El Gobernador del Estado Sucre, por la jerarquización caprichosa y banal como nuevo advenedizo de la Residencia Federal de Gobierno, viene imprimiendo una nueva configuración a la Zona Histórica de la Ciudad de Cumaná, porque ésta arrastra una historia formal de "la burguesía de la época" que es obstáculo y oposición a vencer para el modo de actividad económica. Por esta razón, la nueva forma urbana se construirá como registro indicador de ese cambio económico, que será avalado y confirmado por el poder político, que modificará a través de sus organismos (I.P.C., M.P. y D.P.) para legitimar y sancionar la nueva práctica de apropiación y modelaje del espacio urbano-arquitectónico.
¿Cómo se manifiesta la nueva formalización urbana en un centro secundario de provincia como Cumaná?
En centros de esta naturaleza, en primer lugar, se verificará cuando el nivel político cumple su papel jurídico de apoyo a las clases dominantes mediante planes regionales que se ajustan a las tendencias de transformación urbana que impone el nuevo imaginario boliburgues, a través de la prioridad a las grandes obras propagandísticas gubernamentales, bien visibles: "Yo (un corazón) Sucre Potencia". Y, en segundo lugar, en la ejecución de obras no prioritarias para las necesidades sociales reales y verdaderas, como la vulgar "intervención" de la Residencia Federal de Gobierno, anticientífico por ideológico, mientras abundan ranchos y faltan los servicios urbanos elementales, como por ejemplo, el sistema el servicio de cloacas de Cumaná, el cual vierte sus descargas directas al golfo de Cariaco.
La vieja formalización urbana de Cumaná sufre, a partir de mediados de los años 70, con la implementación de dos instrumentos de ordenanzas de zonificación, (el Plan de Desarrollo Urbano de Cumaná y la Reglamentación Especial en el Casco Histórico Turístico de la Ciudad de Cumaná), a través de los cambios contra los que se pronuncian los mismos técnicos que los produjeron, (vaya paradoja ¡), lo cual confirma la postración de la técnica ante el poder económico-político. Se podrían resumir esos cambios, entre otros, como el aniquilamiento del área de interés histórico realizado en aras del servicio automotor para el desarrollo de nuevas actividades y revitalización de las viejas estancadas.
Resulta, que después de más de cuarenta años, Cumaná se transforma con la acentuación de la segmentación urbana, con la intensificación de la diferenciación producto de una cada vez más señalada segregación de clases y fracciones de clases, con la diferenciación funcional por la presencia o ausencia de servicios infraestructurales y equipos de consumo colectivo (educación, salud, vivienda, industria, etc.), que nos lleva a diferenciar a Cumaná en dos grandes áreas a las que podríamos llamar la "ciudad" y la "no ciudad" (aquí la ocupación informal y anarquizada del espacio urbano se acerca al 70%). Es esta última, la que constituye el gran problema de Cumaná, en nada diferente del que crea la actual fase del capitalismo o el boliburguesismo del siglo XXI, en las demás ciudades del mundo subdesarrollado del Estado Sucre.
No obstante, no es a esta escala que surgen las críticas a la vieja forma urbana. Si asi fuera, si los críticos formales se hicieran con una percepción de las grandes formas modeladas por los niveles no formales, se estaría en el camino de una crítica correcta, que apuntaría a una teoría. No, ella se efectúa sobre la escala de los espacios pequeños y más aún sobre la ausencia de espacios con algún sentido estético que la nueva formalización no logra, naturalmente en el segmento de "ciudad" (aquí la ocupación formal y planificada del espacio urbano se acerca al 30%), porque en la otra, en los ranchos o subhabitaciones, sería otro el problema que deberíamos percibir.
