El origen de la revolución chavista es hacer justicia social pero ésta está desdibujada en las peleas de grupos de poder, que representan en lo básico los mismos intereses. El periodismo oficial de EDR y JVR se conforma con conciliarlos, no creen en los cambios radicales, o simplemente en los cambios, se satisfacen con reformas que no aguantarán la corrosión capitalista, o mejor dicho, las contradicciones capitalistas.
El punto de análisis de Eleazar Díaz Rangel y José Vicente Rangel está al nivel de poder. Geopolítica, las relaciones que se dan de poder a poder; el gobierno de Maduro enfrentado a la oposición (que representa otro poder); en relación a otros gobiernos, su participación en cumbres, en el juego político en la región y el mundo. Pero de ahí hacia dentro, parece que la crítica se hace baladí o es inexistente.
Se señala una contradicción "¿cómo es posible que no se hubiese tenido noticia del robo de UN MILLÓN de Claps, hasta que el presidente Maduro lo denunció?". Esta es una manera de criticar no criticando, escudándose en la práctica del periodismo. No se relaciona directamente un hecho tan escandaloso como éste con el resto de contradicciones en las que incurre el gobierno todos los días y a todos los niveles. Hablar a profundidad de estas contradicciones, es decir, analizarlas y relacionarlas con la política exterior o con la conducta general del gobierno parece que es un tema tabú: hablar de política, "tomar partido" sin parecer "neutral" y distinguir una conducta de la otra que la contradice, parece que no conviene mucho al prestigio del analista. Ésto no solo pasa con Díaz Rangel sino también con José Vicente Rangel, que es más incisivo.
Según estos aprestigiados periodistas lo que piensen personas como Giordani, Ramírez, Héctor Navarro, o Luis Britto García no importa a la opinión pública, y menos a la gente común, porque ya les pasó su hora para el gobierno; no hay que escucharlos, perdieron ese derecho. Sus entrevistados pendulan entre "analistas profesionales" como Estéling y Schemel y funcionarios públicos activos, quizá algunos dirigentes de la oposición bastante moderados. Los demás no generan la opinión que ellos desean divulgar. En otras palabras, la crítica al gobierno está diluida, oculta, o negada. Los proscritos del gobierno y de la opinión son fundamentalmente los "críticos radicales" del gobierno.
Aparentemente preocupados por la crisis, no ayudan a abrir la hipótesis tozuda de la "Guerra económica" hacia otras explicaciones distintas y más claras, más lógicas; menos pragmáticas como las que sirven al sistema del "pacto social", la "paz de los acuerdos secretos". Como coinciden con el gobierno, tampoco quieren voltear a ver el "error" o las "causas" en otra parte. No quieren conflictos con él porque están con él, ninguno lo presiona. José Vicente Rangel piensa como si todavía fuera ministro y Eleazar Díaz Rangel como un aliado incondicional.
En el otro extremo están los periodistas tarifados de la derecha, los cuales representan los intereses de EEUU directamente, no hay duda en esto ni nada que agregar (a pesar de algunos chismosos e insidiosos que se llaman periodistas independientes). Y unas cuantas excepciones honrosas, bastantes limitados por los chantajes que ejerce el gobierno hacia los medios, y por la misma derecha.
¡Qué pasa en este país con los periodistas! La disidencia al gobierno no es la derecha, esa es una parte y la más superficial de las oposiciones. Hay otras voces disconformes que quedaron desplazadas del gobierno y por el gobierno que representan posturas chavistas genuinas, críticas a más profundidad, que deberían ser oídas o divulgadas con la misma importancia que le otorgan a la derecha tarifada o a teoría de la "guerra económica".
El miedo por el llamado "radicalismo" de izquierda tiene a todos asustados, pero el primer radical de esta revolución –ahora cansada- fue Hugo Chávez, no Toby Valderrama o Rafael Ramírez o Britto García (que no lo es tanto, o el resto de los que pensamos que se traicionó el legado de la revolución pactando con el enemigo).
Lo que los periodistas oficiales y oficialistas llaman posturas "radicales" son críticas a las políticas liberales del gobierno, hechas desde una perspectiva revolucionaria; críticas al populismo, al financiamiento velado de la conspiración y al capitalismo internacional, a los pactos secretos, a la falta de un liderazgo ejemplar, coherente, a la improvisación y el abandono del norte socialista, de la estrategia. Radical: "volver a la raíz", y esta raiz está en las diferencias de clase, en los privilegios la injusticia. Se trata de otro extremo.
Ver la crisis de poder, impasibles ante el sufrimiento de la población, conformes con los "números" de las encuestas para no ver a los seres humanos; la perspectiva ciega de la comodidad. Pero la razón de todo esfuerzo son los seres humanos; en la revolución se trabaja para los más necesitados, ignorantes y confundidos (los enfermos, los desvalidos), todo este "resto" es el motivo "radical" que nos moviliza a muchos; el principio donde toda revolución (es en sí misma "radical") comienza y debe sostenerse en el tiempo.