Ya era hora de que el presidente mostrara su lado intelectual, su basamento ideológico. No es relevante si su mano escribió el texto o si sus neuronas lo parieron. Lo importante es que el presidente lo firma y afirma ser su autor, eso certifica esas ideas como suyas, o por lo menos que las comparte. El hecho de su publicación implica un propósito de discusión, un poco tarde, quizá desesperado, pero siempre bienvenido el futuro debate. Veamos.
No pretendemos rebatir las afirmaciones en el articulo sobre los logros del gobierno, ya habrá quien lo haga; no hablaremos de la personalidad del articulista, intentaremos más bien desentrañar las ideas centrales de la cúpula gobernante. En este sentido, el documento es histórico, quizá es la primera vez que tenemos en las manos una radiografía de lo que piensan, un visión de su laboratorio mental. Sin dudas que el estudio de este documento servirá para entender mejor el fenómeno de la ideología marginal en funciones de gobierno.
Podemos dividir el artículo en dos grandes bloques: el primero, la anécdota. El articulista habla de los logros del gobierno. Ese bloque no es interesante, se inscribe en el demagogia política propia de la época electoral. El segundo bloque asoma las ideas que motorizan las acciones, la conducta del gobierno. Ese es el importante: comienza el articulista con una idea central:
"Lo justo es lo que es bueno para toda la gente".
Y allí empieza el embrollo del gobierno. Es difícil, en una sociedad dividida en clases, conseguir algo justo y bueno para toda la gente. Sería perseguir la quimera de algo bueno para el esclavo y simultáneamente para el dueño, o bueno y justo para el apropiador capitalista y al mismo tiempo para los parias de la tierra. La idea central del madurismo, expresada hoy por el presidente, no es novedosa, es un fraude usado por las clases dominantes. Se trata de generalizar los valores, hacerlos propios de toda la sociedad, con esto consiguen ocultar la lucha de clases: lo que es bueno para los dominantes debe ser bueno para el dominado, lo justo para el capitalista debe ser bueno para los despojados.
En resumen, el articulista, o no cree en la lucha de clases o trata de ocultarla, o está hablando pendejadas. Pero más adelante el velo se corre otro poco, en el artículo se lee:
"Porque todas las demás (democracias) son democracias formadas por y para las élites. Son democracias donde lo justo es lo que conviene a unos pocos. Son democracias clasistas".
El articulista se precipita en el abismo de su irresponsabilidad teórica y de un plumazo elimina en Venezuela la lucha de clases. Si esta no es una democracia clasista significa que llegó de un solo salto a un sociedad sin clases. Las ideas que nos gobiernan son contradictorias, inoperantes. Con este contrasentido, con este arroz con mango teórico, se explica la práctica capitalista del gobierno, los ataques a la propiedad social, a la conciencia de sociedad, el estímulo al egoísmo, y en contraste el discurso demagógico de bueno y justo para los parias.
Los discursos del gobierno son una mezcla de frases huecas que se lanzan al voleo según la ocasión. El gobierno está acostumbrado a no responsabilizarse por lo que dice. Ahora bien, al escribir se expone al análisis más riguroso, y al llevarlo a la mesa de autopsia aparece la gran contradicción, la causa que nos ha llevado a este desastre: el gobierno no tiene idea para dónde va, es una mente improvisada que desprecia el conocimiento. "Ignorante, instrumento ciego de su propia destrucción", y de la de todos.