Con estupor asistimos al linchamiento reiterado por parte del presidente de los que ayer fueron héroes en la derrota del sabotaje petrolero. Con tristeza vemos que los que debían poner la historia en claro se prestan a la lapidación, callan. ¿Quién va a decir que el actual presidente quería pactar con la meritocracia, que estaba asustado, que no quería pelear? ¿Será que van a dejar que hoy canten como gallos?
El presidente se apresura a reunirse con los trabajadores en el salón de PDVSA y debemos preguntarnos ¿qué fue a buscar Maduro en esa reunión? La respuesta está en el discurso: fue allá desesperado porque entre él y el fiscal destruyeron a la petrolera con su política policial insensata, entraron tumbando cabezas y desmoralizaron la industria. Necesitaba imputar a alguien y no encontró nada mejor que la directiva de Chávez, la de los tres millones de barriles. Pero además, ya a esto nos tiene acostumbrado, no asume su responsabilidad de presidente en la conducción de PDVSA, la de menos de un millón de barriles: él nombra la directiva, aprueba las políticas, indica acciones estratégicas, y ahora quiere escurrir el bulto dejando el desastre a los trabajadores.
El presidente usa este ataque porque no tiene más respuestas a la situación terrible en que su gobierno ha sumido a la nación. Busca culpables, ya no le es suficiente la falsa guerra económica, no encuentran cómo ocultar que el presidente y el fiscal son los destructores de PDVSA. La historia está allí, antes de la razzia del fiscal Torquemada, la empresa producía sus buenos tres millones y contando. Después de la desmoralización producida por el dúo dinámico la producción cayó a menos cero. No encuentran mejor recurso que buscar un culpable y que siga el festín de destrucción, no saben qué hacer.
Nosotros proponemos al país, a los petroleros, no a este dúo nefasto, incapaz de una solución, lo siguiente:
Que se les de derecho a la defensa, derecho de palabra, a petroleros acusados por el presidente y el fiscal, que se haga un foro público petrolero con participación de presos y exiliados que son expertos petroleros, para discutir la situación de la industria y del país; que en ese foro se expongan y discutan las tesis y los resultados del presidente de la República y del fiscal, que se presenten las pruebas. Y si alguien tiene miedo de represalias se le permita declarar de incógnito.
El país no soporta ya más mentiras, más recursos baratos para justificar la profunda crisis, es hora de enseriar la situación, de buscar soluciones verdaderas. No podemos aceptar que al país se le dirija con la lógica malandra, la zancadilla, el desprestigio, el atropello de los derechos, la acusación sin base, que se hable de pruebas que nunca se muestran, que se detenga a personas y que éstas queden en un limbo jurídico que puede durar años. Es necesario recuperar la seriedad, la majestad de los cargos.
Es hora de que los dirigentes chavistas reaccionen, ¿es que van a dejar que en su insensatez estos gobernantes sigan haciendo disparates arrasando con todo, destruyendo todo, desde la moneda hasta la moral ciudadana? Es hora de hablar, los que callen hoy serán cómplices ante la historia de esta gestión sepulturera del sueño de Chávez y no habrá excusa que los exculpe. Si dejan que continúen estos linchamientos, los que hoy callen mañana serán víctimas. Lo que hoy pasa con los petroleros, la vendetta, es muestra de lo que espera al país. Es una conducta fascista, es un crimen que se deje instalar como método de gobierno.
Los dirigentes chavistas no pueden renunciar a su compromiso de dirigir a la masa, no pueden permitir que nos convirtamos en un país sin más ley que el capricho de una cúpula, que engañen a la masa impunemente. Ellos tienen la palabra.
Hoy nos llega un lamento desde el Cuartel de la Montaña.