Auditórium

El 20-M: ¡El duelo a muerte, entre el dólar y el bolívar!

La hiperinflación, un silencio despreciable, y el des-concierto que anuncia sobre Venezuela.

La revolución bolivariana, a causa de esta hiperinflación hoy no es ni chicha ni limonada. Con todo respeto a toda esa diáspora de venezolanos hoy fuera de nuestras fronteras patrias que no sabemos hoy si son de izquierda y, sin embargo, muchos fueron militantes del psuv, y con el carnet de la patria en ristre. El dinero y el poder hicieron que muchos "líderes" de la revolución se fueran "agachando" hasta llegar ha aceptar a la mega inflación en el partido, no teniendo ellos la fuerza para construir un nuevo partido con sello neoliberal, ya que al parecer son sus pensamientos políticos, así se olvidaron de los "desplazados" por la diáspora, porque ya venían olvidándose del pueblo, alucinados por el dinero, y que venían vendiéndole "el alma al diablo de la inflación".

Ahora ese partido por el cual peleó Hugo Chávez, no es "ni chicha ni limonada" como lo definió Víctor Jara; hoy es un grupo en el que ningún dirigente habla claro sobre esta tragedia nacional, todos van tapando los defectos, donde la gran mayoría sigue dejando, que la pobreza y la corrupción empeoren cada día el panorama Nacional. Lo que no entiendo es cómo la hiperinflación ha enarbolado la bandera socialista ante el asalto que comenzó a darse en "la revolución" desde estos tiempos, porque se llega a decir: "Que un Estado que no vela por los servicios sociales de su pueblo no puede ser jamás democrático" donde: "la democracia es el gobierno de los pobres, y para los pobres".

En definitiva, al sobreviviente pueblo venezolano, como decimos en esta tierra de gracia, ya la revolución es "un arroz con mango", sin rumbo, sin ideología y sin pueblo, solamente es una fiesta para un grupo y, por ende, sin vergüenza ni respeto por los que en algún momento, edificamos o votaron por ella. Creo que muchos dirigentes, deberían formar o plegarse a un nuevo partido que le dé al pueblo un poco de equilibrio social, antes de que una revuelta violenta cambie la tranquilidad de nuestro bello país.

El espasmo en este artículo, es sobre un modesto análisis político o sociológico, referido al mal estado de nuestra calidad de vida, por utilizar un término freudiano. Cuando nombro esto, en forma deliberada, es porque la cultura de la izquierda venezolana, es hoy una minoría que ya no construye alternativas, y menos humanismos frente al dominio del hambre y el alto costo de la vida, y quiero subrayar cultura de izquierda, para pensar sobre el modelo que tenemos como ejemplo: como es el hambre y la miseria.

Comenzaré por recordar brevemente que en Venezuela, donde nací, se mata desde hace 4 años, a la gente mas humilde del pueblo, por decenas de miles, y que hoy existen millones de indigentes, de hambrientos, de excluidos por este genocidio inflacionario. Millones de empobrecidos en un país con inmensas riquezas naturales. Que a lo largo de estos años han sido asesinados por esta mega inflación, tanto militantes de izquierda, de partidos de derecha, de campesinos, de sindicatos, como de indígenas etc.

En Venezuela pareciera existir hoy un poder económico mafioso, junto a narcotraficantes y paramilitares, de oligarquías extranjeras que hoy manejan nuestra economía en forma especulativa, representados por comerciantes sirios y chinos en su gran mayoría, donde se han aniquilado sueños de transformación, donde reina el crimen, y la impunidad que premia esta debacle económica.

Escribo esto con estupor. Con mucho pesar. Veo, escucho y leo sobre la gente que muere por desnutrición y por la falta de medicamentos. Un hecho histórico. Puedo entender razones de oportunidad, de cualquier índole, de conveniencia, por motivos tácticos y estratégicos. Pero todo esto duele. Este caballo de Troya no sólo ha indignado a miles de venezolanos en la diáspora. También ha penetrado en la psiquis como una cuestión de honor, puesto ahí, para lo que viene, donde toca la moral, y la ética del pueblo venezolano, y no sólo de los gustos por el buen vivir, de seres que nos hemos acostumbrado a la posmodernidad de la palabra paz servida como neutralidad, tan atractiva como la palabra reconciliación, una, y otra tan miserablemente usadas cuando solo sirven para ser pronunciadas tapando el no vivir, alejados de la injusticia, y la ignominia. Donde la palabra paz, solo puede conjugarse con mal tino, como mala onda, como lo que sea; ya que significa la nada.

Estas palabras no están ni enfermas ni cansadas, a pesar de que poco a poco los intereses de un comercio especulador egoísta y despiadado, que trabaja de la mano del poder político para sus propios fines, que son el engaño, el lavado de cerebros ignorantes, este es el espejismo de la falsa democracia. No hemos sido capaces de mirar de frente, de ahondar, de despojarnos de la adherencias totalitarias, de la falsedad, de la distorsión y de la superficialidad del marxismo estalinista ramplón, con que nos han llegado después de un itinerario histórico fracasado en la URSS, y toda la Europa Oriental en el siglo XX, que muchas veces ha sido utilizado, y entregado, a los peores usos de la propaganda y la mentira. Hoy a escasas horas del 20-M. Es tiempo de decirlo: las hermosas palabras de nuestra lucha ideológica y política se enfermaron, y lucen fatigadas por sí mismas, por el mal uso que les dan los arribistas, y que en muchas circunstancias las avalamos nosotros en forma irresponsable.

Por este silencio tan mezquino y contaminante, el 20-M puede ser de derrota, y que hoy sigue expandido, en la pantalla de los televisores, y en la mente del pueblo, pues aunque se apaguen y se cierren los periódicos, ya lo dicho queda, "Sobre la dolarización de los salarios": en aquella concentración donde hubo aplausos, y en los comentarios de miles de hombres y mujeres militantes de izquierda, hoy de opiniones alternativas, que han llenado de elogios a Falcón, mirando, hacia otro lado, como es el "sueño americano". Basta recordar miles de líneas escritas por gente que hasta ayer abrazó la solidaridad, y la denuncia, a las que les falta poco por poner en el mismo horizonte histórico, y ético al candidato opositor como hasta ayer estaba en alguna panorámica: al lado de la imagen de Hugo Chávez, como un revolucionario. Por eso nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde.

Este articulo no es una pataleta emocional, menos una revuelta visceral o cloacal, aunque parezca converso. Lo que provoca el hambre no es trivial. Pero si inaudito lo que causa. Hemos seguido de cerca las declaraciones de ciertos altos funcionarios del gobierno bolivariano respaldando la política hiperinflacionaria, su alianza con estos poderes, y su simpatía con incompetentes militares.

 



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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