Hay que pasar a la acción. No puede haber excusa que justifique que las energías revolucionarias se desvanezcan en otro objetivo (secundario) que no sea el concentrarlas en edificar el Estado Socialista como única alternativa para salir de este trágico laberinto capitalista en el cual estamos metidos. La reelección de Nicolás Maduro el 20 de mayo adquirirá un significado histórico siempre y cuando las energías físicas e intelectuales de los militantes chavistas del socialismo revolucionario y las del pueblo de Bolívar en general sean convocadas a liquidar la hegemonía del Estado capitalista y cualquier variante de la ideología burguesa. Y para lograrlo hay que juntar y coordinar esas energías.
En el campo chavista el asunto no se resuelve postulando otros candidatos supuestamente mejores y más revolucionarios que otro, así actúa la socialdemocracia. La esencia del problema reside en que todo el quehacer y el potencial revolucionario se enfilen en superar radicalmente la formación social capitalista venezolana. Lograr este inmenso e insoslayable objetivo requiere superar y oponerse a la cultura que divide y resta y asumir una que adicione y multiplique a todos los actores populares en torno a un progama de transición genuinamente socialista, que erradique todas las formas de explotación, que haga germinar una cultura de solidaridfad, hermandad y libertad entre los miembros de la sociedad. Siguiendo esta línea de pensamiento, afirmamos que es un error separar la convocatoria del 20 de mayo de la convocatoria a edificar las bases del nuevo Estado.
Una visión dialéctica de la lucha de clases en la Venezuela de hoy índica que defender la continuidad del gobierno de Maduro debe servir para acumular fuerzas en favor del pueblo y la revolución, acelerando este trámite mediante el reagrupamiento de los iguales político-ideológicos y emprender inmediatamente la otra fase: la lucha por la edificación del Estado socialista.
Este Estado de nuevo tipo no puede ser un mero teoricismo ni una idea difusa que quede al libre albedrío; debe tener carne, hueso, alma, espiritualidad, que asume el todos, el nosotros, lo social, lo colectivo; la clase, al pueblo revolucionario como el centro de su ocupación; materializarse en el bloque social revolucionario y en una fuerza dirigente, reivindicando nuestros referentes históricos y los que van naciendo y forjándose en el camino, los cotidianos, los de la calle, la comunidad, los del consejo comunal y de los movimientos sociales; un programa político, que tenga como soportes: la construcción del mapa estratégico de la transición socialista, la organización política y la nueva institucionalidad, las tareas concretas a partir del 21 de mayo del corriente, entre otros elementos movilizadores.
En esta ejecutoria no puede haber más demora, so pena de que las fuerzas, contrarrevolucionarias, las mafiosas, las socialdemócratas, las imperiales y los perritos de alfombra continúen su ensañamiento contra nuestro pueblo y pongan fin a esta gesta bolivariana. Dejemos a un lado los temores a la radicalización; convirtamos la profundización de la Revolución en un acto heroico de las masas populares y su protagonismo para dar el salto al socialismo. Solo así salvaremos la Patria y tendremos verdadera independencia.
En esta línea de acción política, creemos que la estrategia a desarrollar debe ser la de realizar llamados a reuniones a todos los niveles y espacios del territorio nacional. Que cada reunión concluya en ampliar cada vez más la convocatoria incorporando al debate a nuevos actores que se digan revolucionarios, patriotas y democrátas hasta que lo cuantitativo produzca el salto cualitativo. Se trata nada más y nada menos que de juntar una inmensa fuerza (bloque hegemónico) de transición hacia el socialismo.
Aclaramos que es tan solo una propuesta, con seguridad surgirán muchas más. Lo importante es que una vez iniciado el proceso no se detenga. Tener claro que se presentarán dificultades metodológicas, pero eso no debe ser impedimento para detenerse. La primera meta a alcanzar en esta etapa, si se permite el término, es producir la necesaria insurrección de la conciencia, fundamento primordial para la creación del Estado Comunal Socialista.
Finalmente, en relación con la victoria de Nicolás Maduro el 20 de mayo no podemos permitir que se entienda como un visto bueno ante lo que se ha hecho desde el gobierno frente al drama social, económico, moral y migratorio que estamos viviendo y resistiendo, sino como una última oportunidad para que haya, ahora sí, un verdadero cambio de época: el socialismo, ese que decía el Comandante Hugo Chávez que había "que sentirlo hasta en los tuétanos de los huesos". Y si éste se sostiene en la organización del pueblo en comunas, la victoria de está sociedad superior quedará asegurada.