Las relaciones sociales, al contrario de lo que dicta la teoría dogmática, se soporta sobre la ideología. El humano se relaciona con ideas, con lenguaje, con valores, con la ética, con la moral. Alguien a estas altura del artículo estará gritando ¡y la economía!; a ese respondemos: claro, tras la conciencia, junto a la ideología está la economía, la existencia, pero el humano se relaciona a través de la conciencia y la relación economía-conciencia no es mecánica, rígida. Olvidar esta condición, una lectura dogmática de los clásicos, ha costado muchos fracasos en la historia.
Es así, el cambio de sistema, el salto al Socialismo es ante todo un asunto de conciencia. Al principio la conciencia se va instalando afianzada en el entusiasmo de una vanguardia triunfante que augura un nuevo tiempo. Luego, la fraternidad se afinca en las entrañas de una economía de propiedad social, el trabajo adquiere otra característica, el fruto del trabajo no va a los bolsillos de los capitalistas, sino que enriquece a la sociedad toda. Se elimina la explotación, se crean las condiciones materiales para consolidar la conciencia del deber social.
En un país rentista como el nuestro es muy fácil olvidar la relación trabajo-conciencia, caer en la tentación de la recompensa material sin esfuerzo, reducir el humano a un estómago, a una pieza de consumo. En época de vacas gordas se instala la conciencia rentista, al llegar las vacas flacas, que siempre llegan, la masa enloquece, se vuelve contra sí misma, todo se derrumba. La sociedad no está preparada para la adversidad. Lo anterior es el ciclo socialdemócrata en un país rentista, sin duda, una patología social.
Chávez rompió este ciclo y así pudo conducir a la masa al triunfo en elecciones, en el golpe de Abril, sobre el sabotaje petrolero. Entendió que la batalla era en primer lugar contra "la lógica del capital", pretendió construir una Venezuela Potencia primero por su fortaleza moral. El socialismo se iba construyendo en lo espiritual a la par que en lo material, las comunas eran un primer paso del tejido social que sustentaría el sentido de pertenencia a la sociedad, razón de ser del Socialismo, una sociedad integrada.
Con la llegada del madurismo el camino fue abandonado, se cayó de nuevo en el ciclo socialdemócrata, la sociedad volvió a enfermarse, la compra de afecto con la renta, el populismo, la repartición irresponsable. Se evacuó lo alcanzado con Chávez, se abandonaron sus enseñanzas, se olvidaron las metas trazadas. Simultáneamente, se atacaba de palabra al capitalismo y en la práctica se lo estimulaba.
De esta manera se creó un vacío ideológico que fue rápidamente llenado por la lógica del capital, por el egoísmo, por el "cuanto hay pa eso". La sociedad perdió cohesión, la guerra de todos contra todos se elevó a niveles de epidemia. He allí el primer descalabro de la crisis que hoy padecemos: estalló la moral colectiva, se perdió el sentido de sociedad, de Patria. Así se explica el "bachaqueo", el éxodo migratorio.
La solución comienza por la salida del actual gobierno ya agotado, sin capacidad de rectificar, de rescatar la moral, la pasión, sin planes futuros. Esa será la primera señal de la reconstrucción espiritual, ideológica, ética de la sociedad. El corrientazo necesario.
Si el Chavismo, si el Socialismo no asume esta reconstrucción, lamentablemente la solución a este mal gobierno partirá de la derecha fascista, la reconstrucción de la sociedad capitalista será en base a la miseria de los humildes y la bonanza para los capitalistas.