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Entretanto, quedan sin ciudad, capas medias de asalariados, proletarios y marginales. Quedan ocultas las miles de hectáreas de ranchos sobre las cuales proponemos un esfuerzo técnico con la clara consciencia de producir una práctica teórica generadora de una práctica política.
En el momento de plantear la teoría de nuestro hacer espacial se presenta la duda por el grado de abstracción planteado que supone una lectura abstrusa y difícil que pudiera descalificar el contenido y desanimar al lector. Por ello, definimos no sólo el paradigma para un nuevo Hacer espacial, como expresión de un Deber Ser social, acompañado no solo del concepto de la Arquitectura de Multitudes sino también, a manera de conclusión, de otro discurso que facilite su comprensión de la arquitectura en el Deber Ser.
Un Hacer verdadero debe estar subordinado a una práctica política, como escenario de aprendizaje contra la cultura del poder, del poseer y de sus falsos valores. Es un Hacer que transforme la realidad hacia un Conocer que revele el Ser, su verdad, su determinación, capaz de comprender el Todo, al que debe integrar un Hacer verdadero. Todo Hacer como todo Conocer, es social, es político, porque implica dirección de la acción social. Es un Hacer que transforma la realidad hacia un Conocer que revele el Ser, su verdad, su determinación, capaz de comprender el Todo, al que debe integrar un Hacer verdadero. En la actual Sociedad la concepción de diseño conduce a la perpetuación de la configuración del espacio, porque la estructura social que la genera es incapaz de solucionar las necesidades espaciales de crecientes cantidades de seres humanos.
En relación con la teoría que apoya nuestro Hacer, planteamos la Arquitectura en el Deber Ser espacial, como expresión de un Deber Ser social, que será el proyecto arquitectónico. Sin éste, la Arquitectura de Multitudes permanecerá en el anonimato. Es ingenuo pensar en un Hacer de minúsculos trozos de espacio, para minúsculos trozos de sociedad, que perpetúe la determinación existente en un Hacer falso, opuesto al Ser, por incapacidad de comprender el todo, al que debe integrar su Hacer. La Arquitectura en el Deber Ser espacial pretende sentar ciertas bases político-filosóficas, que expliquen la orientación de nuestro Hacer que lucha por el cambio político necesario:
1. La Arquitectura de Multitudes no se entiende como determinación fija sino como proceso histórico en el cual la verdad se desarrolla como un resultado de ese mismo proceso. Toda irrupción que pretenda inmovilizarlo es violencia contra la libertad de lo que busca la verdad en su realización. El dominio, el poder en general, es acusado de esta violencia.
2. En la Arquitectura de Multitudes se pretende fundamentar el Hacer verdadero en el Conocer. Pues, todo Hacer y todo Conocer es social, en tanto se inscriba en fines y proyecte programas, es político porque implica dirección de la acción social; este Hacer político debe negar el sojuzgamiento del mundo –ser humano y naturaleza- para ser racional, lo que significa no negar la libertad y fundamentarse como Hacer ético.
3. La Arquitectura de Multitudes encuentra en lo dado la situación, como negación del espacio para la vida de los seres humanos por su escisión y particularización debido a la acción del poder, que se espacializa reflejando la estructura socio-económica de clases, negadora de la comunidad. La negación de esta situación constituida como proyecto social recoge las potencialidades de la situación y anticipa el Deber-Ser del Es actual y proyecta el espacio para este nuevo contenido social.
4. La Arquitectura de Multitudes debe proyectarse en el Deber-Ser porque debe negar la situación existente. Su construcción debe hacerse en el Deber-Ser y comprometerse con la racionalidad posible en el devenir del presente. La obra se desarrolla dentro de un campo de posibles que la limita y debe ser, por lo tanto, transacción que reduzca los condicionamientos irracionales de la legalidad existente, pero que elabore los instrumentos operativos para lograr su puesta en práctica.
5. En la Arquitectura de Multitudes se sustenta que la particularización arquitectónica es de carácter secundario y que la Arquitectura debe construirse como problema planetario que se universaliza. Frente a su mundialización, como el problema del hambre o la salud, la solución es universal. El proceso, será entonces, desde la comunidad Latino Americana a la comunidad planetaria.
6. En la Arquitectura de Multitudes el espacio se arma en la concepción de una totalización que se va haciendo, que señala pautas a las partes tanto como éstas señalan a aquéllas. Las combinaciones con repetición de elementos, la articulación de partes-tipo, dan lugar a un espectro formal de la riqueza tal, que desafía la imaginación más fértil.
7. En la Arquitectura de Multitudes la nueva estructura de la ciudad se fundamenta como principio de unidad espacial, que jerarquiza focos de actividades, dejando espacios intersticiales de áreas grises de vivienda y en la escala de grandes megalópolis, incluso superficies de explotación rural.
8. En la teoría de la Arquitectura de Multitudes el nuevo Hacer espacial está relacionado con el Cómo Hacer y con él Para Qué y Para Quién, definiendo las condicionantes técnicas, estéticas y éticas del proyecto de Arquitectura para las clases sociales sin espacio.
Entretanto, el problema de las asimetrías sociales persiste. Quedan sin espacio y sin ciudad, capas medias de asalariados, proletarios y marginales. Quedan ocultas las miles de hectáreas de ranchos y sub-habitaciones sobre las cuales proponemos un esfuerzo técnico, pero con la clara consciencia de producir una práctica teórica que será tributaria, como bien dice Castells, de una práctica política, sin la cual aquella se quedará solo en eso y, no se hará nunca realidad efectiva.
Es necesario desmitificar para siempre que el problema del espacio social no sólo es un problema técnico, sino también un problema inmerso en la lucha de clases y, por lo tanto, político. La solución de los problemas de los sin-espacio no es espacial, sino política, pues, el problema del espacio social está adecuado a la acumulación y a las relaciones de reproducción. Debe quedar claro, por lo tanto, que no son las soluciones técnicas las que resolverán el problema del espacio construido, sino la decisión política del uso del excedente de producción social. De allí, que sea imprescindible evitar todo género de parcializaciones y aislamientos de problemas tendiente a ocultar la totalidad en que se inscriben y a privarnos de un pensamiento crítico, por la imposibilidad de advertir las articulaciones con otros niveles de la realidad.
Anticipemos, entonces, una solución política y la creación de alternativas espaciales para ese cambio, que puedan apoyar teóricamente una práctica política que las haga realidad, para que así los sin-espacio puedan tenerlo. La técnica para resolver el problema viejo de los sin-espacio, en una sociedad nueva, es un espacio nuevo, que exige una técnica nueva. Lo que antecede no significa, absolutamente, una paralización de nuestro esfuerzo técnico, sino el deber de enfocarlo en el sentido de satisfacer las necesidades de espacio para las clases desposeídas y acentuarlo sobre todo en los factores infraestructurales urbanos, pero con la clara consciencia de estar produciendo una práctica teórica tributaria de una práctica política, sin la cual aquélla se quedará solo en eso y no se hará nunca realidad efectiva.