Auditórium

Serviles, aduladores, y mujiquitas

La lealtad por convicción dura una eternidad. La lealtad por un salario, dura hasta que se termine el trabajo.

Anónimo.

Taparse la nariz ante el servil y adulador a causa de la repugnancia de sus actos, es un noble acto de rechazo a este tipo de conductas, muchas de las veces se trata de ayudarlos a salir de ese lodazal putrefacto del submundo en el que caen ciertos funcionarios y directivos (ya que no son lideres)políticos. En el Best Sellers de la sagrada escritura se conoce a este tipo de sujetos, como seres pobres de espíritus. Exponen en las cámaras de tv sus más bajas miserias humanas, sus complejos de inferioridad los manifiestan ante la opinión pública sin ningún tipo de pudor, así como su incompetencia manifiesta, los hace descender al bajo mundo de las aguas putrefactas de la politiquería. En lugar de vomitarlos, hay que tener compasión de esos especímenes, y ayudarlos a salir de esas pailas del infierno totalitario.

¿Que se entiende por servilismo? No es más que una ciega adhesión incondicional; donde aplica una naturaleza indigna, y abyecta de esa baja adhesión.

Cuando un pueblo se esclaviza por unos mendrugos, se esta destruyendo a sí mismo, se rebaja a la mas baja condición perruna, de ser un servil, renunciando a su condición de ciudadano libre, a sus libertades constitucionales y democráticas, acepta sin pudor el yugo, aceptando el avance de su miseria, dándole la bienvenida, en forma gozosa.

La caída de la URSS, y toda la Europa Oriental demostraron que los pueblos no escatiman poner en riesgo sus vidas, cuando el fin supremo es recuperar la libertad. Allí no escatimaron esfuerzos en la acción, por algo muy preciado, la restauración de sus derechos socio económicos naturales, entre ellos lo más preciado como es la libertad.

El hombre y la mujer libre dejan de ser unas mulas de carga cuando se convierten en personas capaces de decidir audazmente sus futuros, incluso poniendo en riesgo sus propias vidas por lograr disfrutar de sus derechos constitucionales violados, para no seguir viviendo en la miseria como borregos.

Hoy en pleno mundo globalizado de este siglo XXI, aun quedan residuos del virus totalitario del siglo XX, donde factores de poder intentan por diversos medios, someter a los habitantes de una nación en función de sus mas bajos intereses facistoides.

Mucha de las veces la historia se repite como tragedia o como comedia, en la que el hombre, después del oscurantismo, con la Ilustración, se ha revelado contra el dogmatismo, el totalitarismo y el estalinismo, haciendo uso de la razón después de la caída del muro de Berlín, y el derrumbe de la URSS, la historia cambió para siempre en este siglo XXI, y muy para bien. Dando fin a años de miseria, desdicha, y pobreza humana en el siglo XX.

Esto lo escribo con las viseras en el refrigerador porque el servilismo y la adulación, lamentablemente en estos últimos años en Venezuela, este tipo de actitud vil, abyecta, se ha convertido en una peste en contra de sus habitantes, y que se utiliza como instrumento para retener al poder, y preservar privilegios, haciendo añicos la dignidad, la virtud, y la conciencia humana del pueblo venezolano.

Ser servil en tiempo de crisis, no es algo normal. Hemos retrocedido en estos 2 años de hiperinflación a los tiempos del Medioevo, en los que el amo tenía a su disposición, a un grupo de cortesanos, serviles, vasallos y mujiquitas que le servían con la cabeza agachada, y los pies juntos. Me cago en la ostia, y me limpio con el sudario ante lo indigno, diría un gallego iletrado.

El baboso adulador aparece en escena, y aplaude a rabiar cuando el jefe tiene mucho poder concentrado, y normalmente el poder sin control, sin contrapesos, sin equilibrios, es la bacteria militar que destruye la economía de la nación.

El baboso servilismo militar se caracteriza por la adhesión ciega, y a la naturaleza baja o indigna que lo deja robar, es la más baja, y abyecta de ese tipo de adhesión al poder sin control.

Los aduladores y lisonjeros son bajos e interesados, hechos en laboratorios para halagar al poder, con el propósito de ganarse su voluntad para sus más bajos intereses.

La adulación rodea a los gobernantes, y es utilizada con frecuencia por los demagogos para su lucro personal. Nunca se debe confundir la adulación con el aplauso al verdadero mérito.

La adulación se manifiesta siempre con el aplauso excesivo, y recurrente a las palabras del gobernante. A veces se trata de aplausos sin límites, carentes de críticas, y muchas de las veces patológicas. Los aplausos llenan de satisfacción a quien los recibe. Los aduladores son unas verdaderas lacras.

