Nuestro presidente obrero ha realizado los ajustes que consideró pertinentes en su tren ejecutivo o los que sus allegados y círculo cercano le lograron persuadir o convencer que eran necesarios; así han cambiado o rotado a un número importante (algunos pensamos que debió tocar otras teclas) ejerciendo su derecho constitucional a reorganizar el gobierno.
La salida del ministro Luis López se produce coyunturalmente con el arranque de una protesta gremial del sector salud que se puede llegar a calificar de justificada, si no fuera por la carga y los elementos conspirativos que se mueven en la trastienda del conflicto. Es decir, exigir en medio de la convulsionada y vapuleada realidad existencial de salarios que se hacen sal y agua afectado por la guerra de precios conspirativas es natural y justo; pero ni siquiera mencionar por parte de la dirigencia gremial aunque fuera accidentalmente que esto se enmarca o es producto aunque sea tangencial de una agresión imperial y bloqueo feroz de nuestro acceso al sistema financiero y comercial por parte del imperialismo y sus lacayos internos, que han conspirado contra nuestra moneda y están atacando con precios espeluznantes a familia venezolana; ante ese silencio, ya uno comienza a dudar de la benevolencia de la protesta.
Posterior a la salida del ministro Luis López, que en lo particular considero fue una decisión política para satisfacer grupos internos de nuestras cúpulas de poder sacrificando un cuadro que venía demostrando cierta capacidad gerencial y resolutiva en tan bestial institución; se inicia una campaña que nos convoca "de que una simple movilización gremial de enfermeras que logró defenestrar a un ministro, pasemos a nueva etapa, hay que ir por la silla de Miraflores".
Creo que las visceralidades en el poder nos pueden costar caro, estoy convencido que la derecha intenta acumular nuevamente fuerzas y lanzar otro zarpazo; iniciar con paros en el gremio docente y la salud, pudiera ser para ellos un nuevo comienzo.
