El cristianismo llega a nosotros contaminado con los intereses de las clases dominantes. Sin embargo, la esencia de su mensaje se ha mantenido intacta: "Amaos los unos a los otros".
Desde aquellos tiempos comenzó la lucha por establecer lo que podríamos llamar el Reino del Amor, de la fraternidad, o el Reino de Cristo. El cristianismo no está exento de una feroz lucha interna, las clases dominantes luchan por ponerlo a su servicio; no obstante la fuerza descomunal de los instrumentos de deformación, la resistencia del cristianismo auténtico siempre consigue grietas para manifestarse.
Mucha agua ha pasado por debajo del puente, muchas formas ha tomado esta batalla, los sacerdotes de la teología de la liberación, el cura Camilo Torres, el Obispo Arnulfo Romero son ejemplos próximos de esa lucha que ya es milenaria. Algunos buscaron la solución en los monasterios, no eran respuestas sociales, un grupo se aislaba y procuraba vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo, reflejo de los cristianos primitivos cuyo eco atraviesa los siglos y nos llega como guía. Los falansterios fueron intentos semejantes pero sin la influencia cristiana.
En otro campo se intenta liberar al hombre de los sistemas de explotación del hombre por el hombre, del hombre lobo del hombre, y surgen los países socialistas, el llamado Socialismo realmente existente. Todos estos intentos fracasaron, quizá una aplicación dogmática de la teoría, quizá una reducción sólo al aspecto económico, un abandono de la espiritualidad.
Así iba el mundo, el cristianismo atrapado por las clases dominantes que sólo toleraban ensayos confinados a los limites de los conventos, los socialistas atrapados en el tremedal de su dogmatismo. Así iba el mundo cuando apareció el Comandante Chávez.
Con su profunda formación cristiana, que le posibilitó para entender el deber del poder más allá de lo económico, entendió que el Socialismo y el Cristianismo son partes integrantes de un todo que las clases dominantes habían mantenido separados.
El gran aporte del Comandante fue unir al Socialismo y al Cristianismo en un mismo empeño social, así el cristianismo adquiría su base material, perdida desde los cristianos primitivos que según el Nuevo Testamento:
la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de 33 la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; 34 porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los 35 apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
Y el Socialismo adquiría su meta espiritual, su real definición, y asomaba la base material: "de cada uno según su capacidad a cada uno según su necesidad". Un mundo donde todos se puedan amar los unos a los otros. Chávez nos dijo que el Reino de Cristo y el Socialismo son dos nombres de un solo mundo.
Cuando Chávez nos dice que Cristo era el primer socialista está sellando esa unión poderosa de espiritualidad y materialidad que pone en vilo al capitalismo, la causa de Chávez adquiere una fuerza teórica y práctica de grandes proporciones, se hizo demasiado peligroso, rompía con lo aceptable, ponía en peligro la unanimidad capitalista del planeta, y regresaba la esperanza de los primeros años de esta era.
Con el pasar de los años, cuando se estudie el pensamiento de Chávez en profundidad y deje de ser un motivo para unas cuantas cuñas de ocasión, entonces se comprenderá el gran aporte que hizo a la causa de la liberación de la humanidad, y se podrá medir mejor quienes son sus seguidores genuinos.
La lucha por defender la pureza, la autenticidad del pensamiento de Chávez es tarea de revolucionarios y de cristianos auténticos.