Entonces, aparece como añoranza de calles y plazas, que en la nueva ciudad han perdido su función, de camino y exhibición la primera, por las razones explicadas de comunicación, y reunión la segunda, porque la comunicación se obtiene por los equipos divisibles y las reuniones cívicas subsisten manipuladas por las burocracias políticas que prefieren los espacios con asientos de los gimnasios cubiertos o polideportivos. Pero, quizás la crítica responda más a la añoranza del sentido de cerramiento, de la diferenciación entre el "afuera" y el "adentro", que según Norberg-Schulz, es una de las características determinantes del espacio urbano.
Así mismo, nos encontramos con la obsesión de los años 30, por los valores físicos-espaciales como base de la cultura arquitectónica de la época, cuando se construye el Palacio Federal de Gobierno del Estado Sucre y se adquiere el Palacio del Márquez de Cajigal para ser utilizada como la Residencia Federal de Gobierno. El primero, hoy monumento a la desidia, rompe las paredes de la antigua concepción formal, para que el espacio vacío llegara lateralmente a las construcciones y el automóvil careciera de obstáculos para moverse y estacionarse. Pues, la nueva ocupación del suelo de la entonces Plaza Bolívar libera espacio porque, frente a las superficies cuadradas de antes, ahora aparecen sólo líneas o puntos correspondientes a las trazas de los volúmenes de láminas o torres: entre otros, el edificio del Palacio Episcopal y el Colegio de las Carmelitas.
En efecto, la forma actual de Cumaná es, en la ciudad de clases que, a diversas escalas, disponen del excedente productivo, una ciudad de torres, que acentuó el tratamiento de superficies verticales; y la ciudad de láminas o de horizontalidad es imposible porque pide la unión con algo lateral que no existía. El cerramiento que, como característica del espacio urbano, dice Norberg-Schulz, desapareció en la nueva ciudad.
Con lo expuesto pretendemos que la discusión sobre las formas urbanas, dentro de lo que se incluye lo viejo y lo nuevo de ellas, tome para el análisis de las estructuras espaciales, no sólo los elementos y relación de las estructuras mismas, sino lo que "desde fuera" las modela. Que no se ignoren los niveles económicos, políticos, ideológicos y técnicos que las determinan. Que se tenga en consideración la variación que esos niveles tienen desde la "burguesía de la época" a la actual y que se perciba la articulación de esas variaciones con la forma urbana.
Una vez conquistado ese nivel de análisis se puede llegar al puramente formal. Pero se llegará con la consciencia clara de lo secundario, de lo estético frente a lo ético, el derecho a la ciudad y la clara explicación de los porqués de la actual formalización del advenedizo boliburgues; habiendo aprehendido, que aún dentro de la diferencia de calidad estética que pueden llegar a tener los nuevos proyectadores de espacio, éstos inscribirán la "intervención" de la Residencia Federal de Gobierno en algo que no proyectan y que se hace a espaldas de principios biológicos, éticos y estéticos, que sólo obedece a los intereses de lucro del capital y con apoyo casi incondicional del poder político. Y todavía, incluso, ese pequeño espacio que proyectan, se inscribirá dentro de esos intereses y que cuando se pretenden valores estéticos, éstos serán buscados por los promotores de la obra, para constituirlos en trampa ideológica manipuladora que permita incrementar el poder económico-político.
Para finalizar, el avance y desarrollo del capitalismo o el boliburguesismo del siglo XXI, nunca ha sido cuidadoso de la conservación, del registro de esa historia. Toda actividad conservacionista de ese registro luchara contra los intereses propios del capital. El Estado sólo accederá a destinar el excedente de producción a la conservación del espacio del pasado, cuando no enfrente los intereses que, sobre el espacio o su excedente, tenga el capital dominante. Esto se comprueba en esa "intervención" de la Residencia Federal de Gobierno.
Pero no debemos confundir la salvaguarda del registro histórico, hay en el Estado Sucre una inteligente salida que ahora debe realizar este advenedizo boliburgues para afrontar con humildad la afrenta a toda la sociedad del Estado Sucre. Sería una decisión efectiva e inmediata y una real contribución: váyase para una embajada.