"No hay nada repartido de modo más
equitativo en el mundo que la razón:
todo el mundo está convencido de tener suficiente."
René Descartes
Estoy totalmente convencido, que el Comandante Chávez, se equivocó al designar, como encargado de nuestra principal industria: PDVSA, a Rafael Ramírez. Digo esto, por la “excelente” lección, que nos acaba de dar este señor: “campaña sin mensaje” el cual sirve para corregir todos los males, no solamente de nuestro país, sino en cualquier sitio, donde existan problemas. El ex ministro se da un paseo, como si estuviera impartiendo clases de honestidad, decencia, sabiduría, y, sobre todo, eficacia en cualquiera organismo de la administración pública; paradójicamente hizo todo lo contrario, cuando estuvo dirigiendo la “gallina” de los huevos de oro.
Toda su hipérbole puesta en práctica, contrasta en el fondo del problema en cual se encuentra señalado, y como buen caradura, evade cualquier camino, que lo pueda conducir a tocar el grave problema de la corrupción. En su mensaje por cierto muy rimbombante, comienza lamentándose de no haber sido candidato. No puede ocultar la frustración que lo embarga, al saber que su gran aspiración se perdió, cuando el Comandante Chávez, en su gran gesto de valentía, avizoraba su muerte, y designo, como su sucesor al duro de Nicolás Maduro. Esto da pie para pensar, que de haberse cumplido su grande deseo, el problema de PDVSA, lo hubiera tapado, haciendo el “decente” papel del gato, y colorín, colorado, ese cuento se ha acabado. Esto no se puede ocultar, porque, si, él que se encuentra señalado de haber puesto a templar a una empresa con tanto poder e importancia para un país, es precisamente quien está dando clases de moral, y buenas costumbres, nos da argumento para pensar: que estamos nadando sobre la inmoralidad de los que pudieron hacer, y al no satisfacer sus ambiciones personales, están haciendo, como los niños malcriados, cuando no le complacen sus caprichos, sencillamente empiezan a patalear.
Al leer su nuevo artículo “Campaña sin mensaje” nos conseguimos con una cátedra de modales, como si pretendiera reemplazar el manual escrito por Manuel Antonio Carreño, publicado en 1853. Prácticamente parte la historia del proceso venezolano en dos: Antes, y después de Ramírez; es decir que todo lo bueno se quedó en su gestión –el todopoderoso– y al salir, el “malo” de la película, Nicolás Maduro Moros, acabó con todo ¿Qué bárbaro? Estamos en presencia de un “inocente” con una sonrisa nerviosa, porque al hacerse un examen de consciencia, sabe perfectamente que no es fácil digerir el cuento de nunca acabar: su responsabilidad en la corrupción que puso a temblar a PDVSA, con un grupo de “santos” a los que solamente les falta ser canonizados por el Papa.
El señor Ramírez, se empieza a semejar en sus grandes metidas de “pata” a George W. Bush; por algo dicen, que entre más se habla, el enredo es mayor, con el solo hecho de negar el sabotaje, y la conspiración contra el país, nos dice, que algo no anda bien en la mente de este farsante. Las pruebas están a la vista del todo el mundo; no son amenazas, son hechos comprobados, con el visto bueno de verdaderos traidores de la patria–Ledezma, y Borges– quienes se encuentran con la antorcha encendida alumbrándole el camino a los enemigos del país.
Este nuevo mensaje del ex gerente, es una muestra más de autosuficiencia, vanidad, el cual le brotan, como cualquier inocentada de un adolescente, cuando no aprende las normas de un buen ciudadano, como nos enseña el muy conocido manual de Carreño, útil para Grandes, y chicos, pero ahora corre el riesgo de ser reemplazado por Rafael Ramírez, con una versión adaptada a su defensa. ¡Pa´ que vos veáis! Como dicen los maracuchos.
Narciso Torrealba Narciso_t_29@hotmail.com