Crónica mínima desde la piel militante de un grupúsculo irritado

Ayy cultura…

En la noche del 24 de Octubre un grupúsculo de “ultraizquierda” en reunión de su equipo en Caracas concuerda distribuir una buena cantidad de su periódico “Nuestramérica Rebelde” en la clausura del llamado “Congreso Cultural”.

Desde las 9:00 a.m. de la mañana del 25 de Octubre diversos colectivos de este grupúsculo  distribuyen periódicos frente a la Sala Plenaria de Parque Central en el momento en que comienza la entrada a sala del numeroso grupo de asistentes a esta clausura.

Avanzada la mañana algunos militantes de este grupúsculo siendo delegados elegidos, asalariados de instituciones culturales o participantes de proyectos culturales, entran a la sala, interesados en participar en la clausura. Otros se quedan afuera repartiendo los últimos periódicos y aprovechando los ambientes de encuentro, diálogo y camaradería que permiten estos eventos.

Alrededor de las 11:00 am empiezan a salir algunos de los participantes de este Congreso, entre ellos uno que otro militante, amigo-amiga en espíritu y lucha de este grupúsculo. Los comentarios por general no aluden precisamente al de un congreso democrático. La clausura ha quedado monopolizada por el Ministro, nadie conoce el documento final del mismo, corren por sus bocas la indignación por el filtro descarado frente a opiniones críticas, marginación total de otros.  Y lo peor, la presencia dentro de la sala de decenas de personas gritando ¡fuera-fuera!...  con los mismos gestos manuales utilizados por los fascistas de PDVSA y la Coordinadora Democrática en aquellos días del 11 de Abril, ahora dirigidos hacia personas poco afines a los amores del ministro y que quisieron tomar la palabra en las últimas horas de este Congreso.

Cercanas las horas del mediodía un militante de este grupúsculo decide entrar dentro de la antesala del Congreso y oír más de cerca lo que pasaba. Desde un televisor se ve y oye al ministro en su discurso. Curioso, él se queda oyendo y sorprendido escucha en las palabras de dicho funcionario -palabra más palabra menos-: “ha sido un gran congreso, aunque perturbado por algunos grupúsculos de ultraizquierda manipulados por la CIA”.  A continuación sigue un largo comentario sobre la relación entre estos grupúsculos y la CIA.

El oyente y militante grupuscular se queda en un principio paralizado por estas palabras. Tontamente se siente aludido. Después se calma y espera más valentía de parte del ministro esperando a que diga a quién se refiere. No hay nada, la referencia obligada y responsable ante semejante acusación se queda en el vacío. La irresponsabilidad del hombre se hace evidente. De pronto aparece en la conciencia del oyente la tragedia del poeta salvadoreño Roque Dalton, fusilado por sus compañeros bajo la acusación de ser de la CIA.  La rabia se le infiltra por dentro. Aunque de inmediato el mismo militante grupuscular se pregunta: “¿Un momento, esto no es un Congreso Cultural?. . . si es así, entonces ¿qué hace este hombre hablando de grupúsculos utilizados por la CIA?”...en ese mismo instante, sacándose la rabia inicial, una sonrisa interior recorre el cuerpo del oyente respondiéndose a sí mismo…”este hombre está mal, algo no le salió bien, ¿qué será?”…

Picándole la curiosidad el militante grupuscular decide entrar al interior de la sala para oír en viva voz semejantes palabras. Afortunadamente, en camino a la sala, su imaginación, cual común maravilla de todo ser humano, le ofrece a este individuo su gracia divina. Le rebotaba y rebotaba el sonido de aquellas palabrotas acusatorias: ¡grupúsculos ultraizquierdistas manipulados por la CIA! y ve en su propio sueño interno a la revolución bolivariana hecha y creada por centenares de miles de grupúsculos efectivamente radicalizados, irreverentes, orgullosos de su obra y su revolución, indignados por la labor desgraciada de los tantos traidores, fascistas y burócratas que nos rodean, alma en esencia de todos los odios contrarrevolucionarios.  ¿Grupúsculos ultraizquierdistas?  “Allí esta coño”, se dice a sí mismo… “claro, este infortunado ministro en su odio ha resuelto el problema para poder entender lo grande y complejo de esta revolución”… “grupúsculos y grupúsculos –militantes o no militantes, con o sin partido, de movimiento o grupo por ahí- creando y recreando su sueño, haciendo y rehaciendo desde su lucha una revolución que no necesita otra conducción mayor que la palabra de aquel que se inspira él mismo en la mágica producción intelectual del colectivo: la del camarada Hugo Chávez.  Límite y bendición de nuestra historia actual, por eso mismo se ha vuelto invencible, indescifrable, indivisible en su loca y caótica diversidad, y por ello también, incontrolable para esta burocracia corrupta y enferma.  Evidente entonces, de allí la estupidez de estar acusando la virtud máxima de este milagro histórico.

