¿Conoce a Alexander Calder el Dr. Antonio París, rector la Universidad Central de Venezuela? Obviamente no, a juzgar por lo que el público observa atónito en el Aula Magna de la UCV. Se presentaba allí el sábado pasado la voz celeste de Teresa Salgueiro, del conjunto portugués Madredeus. Si no existiese la palabra elegante habría que inventarla para atribuirla a este quinteto. No digo exquisito porque en portugués esa palabra tiene un sentido con trario al que tiene en español. Carlos Raúl Villanueva y Sandy Calder unieron sus genios para crear una de las obras maestras de todos los tiempos y todos los lugares. No es solo arquitectura, no es solo escultura, es todo eso y más, como marco para merecer todo lo grande, como Marcel Marceau, Serge Lifar, Philharmonia de Londres, Ballet de Senegal, Teatro el Pireo de Grecia, Antonio Gades, Igor Stravinski, Victor Vasarely, Joan Manuel Serrat, Fernand Léger, Orquesta Aragón, Alejandro Otero, Jean Arp, Oswaldo Vigas y un catálogo descomunal.
El Aula Magna es nuestra Capilla Sixtina, según William Niño; patrimonio de la humanidad, según la Unesco, junto con lo que la rodea, uno de los parajes más hermosos del planeta. En esa sala se logró algo muy difícil, que solo genios como Miguel Ángel consiguieron: la integración de las artes. Por eso el Aula Magna es arquitectura pero también escultura y tecnolo gía porque las Nubes de Calder sirven de soporte acústico. Para eso sirven las Nubes de Calder.
Pero no, ahora se alquilan para proyectar cuñas impecablemente olvidables. Hace algún tiempo el profesor Earle Herrera se quejaba de que el Aula Magna emulaba el Teatro Chacaíto. Se equivoca Earle: es peor. El capitalismo es poderoso pero también pudoroso; por eso a Bill Gates no se le ha ocurrido poner publicidad en Notre Dame o en Machu Picchu. Aquí sí. Sobre una de las Nubes de Calder la UCV comete un pase de diapositivas comerciales. Las desagravió una proyección fastuosa que hizo sobre las Nubes el artista de iluminación de Madredeus.
¿Qué cuento de élite es esa que consiente tanto ultraje a tanto valor? Es la misma élite exquisita (en el sentido portugués) que ahora se entusiasma tanto con los "cantos de ballena" de Manuel Rosales. Pobrecita.
www. analitica.com/bitblioteca/roberto/articulos.asp