El Proceso de Transfiguración Nacional

Toda pieza de conocimiento debe ser probada para integrarse al ser en forma de entendimiento.

Así como en el inicio, el esfuerzo conjunto de la burocracia gubernamental para transformar las bases económicas del país solo funcionará en base a la correcta alternación de las diversas energías puestas en movimiento, así mismo este proceso solo tendrá éxito en el nivel macro, si este mismo es correctamente alternado con otra clase de energías de similar trascendencia en los principales planos de la realidad venezolana.

En la lucha por construción de otra sociedad posible, la distancia que nos separa entre lo que somos y lo que anhelamos ser, puede parecer un largo y tormentoso desierto. Nuestra cosmovisión a veces brilla como un estrella inteligente que nos mantiene despiertos en medio del tráfico y la conciencia de la necesidad de algo distinto, de otra forma de vivir, nos impulsa a través del tunel del tiempo como una mano que intenta abrirse paso entre el pesado terreno de la construcción de algo superior; un estadio más evolucionado de civilización. En medio de esta batalla nos encontramos hoy a nosotros mismos frente al espejo, atrapados en un punto álgido de nuestra historia, viviendo los últimos coletazos de un sistema corrupto, perverso e inservible que se devora a sí mismo como serpiente ourobórica, mientras en nuestros espacios cotidianos sentimos los trozos del cielo que cae sobre nosotros.

Seguramente si ubicamos este momento de la historia dentro de un contexto mayor que considere también estados futuros, podríamos obtener una mejor idea de lo que significa tener que hallar las respuestas precisas en esta coyuntura en lo más inmediato: las soluciones se convirtieron en problemas, las repisas no aguantaron y los intereses se abalanzaron a sacar ventaja del momento, y entre las luchas grupales, los intereses personales y la ausencia de una visión estratégica superior, de repente nos hallamos girando a través de la serpiente, incapaces de definir claramente cual es la dirección.

Al mismo tiempo, un sistema, que es nuestro enemigo, se autodestruye y en el proceso nos abre las puertas de entrada a otros escenarios en el tablero de nuestra evolución.

Retornar a la Raíz

Nuestra identidad cultural es como un joven que respira, juega y pelea en el salón de la historia. Sus necesidades nos limitan y al mismo tiempo nos dan una razón superior de ser. Sus anhelos dan color y sabor a las páginas de nuestras vidas. Algunos son abstractos, otros más definidos, pero todos permanecen latentes dentro de nosotros, condicionándonos a la vez que impulsándonos, dentro de nuestro proceso para alcanzar estadios superiores de existencia: tanto individual, como colectiva. Estas necesidades y anhelos trascienden al orden -o desorden- material heredado del coloniaje; tanto de lo que fuimos, como de lo que somos, como de lo que seremos.

Es asumido por muchos de nosotros que vivimos en una suerte de 'trozos' territoriales, como regurgitados por la historia a partir de las necesidades económicas y políticas de las colonia, también es comprendido que las fronteras de estos pedazos delimitan una parte de nuestras mentes, nuestras vidas y nuestras almas . Dentro de este contexto, la lucha por la conformación de una unidad real, una verdadera unión feaciente entre nuestros pueblos se presenta como algo más grande que un sueño o un capricho del idealismo pequeño-burgués del norte de suramérica.

Esta nos golpea como un dragón que, con un hambre insatisfecha por siglos, pervive sobre nosotros sometiendo nuestro destino a sus antojos, como un mantra tatuado en nuestro ADN que nos recuerda que somos más de lo que materialmente percibimos. Que somos otra cosa, original y distinta y que existe una motivación superior que nos invita a superarnos, a construir algo propio, a ser protagonistas y a materializar de manera distinta, más digna y más humana, el proceso que vivimos como sociedades.

Con las tijeras de la historia intentando castrar nuestras voluntades, a través de la evolución de estas sociedades y entre las cargas cognitivas que genera una cultura subyugada e incompleta, a nivel general, no es extraña a su influencia. Las deudas históricas con nosotros mismos son enormes y el apendejamiento ante factores externos, la falta de sentido común y la incapacidad de juzgar las cosas tomando en cuenta la complejidad de su contexto nos han mantenido por siglos dando brincos en el subsuelo del desarrollo.

Somos pueblos originales. Tenemos una identidad propia, original, en proceso. Unas necesidades acordes a nuestras realidades. Y una razón de ser. Nuestra visión social debe ser hacia lo nuestro, no hacia los caminos filosóficos de un sector de occidente.

Hacemos un llamado al liderazgo para que, con valor, suba a la montaña de una justicia justa. A retornar a la raíz de nuestros principios. A alternar con sabiduría y sin miedo entre los manuales para que, siendo sabios antes que populistas, seamos capaces de identificar la naturaleza real de los procesos que nos afectan y de actuar con valor para articular caminos aptos para el correcto engranaje de nuestra 'nación en proceso'.

No se puede vivir por siempre en la retaguardia...

Nuestro Llamado al País

Hermanos,

Venezuela quiere cambiar profundamente. Quiere cambiar política, económica, cultural y socialmente. Quiere cambiar su apariencia, su presencia y pasar a ser algo distinto.

A nuestros gobernantes: contextualicen correctamente cada una de las energías puestas en movimiento. La reestructuración debe ser organizada, programada y llevada a cabo como una ofensiva viva y consciente.

El camino a la montaña está hecho de conciencia. No hace falta operar como un reloj suizo para cumplir los objetivos. Solo hace falta una voluntad guiada por un entendimiento probado capaz de definir y alternar las medidas de una manera sabia, justa y armoniosa en cada uno de los apartados. La revolución económica requiere de una revolución política, social y, sobretodo, cultural para tener éxito. Nosotros mismos podemos, no necesitamos ideólogos del otro lado del Atlántico.

A la ANC: necesitamos leyes justas, menos populismo, menos materialismo, más sabiduría. Menos complacencia con el salvajismo, la maldad, el egoismo. Mas originalidad y menos eurocentrismo. Los valores también otorgan méritos.

A la iglesia: atiendan el llamado de transformación espiritual, más allá de las doctrinas religiosas y participen activamente en el proceso de concientización colectiva.

A las FAN: cumplan sus funciones. ¡Cada quien a lo suyo!

Y a cada uno de ustedes:

Levántense, no tengan miedo.

Eres dueño de tu destino, cambiemos y cambiarán las cosas.

¡Hacia una sociedad justa, pacífica y humana!

¡Venceremos y lo veremos!

 



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José Sharif

Comerciante. Master en producción, sonido y grabación, con estudios académicos en armonía clásica, composición contemporánea y Jazz. Fundador de la Nación de Dioses del Sur y FNN. Ha militado en PSUV, Marea Socialista y MDI. Impulsor hoy de Nuevo Proyecto Nacional. Creo en la Unión Suraméricana.

 josegp1983@gmail.com      @JoseSharif

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