Mi palabra

¡Señor! ¡Se me larga del negocio!

"Los precios suben por ascensor,

los sueldos por escalera."

Juan Domingo Perón

Dos mujeres, y un señor con los rostros marcados por los años, preguntaban por los precios en una venta de verduras; negocios montados, siguiendo el ritmo de la inflación, y la "moda" del momento: algunos con nombres muy sofisticados: mini market, bodegón, market; otros verdaderas trampas con la mercancía colocada de manera improvisada: en cestas de plástico, en cajas, en el suelo, y en el mejor de los casos en unos estantes de madera que parecen unos verdaderos mecedores, pensando en el tiempo que estamos viviendo: la prioridad es la comida, y quien tiene compra, y quien no tiene, compra hasta donde le alcanza el dinero, pero eso sí, en ninguno falta el punto de venta (atraco).

Los tres clientes, al escuchar los precios por la insistencia de una de las matronas, cada momento se venían las caras, con más arrugas de las que en verdad tenían, sin ninguna muestra de una leve sonrisa, para pasar el trago amargo, y disimular la voz cortante del empleado, quien sin inmutarse iba dando el monto de cada kilo, con una tranquilidad pasmosa, como si los que preguntaban, estaban acostumbrados a las respuestas: precios por demás exagerados.

En el preciso instante, cuando el encargado le dio el precio del kilo de papas, a la persistente mujer, entró un señor, corpulento, quien al escuchar ¡1.500 bs! repitió con la fuerza de su abultado cuerpo, ¿Cómo, un millón quinientos mil bs? todos le vieron la cara con una sonrisa de sorpresa por la pregunta del recién llegado, quien después respiró profundo, se calmó, y se dirigió a la compradora dándole una explicación con la habilidad de un experto cocinero, tratando en lo posible que no le escuchara el joven del negocio, algo imposible por lo reducido del espacio, casi no se podían mover los que estaban : "¿Señora, usted va a comprar esas papas? mire, en la esquina están vendiendo tres kilos de yuca por cien bs, o en otras palabras 100 mil bs; las agarra, las cocina bien, y cuando están blanditas, las pone a reposar, y a la vez se escurran, las tritura, les echa mantequilla, sal, cebollín o cilantro picadito, y ya tiene listo el puré, igualito al de papas, más rico, y alimenticio; y si no le gustan así, las cocina de manera normal, las corta en bastoncitos, y las fríe, y quedan mejor que papas fritas" . No había terminado de dar la receta, sumamente fácil, y económica, cuando la señora, largo la bolsa, las papas, y se marchó con el paso acelerado, sin saludar, ni mirar para atrás.

Todos se quedaron viéndose el rostro, con una sonrisa de oreja a oreja, terminado de enojar, y frustrar al encargado, quien rápido se dirigió al amable consejero para descargar la rabia: ¡Señor! ¡se me larga del negocio! ¡por pajúo!

 



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Narciso Torrealba


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