También se manipula cuando se adula al que tiene el poder, y se quiere obtener beneficios, ventajas, y privilegios, siendo lo mas bajo e indigno, y se manifiesta en el hecho de que el adulador renuncia voluntariamente a lo mas preciado del ser humano, como es su libertad, para someterse incondicionalmente a la autoridad del gobernante, con el fin de medrar bajo su sombra. Buscando cómo enriquecerse, gozar de prebendas. Así es la adulación el medio que más se utiliza para triunfar. Este hecho refleja la pobre valoración que tienen ciertos politiquillos de sus propias capacidades para tener éxito en la política de manera libre e independiente.

Con frecuencia, el gobernante trata con desdén al adulador, cuando lo humilla en público, debido a que todo gobernante desprecia la degradación humana del adulador. Por su parte, el adulador siempre se deja maltratar, soportando, aguantando, manifestando complacencia, y placer, porque cree que si no adula no vale nada.

La adhesión incondicional del servil y adulador, se mantiene en tanto dure el poder del Duce. Si el Duce pierde poder, el primero en abandonarlo es el mujiquita servil, como rata que escapa del barco que se hunde, buscando siempre otro que le sirva de refugio y sostén.

El adulador siempre defiende a capa y espada la ideología del Duce, aunque no la comparta, es el mas bajo oportunista de oficio. Si cambia de jefe político, la rata aduladora cambia de ideología de la noche a la mañana, adoptando con igual fervor las convicciones del nuevo líder.

Todo mujiquita busca por todos los medios, tratar de ganarse la voluntad del gobernante por todos los medios, convirtiéndose literalmente en alfombra, en papel tóale. Utilizando con artimaña y habilidad el chisme, la intriga, la mentira, para indisponer al jefe contra toda persona cercana que amenace, su trabajo y así congraciarse mediante el uso del juego sucio.

El adulador se despepita siempre en adulaciones al jefe, quien siempre tiene la razón, nunca se equívoca, es genial, es único, se las sabe todas, nadie como usted, nadie se las gana. Estas alabanzas y falsedades, hacen que los jefes, se crean infalibles y cometan errores o desaciertos, que a la larga los llevan a la pérdida de prestigio y poder.

El adulador siempre muestra dos caras, o modelos opuestos de conducta, según la posición jerárquica que ejerza. Muestra frente al jefe siempre una cara de sumisión, y otra con una conducta grosera, y llena de despotismo hacia sus subordinados. Se arrastra hacia arriba y, a la vez, humilla a quienes de él dependen. En las honduras de su mente, el adulador siente desprecio, y asco hacia el mismo, por su falta de honestidad, dignidad, conciencia y virtud.

Ser mujiquita, es la reducción de la persona a la condición de vasallo, sumiso, es el envilecimiento del alma, cuando se desciende a la condición de bestia. El adulador es un ser inhábil, necio, inepto, vacío, no camina, se arrastra como las serpientes.

La anatomía del adulador, degrada su calidad humana, afectando los resultados de la gestión, esto es muy común en los regímenes militares, autoritarios y totalitarios. La productividad y el desarrollo de una nación, sólo es posible, si se transforma las relaciones del poder, en relaciones de otra naturaleza, de modo que en vez de jefes hablemos de líderes, con conductas participativas de dirección; y en lugar de servirles, hablemos de colaboradores con un amplio espíritu crítico, aportando soluciones constructivas. Este es el tipo de funcionarios que este país requiere, no focas aplaudidoras.

La sociedad venezolana ya siento desprecio, y le repugna el baboso adulador, porque es indigno y sinvergüenza, pero a el no le importa porque es su medio para ser alguien, aunque de manera miserable. Ya que siempre carece de méritos, aptitudes, virtudes, dones, cualidades, no quedándole otra vía que bajar al albañal de las aguas putrefactas, para poder ser algo o alguien, este tipo de sujetos son una amenaza para la sociedad venezolana.

El adulador siempre resulta ser un traidor que la soba la espalda al jefe, y nunca le dice la verdad de lo que sucede en el país. Es el primero en clavarle el puñal, cuando ya no le sirva. Cuando el gobierno cambia de manos, se arrodillará ante el que ahora posee el poder. Nadie dobla la cerviz ante las personas, sino ante el poder. Cuando el poder se traspasa a otro, también se traspasa la adulación.

Siento con esta crónica que uno no puede dejar de pensar, escribir, aunque esto incomoda mucho a estas alimañas en el poder. Buscan que uno agache la cabeza. Para que se desista de expresar lo que se piensa y se cree sobre la actual situación del país.

Creo que en lugar de condenar la crítica pro positiva, en vez de taparse la nariz ante el mujiquita adulador que causa repugnancia, lo que buscamos es ayudar a salir de ese pantano del infortunio económico en el que cayó Venezuela. La Biblia llama en unos de sus párrafos a estas bacterias humanas pobres de espíritus, y pide tener piedad, y misericordia hacia este tipo de personas. Ya que sus bajas miserias humanas, complejos, inhabilidades, y niveles de incompetencias, los hace descender a ese bajo mundo.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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