La comprensión magnífica del militante grupuscular sigue a continuación su derrotero lógico. También entiende al hombre enconado en su ministerio, se dice: “si definitivamente no los puedes controlar y obligarlos a felicitar tu desbordada egolatría, entonces, tratarás de marginarlos y apartarlos, silenciarlos y obviarlos, y luego, frustradas las primeras intentonas, los acusarás de la forma más denigrante y provocadora.  Nada mejor en estos tiempos de temores e incertidumbres que decir: ¡Eres de la CIA!”

Hecha la entrada dentro de la sala, el militante grupuscular sigue en su sueño convertido en delicia y comprensión. Y por ley a toda imaginería feliz su misma “pensadora” (Samuel Denis 1993), lo obliga a seguir imaginando bellezas. De pronto ve a un Congreso Cultural como lo que realmente debería ser. En primer lugar una exposición desbordada en todos los pueblos de esta patria de sus propias –y no propias- obras culturales, cualquiera que sea, desde los más sublimes pintores y cantores hasta el quehacer de nuestras parteras, viejas benditas que con sus manos nos hicieron a la vida y en república. Luego, alrededor de sus propias obras y de otros pueblos se reúnen en asamblea abierta a hablar de aquellas obras, preguntándose a si mismos ¿cómo alzamos al cielo todo esto, cómo lo ponemos en manos y mentes de nuestros muchach@s y nuestras niñ@s para que ellos recreen semejante belleza sin ley ni límite?  Nace de allí una enorme constituyente cultural donde todo ministro y toda autoridad, a la final solo agradecerán el esfuerzo y la crítica (reivindicando así el verdadero espíritu guevarista que tanto venden -cual mercancía política- de manera odiosa), jurando obediencia a la decisión colectiva y ofreciendo como aporte en humilde palabra, como uno más, la reflexión sobre los vacíos, aportes y retos de nuestro ser cultural.

Sin embargo como siempre esas bellezas imaginadas pronto se apagan para el militante grupuscular. Nada que hacer, la realidad vence los deseos en estos momentos de gritos y controversias, hechos en medio de un “congreso” que ha terminado siendo una humillación al propio término. En fin, que se hace, mil luchas en victoria faltan aún para cumplir los sueños…Busca un sitio desde donde oír con tranquilidad las continuadas ofensas de nuestro carísimo ministro. Conseguido el rincón y oyendo el mismo monólogo, sorprendido se da cuenta que evidentemente algo faltaba en la labor descalificadora ya iniciada. Después de las ofensas y seguidas las fastidiosas declarativas de autoreivindicación del hombre, una mujer, cualquiera de ese tumulto, con voz inaudible se para tratando de expresarse rabiosa. Vino entonces lo que faltaba. El desbordado ministro calla primero para dejar paso al “¡fuera-fuera!” de una masa distorsionada por métodos perversos y ajenos a lo que se propugna como nuevo. Todos oímos impresionados como de pronto este mismo ministro se refiere a la mujer directamente diciéndole –palabras más, palabras menos-: “Si aquí estuviese la Casa Militar tu no harías eso, te sacarían de inmediato”. Varios nos miramos a la cara desaprobando en silencio lo mismo… la lógica de los hechos lo tenía que llevar a extralimitar su “autoridad”.  A continuación vino entonces el acontecimiento faltante: le pide a la seguridad que saque a estas mujeres, y en efecto, agentes de seguridad a empujones y apoyados por los ¡fuera! de una masa uniformada en el gesto fascista copiado de la Gente de Petróleo, sacan a estas mujeres. 

