"Cuida de tu cuerpo.
Es el único lugar que tienes para vivir."
Jim Rohn.
Sábado 21, a las 7 y 15 de la mañana, las primeras siete personas, que entraron a una panadería, ubicada al lado del edificio, donde resido, fueron con un solo objetivo: a comprar cigarrillos; posiblemente sin haber desayunado; la ansiedad en el rostro no la podían ocultar. La edad de los consumidores, apenas si uno de ellos, pasa de los 50 años; una mujer alta, muy delgada, quien llegó y al verme, empezó a disimular el motivo de la visita, pero por más, que dio vuelta en el reducido pasillo del negocio, finalmente se decidió a comprar una cajetilla, el cual pagó con el "punto" 3000 bs, en otras palabras: ¡3 millones!; la conozco desde hace algunos años, pero reaccionó de manera inadecuada, faltándole poco, para nombrarme mi progenitora, cuando le hice referencia al consejo, que sirve de epígrafe a este artículo.
El vicio, igual que el odio, cuando se apodera del cuerpo, parece difícil dejarlo, sin embargo, hay un viejo refrán, casi un juego de palabras, el cual debemos utilizar para hacerle frente a estas acciones negativas, que la mayoría de las veces golpea al ser humano, y no los deja disfrutar la vida a plenitud: ¡El juicio debe estar por encima del vicio! Muchos se hacen los desentendidos, y sordos, antes cualquier consejo; algunos llegan a encolerizarse, como si los estuvieran llevando a cavar su propia tumba.
Es tan absorbente, el vicio del cigarrillo, que en medio de esta escalada inflacionaria, son muchos los que hacen el sacrificio para mantenerse inhalando, y echando humo; tan parecidos a los que saborean una chuleta ahumada. Al lado de estos embelesados consumidores, los precios de los productos perjudiciales para la salud, y el bolsillo, se han venido elevando, igual a las bombas infladas lanzadas al aire, pero aun, así, el consumo es muy alto, y precisamente el elevado porcentaje de los que hacen uso del cigarrillo, las bebidas alcohólicas, y algunas sustancias prohibidas –drogas– está en personas de menos recursos económicos, y lógicamente la situación los golpea doblemente, porque aparte de la mala alimentación, está el vicio, deteriorando la salud física, y mental del individuo; aunque al final, el resultado es el mismo: un suicidio.
La crisis, en el cual nos encontramos envueltos, hay quienes la califican, como un enseñanza en la vida, porque nos presenta pasajes muy interesantes, el cual sirven para reflexionar; pero además se presentan casos muy curiosos, relaciones con el peligroso vicio del cigarrillo por la adicción de la nicotina, incluso por encima de la misma cocaína, y heroína, según estudios recientes.
Al lado de esta calamidad de cualquier fumador, al estar atrapado por un problema tan grave, se presentan hechos para contar, el cual pueden servir de ejemplo para todo aquel, que quiera recapacitar. Les cuento, algo anecdótico; resulta que muy cerca de mi residencia vive una señora, una empedernida fumadora, esclava de los emboquillados –nombre que le dan en algunos países, después de inventar el filtro– los enciende, como un autómata. La matrona, tiene una nieta muy bien parecida de cuerpo, y cara; está enamorada –en vía de matrimonio– de un caballero, buena gente, con ciertos recursos, y para completar: comerciante. La muchacha para complacer a la abuela, agarraba la tarjeta de débito para comprarle la cajetilla de cigarrillos –casi todos los días– cuando costaba un millón doscientos mil bs. El pretendiente una tarde, se puso a sacar la cuenta del gasto mensual, y al darse cuenta del monto, pegó el grito al cielo, para tomar la decisión de restringirle la compra; dándole la "mala" noticia a la muchacha, para que se la trasmitiera a la nana; desde ese momento, empezaron ciertos roces entre la descendiente, y la veterana fumadora; sin embargo, para del sentimiento que eleva al ser humano: el amor; el idilio ha continuado, pero lamentablemente la señora, ha seguido echando humo, como una verdadera condenada; lo único que le falta es una chimenea en la casa.