre una operación de desprestigio por parte de los enemigos del Socialismo y del Comandante Chávez, del gobierno y la oposición, todos se confabulan contra la que puede ser la esperanza chavista. Ministros de poca monta le escupen en twitter y televisión, sin embargo, lo importante es la conducta del presidente, que esa marca a la sociedad.
Se sabe que a Ramírez le temen, no por lo que él es en esta momento, sino por lo que puede llegar a ser, él es portador de los últimos vestigios del Chavismo auténtico, de la esperanza. El presidente, candidato único a las presidenciales, se siente inseguro con Ramírez, es su tormento, mientras él exista el liderazgo de maduro estará incompleto. Ramírez no se plegó a la comparsa de aduladores, no llama "hermano" al presidente, al contrario, tuvo la valentía de criticarlo, eso molestó al presidente pero el fondo del asunto es que Ramírez siguió existiendo, desde la ONU brillaba, no se borró, existía y eso era intolerable.
Maduro debería dejar de atacar a Ramírez, cada vez que lo hace queda evidente su cobardía, hacerlo desde esa posición de fuerza no es ningún mérito. ¿Por qué el presidente no se mide con Ramírez? Vayan a unas primarias, bueno, esta posibilidad está cerrada, los tipos expulsaron al Ministro y ya pasaron el contrabando de la candidatura por aclamación no se sabe de quién. Pero, ¿por qué el presidente no se mide con Ramírez en una elección nacional? Deje que se presente, ordene al cne que le acepte la candidatura, ordene el fiscal que ya no construya más acusaciones, ordene a los cuerpos de seguridad que se queden tranquilos, ordene a las televisoras y radios del Estado que le den un tiempo, vaya a un debate con Ramírez, demuestre allí todas sus acusaciones. Y así podemos decir que el presidente no es, simplemente, un bravucón esfímero.