El militante grupuscular queda atónito. De pronto entre las dos mujeres que sacan de la sala violentamente ve el rostro de una amiga querida y admirada por su dedicación apasionada al canto lírico, la escuela de canto que preside y su alma patriótica y sensible: Lotty Ipinza.  Sabe por su hija del excelente papel de trabajo que ha hecho para el Congreso –al cual es delegada elegida- donde se resume con datos y cifras las grandes deficiencias de la política cultural actual, además de propuestas concretas para su superación. El militante espera una reacción de rechazo a tales actos por la masa concentrada en la sala, pero no es así, la pasividad del conjunto es casi total. “¡Ni de vaina!” se grita a sí mismo el militante grupuscular, “se acabó la política, esto ya es un problema de dignidad y principio”.  De inmediato baja ubicándose al frente del podio del ministro y le grita en su cara: “tú no tienes derecho a hacer esto”… “¿quién te dio el derecho a sacar de aquí a quienes dedican su vida a esta patria, a esta revolución y a nuestro arte?”…” ¿quién te dio el derecho de estar aplastando y acusando a quien te da la gana?”…”… por que no enfrentas el debate”… y siguen mas y mas palabras –o gritos- de indignación.  El ministro se queda callado, el ministro y el militante grupuscular se ven las caras en rabia mutua.  En su silencio se destaca lo odioso del funcionario ministerial. De inmediato un gentío rodea al militante grupuscular, aparecen otra vez los gritos del “¡fuera-fuera!” y agentes de seguridad intentan sacarlo a empujones por la misma vía que las compañeras.  Pero ahora el desenlace es distinto.  Se acaba la pasividad del colectivo que en este caso no deja que pase lo mismo con el militante grupuscular. Varias personas le piden que se calme, algunos le dicen al militante que está equivocado que las compañeras estaban “saboteando”, otros por el contrario ponen su cuerpo en defensa de su persona.  A la final las tensiones bajan, pero la indignación del militante no. Se acerca a los ¡fuera-fuera! y les recuerda con otro grito el origen fascista de su gesto. Ahora son los ¡fuera-fuera! quienes callan, pero su nefasta labor ya estaba hecha.  Todo calla.

El militante grupuscular quizás por inútil orgullo no termina de salirse de la sala, mucha gente lo saluda y aprueba su protesta, termina sentándose con un agente de seguridad a su lado. El ministro retoma sus palabras y sigue el odio de sus palabras. Acusando directamente la lucha del grupúsculo ultraizquierdista, manifiesta que la defensa de la resistencia de la lucha indígena en el Perijá contra la explotación del carbón es hacerle el juego a los intereses secesionistas en el Zulia promovidos por la oligarquía y el imperialismo. Que “aún sin saberlo” son manipulados por la CIA. Luego acusa a quienes defienden a Chávez pero no así a su gobierno porque debilitan al mismo Presidente. “Defienden al trono mas no a quienes lo acompañan en su tarea de gobernar”. Y así toda resistencia, toda actitud crítica, la conciencia media de las tres cuartas partes del movimiento bolivariano, queda acusada de ultraizquierdista y aliada al imperialismo, manipulada por la CIA. El orden y el Estado serán órdenes eternos, el pueblo crítico, irreverente y resistente es el acusado por imputar ese mismo orden. Luego seguirán más y más palabras del ministro de regodeo autoalabador y autojustificador, siempre “en humilde servicio al presidente que lo llamó a ejercer el cargo”…”el pueblo es la cultura”.

El militante grupuscular ya mas tranquilo y con la tristeza que generan estos hechos decide retirarse. “Ayy cultura que han hecho contigo” vuelve a replicarse a su conciencia triste…”ahora te llaman pueblo, eres pueblo”, pero después, en actos y palabras de quienes te “representan”, aprovechan tu maravillosa impronta para humillar, ofender y reprimir los cuerpos de pueblo que son tus verdaderos amantes.  Ayy cultura, por donde andas que necesito verte, nunca te he comprendido, te adoro pero no te hallo. Se que estás en mí, sé que nos rodeas y nos penetras a todos cuanto y cuando te da la gana.  Se que tu baile nos gusta porque nos hace, que tu canto reviente hasta lo imbécil nuestras entrañas. Pero donde estás coño que te están matando, me están matando…los cuervos hablan por ti.



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Roland Denis / PNA-M13A

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).

 jansamcar@gmail.com

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