Es inocultable el agotamiento del gobierno, ya no tiene aliento para ninguna medida, se repite, se diluye en palabras que nadie cree, lo que haga le sale mal, es una cáscara. El país está congelado, la gente no sabe qué hacer, algunos proponen pañitos calientes sin percatarse que lo necesario es terapia intensiva, otros eluden el problema de la Patria cambiando de país.
El deterioro brutal, el diagnóstico, está a la vista, crisis como esta era desconocida. Desde aquel "Dios proveerá" que el gobierno propuso como medida para protegernos de las dificultades que asomaban en el horizonte, hasta esto días de hoy de hiperinflación que bate récord mundial, ha mediado la incapacidad del gobierno probada mil veces en mil disparates. "Por sus frutos lo conoceréis", y estos frutos son horribles, no salvan al gobierno, lo condenan.
Difícilmente un país en tiempo de paz confronta la situación a la que hemos llegado. Se requiere alta inteligencia y valentía para sacar el país de esta ruina. Son necesarias medidas de urgencia. Primera medida es salir del gobierno, nombrar una junta revolucionaria que tenga como prioridad rescatar la moral, la pasión de la población de la única manera que eso es posible: diciéndole la verdad y dándole razones sagradas por las cuales luchar. Debe ser, entonces, un gobierno coherente, creíble, confiable. La segunda medida, que va simultánea con la primera, es el rescate de la economía. Esto merece punto aparte.
No es un asunto menor, ni territorio para la fantasía de economistas trasnochados, se trata de ir al centro neurálgico de la economía: es necesario rescatar a PDVSA, restituir el corazón de la economía; reparar el desastre causado por una fiscalía de aficionados que en poco tiempo arrasó con una de las empresas más importantes del mundo, ya habrá tiempo para juzgar a lo destructores, ahora es necesario sacarlos del medio y comenzar el proceso de sanación de la empresa.
Se debe restituir el ambiente de confianza en la empresa, el orgullo de pertenecer al corazón de la economía nacional, restituir la moral de la empresa, vilipendiada por acusaciones que no terminan de concretarse, desechar la persecución y la amenaza como práctica gerencial. A la par es necesario tomar medidas técnicas para elevar la producción. Imprescindible nombrar un directiva formada por petroleros con liderazgo, conocedores de la empresa y del negocio petrolero; nombrar una comisión que estudie la situación de los directivos presos.
Esas son las dos previas medidas para comenzar a salir del foso. Un nuevo gobierno y rescatar la moral de PDVSA, no hay otro camino, sin eso nada será efectivo. Rápidamente se agota el tiempo para salvar al país. La otra opción, la de la derecha externa, es vender a PDVSA, aplicar un paquete bestial, privatizar todo, hasta el aire, reprimir a los humildes, confinar la pobreza a los guetos.
Los líderes revolucionarios, los líderes chavistas que no actúen ahora, que callen, que se paralicen serán borrados de la historia, se irán a sus trincheras personales a rumiar el deshonor de no haber dado un paso al frente cuando la Patria los llamó.