"Las vanas pretensiones caen
al suelo como las flores.
Lo falso no dura mucho
(Cicerón)
En su último escrito "la entrega del petróleo" con casi tres mil palabras o caracteres, el ingeniero mecánico Rafael Ramírez, se da un paseo por la industria petrolera venezolana (PDVSA) para seguir intentando evadir cualquier responsabilidad en la maltrecha situación de una empresa tan vital–hasta los momentos–para la vida del país, por depender de un producto, el cual es el canal para el ingreso de las divisas; prácticamente la panacea para atender urgentes prioridades en todo aquello, que viene a través de las importaciones.
Es tan descarado el cinismo de este señor, que parece dirigirse analfabetos políticos, o a la Venezuela antes de la llegada del Comandante Chávez, o simplemente a personas, que conocen al petróleo por el color. Sin embargo, el verdadero enemigo, no es Ramírez, ni todos aquellos, que se encuentran erosionando nuestra soberanía, aprovechando la grave situación económica del país, por errores, corrupción, y algo imperdonable: funcionarios que se enquistaron y de manera solapada se fueron adueñando de lo que estaba a su alcance para después salir a lavarse las manos, como Poncio Pilato, utilizando, como protector el pensamiento del Comandante Chávez. El verdadero enemigo del país, y de nuestro petróleo, es el imperialismo norteamericano, y por ninguna parte el falso de Ramírez, lo nombra ni siquiera para tratar de "engañar" a los lectores, a pesar de su largo y extenso alegato, tratando de justificar su patinada en medio del lodazal de la corrupción en la empresa.
No es la primera vez, que los gobiernos norteamericanos, tratan por todos los medios de torcerle el pescuezo, hasta hace poco: la gallina de los huevos de oro. En la década de los setenta, Héctor Mújica, quien fue el candidato del Partido Comunista, a quién tuve el honor de ser su presentador en muchos sitios del país, hizo de su discurso una prédica constante: la denuncia contra el imperialismo norteamericano, por la forma, como fueron almacenando petróleo, hasta echar por el suelo los precios del barril. Nos podemos imaginar, las gigantescas necesidades en estos momentos, de un país tan dado al consumismo–20 millones de barriles diarios–por el aumento de manera vertiginosa, y por la otra parte, el verdadero obstáculo en sus pretensiones: los pueblos cada día despiertan, haciéndole frente a la expoliación–el caso de Irak, es un espejo– lo que justamente quieren hacer en nuestro país.
Desde el mismo momento, que empezó a defenderse–tiene el legítimo derecho–no ha hecho otra cosa, que atacar al Presidente Nicolás Maduro, afincándose en un calificativo, el cual están utilizando los mismos dirigentes de la derecha: "madurismo", pero ahora ha incorporado de manera algo vanidoso e infantil en su palabrería el mote de "ramiristas", como quien no quiere la cosa, dejando muy claro, el poder siempre viene del dinero, y del manejo de un personal, sumado a los intereses de un jefe, como Rafaelito "el falso".
El señor, no dice nada nuevo, por el contrario, sigue con su ritornelo, escondiendo en cada capítulo de su defensa, la gran verdad de la lucha de los pueblos por su liberación: hacerle frente al imperialismo en cualquiera de sus manifestaciones. No se le puede perdonar a un luchador social, y menos a una persona, que ha llegado a ocupar un cargo de tanta responsabilidad, al cual las águilas de rapiña, le tienen puesta la mirada de manera tan precisa, que en cada momento lanzan una amenaza, buscando bajar la moral de nuestros dirigentes comprometidos con el pueblo. No es simple casualidad, que el pistolero de la casa blanca: Donald Trump, ratifique una vez más el decreto de Barack Obama, cuando dijo: "Venezuela, es una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidenses" ¿Qué dice Rafael Ramírez de todo esto? Parece que hay más seriedad, y valor en algunos personajes de la derecha, cuando reconocen, que las sanciones de EE. UU contra Venezuela, perjudican al pueblo. ¿Quién es el responsable de la situación de PDVSA? ¡Nicolás Maduro, o Rafael Ramírez!
